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Ante la gente era una santa, una doctora que lo único que hacía era el bien. Su vida estaba en la iglesia y en su clínica, oraba todos los días justo después de levantarse, una señora muy enferma le regalo la imagen de un crucifijo  que tenia en su habitación.

—Ante tu divina presencia, oh santísimo, invoco tu presencia para que acudas en mi auxilio.
Llevo tiempo pidiendo ayuda y protección pues me siento vulnerable.
Protégeme de la envidia para que no corroa el alma, protégeme de los enemigos ocultos y del destino caprichoso.—

Con cuatro ramas de rosas golpeaba su espalda, cuanta veces intento llorar sin conseguirlo, cuantas noches se quedó sin aire por el hecho de querer gritarle a todos lo que era. Encendió 2 veladoras y espero a que se derritieran para que la cera cayera en sus manos solo así podría sentirse viva, el dolor le recordaba que estaba viva. 

Las vestimentas de Sakura siempre incluían un vestido negro largo debajo de las rodillas, nunca llevaba escotes ni los brazos descubiertos, a menos que se tratara de alguna misión y aún así cuidaba mucho su forma de vestir.

—Dios no escucha a los delincuentes, mucho menos a los asesinos.—
Dijo alguien desde la puerta de su habitación.

Sakura tenía a un solo amigo el único que la escuchaba cuando más lo necesitaba, el único que estaba con ella y aunque a veces era cruel lo necesitaba. La ayudo a levantarse, le quito la cera de las manos, limpio su espalda ensangrentada, se recostó con ella en brazos y acaricio su cabello.

—Eres tan bella— le decía mientras acariciaba las llemas de sus dedos. —aún puedes dejar todo esto.—

—Hace tiempo que comencé un camino que ya no puedo parar— levanto un poco el rostro y él beso su frente.— Somos lo que somos y ya esta, Shikamaru. —

—Lo se, soy igual o más culpable que tú. —

Shikamaru ingreso al narcotrafico cuando tenía 16, primero como vendedor luego se dieron cuenta del talento que tenía para hacer negocios y al final para matar. Tenía una familia, padres, esposa y su pequeño hijo de 2 meses. Pero eso no le quitaba la fama de matón que tenía.

—El cargamento está listo, todos los caminos están despejados. —

— Pronto tendremos nuevas rutas, solo es cuestión de tiempo para poder mover la mercancía por caminos que ni el mismo jefe se imagino.—

—Para mi la jefa eres tú,  ni los colombianos meten tanto perico como tú.—

—Todo es gracias a tu capacidad para abrir fronteras.—

—Buenos días, Doctorcita. — dijo Sasuke desde la entrada de la habitación.—Será que después de darle la visita conyugal a tu novio  me puedes dar el alta.

—¡¿Quién demonios te dijo que puedes entrar aquí!?— la pelirosa se sobresalto .

—¿y este quien es?— Shikamaru saco su arma y le apunto a Sasuke. —Tú dime si lo quiebro de una vez, Sakura —

—Relájate Shika, es un paciente. Sasuke esperame afuera.—

—¿Ya me vas a decir quien es?— pregunto el pelinegro.

—Un agente de la DEA, tengo unos negocios con él. Lo atiendo y salimos para arreglar lo de tu candidato para la alcaldía.—

—En lo que arreglas tu asunto voy a desayunar algo, te espero en el comedor.—

Salió directo a la habitación  del Uchiha,  Naruto no estaba seguramente habría salido a desayunar algo. Sasuke estaba sentado en su cama con una carita angelical, sonrío cuando la vio entrar.

Pequeña Asesina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora