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Los meses pasaban y con ello con un monto de trabajo acumulado, Sakura pasaba horas y horas tras el computador de la clínica y en la DEA.  Había estudiando muchos años como para tirarlos a la basura y no, no iba a dejar lo que con mucho esfuerzo le había costado levantar.

Eso si se había  metido tranquilizantes y medicamentos para el dolor a más no poder. Su humor era pésimo y lo único en lo que pensaba era en la muerte de su hijo.

—Te estás volviendo loca. Mírate, no hay duda de que perdiste la razón.—

—Callate.—

—Sabes que debería hacer, lanzarte por la ventana, seguro así te matas.—

—¡Déjame en paz!—

Lanzó un frasco de medicamentos con tanta fuerza hasta el anaquel que estaba delante de ella  que el cristal se rompió.

Soltó un suspiro y luego llamo a una de las enfermeras para que limpiará. Se fue a su antigua habitación y de allí tomo un vestido negro hasta los tobillos, su velo y luego salió sin rumbó.

Lejos de todo lo que conocía se detuvo en un lugar abandonado cerca de un puente y camino hasta allí. Se quedó a la mitad tal vez a pensar.

Una llamada la saco de sus pensamientos.

—Mi señora, paso algo. Es sobre el alcalde.—

—Habla rápido, deidara.—

—Resulta que el alcalde está planeando hacer un cateo a la clínica. El pueblo exige resultados.—

—¿Y eso en cuanto tiempo pasara?—

— En una semana. —

—Preparen todo para visitar al alcalde.—

Volvió camino a casa pero antes fue a la DEA, allí Itachi esperaba en su oficina.

—Cuñada ¿que haces aquí? Con esa ropas pareces una musulmana. ¿Acaso te cambiaste de religión?—

—¿Estabas buscando a Sasuke no es así?—

—Si, pero ya resolví el asunto que tenia. Mi hermanito se volvió un desobligado desde que perdiste a tu hijo. —

—Yo no lo perdí, a mi me mataron a mi hijo. Mi bebé estaba muy bien hasta que...—

—Sigues con eso, ya superalo.— Itachi se acercó a la puerta y la cerró con seguro. Sakura camino hacia atrás como intentando huir. — Yo te puedo dar un hijo, todo lo que tu quieras si te quedas conmigo.—

—Yo no quiero nada contigo.—

El Uchiha la tomo del pelo y la pego al escritorio, luego tomo su arma y le apunto.

—Te vas a quedar callada y me vas a dejar hacerte lo que yo quiera, ¿me entendiste?—

—¡Suéltame! ¡Sueltame!— Grito la pelirosa tratando de forcejear.

—Nadie te escucha, es en vano gritar.—Susurrandole al oído  intentaba quitarle la ropa interior . — vas a ser mía a como de lugar. —

—No por favor, ¡Eso no! ¡Eso no!—

Apretó las uñas y las piernas para que Itachi no pudiera poseerla pero todo fue en vano, la asquerosa sensación de que un hombre la tomara por la fuerza la invadió, gritando y gimiendo de dolor por su desdicha sintió como se llenaba de odio y desesperación. Cuando Itachi la soltó por fin, ella calló al suelo limpio su rostro con sus manos y se acomodo la ropa.

—Si dices algo,  mataré a Naruto y luego a mi hermano. Más te vale quedarte callada.—

Cuando por fin llego a casa  vio a Naruto.

Pequeña Asesina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora