Capítulo 4

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Rusia y URSS debían volver a su territorio al día siguiente, pero querían llevarse a Jun con ellos

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Rusia y URSS debían volver a su territorio al día siguiente, pero querían llevarse a Jun con ellos. ¿El problema? USA jamás los dejaría llevárselo, aún más sin que el niño realmente supiese quienes eran.

― ¿En que piensas, papi?― Jun corrió hasta el mayor y entregó un peluche para acomodarlo e irse a dormir.

USA parpadeó tratando de despejar su mente y le regaló una sonrisa.

― ¿Por qué no te acuestas, Junnie? Tengo algo que contarte.

El joven de ojos verdes asintió y se apresuró a meterse a la cama mientras el estadounidense se sentaba a lado de su cabeza y soltaba un suspiro.

― ¿Es sobre mi papá?

El rubio sonrió y peinó su cabello.

― ¿Ya lo sabes, no?

Jun infló sus mejillas antes de sentarse.

― Es el señor URSS.

― Si, Junnie, él es tu papá. ― Suspiró.

― ¿Y por qué no lo conocí antes?

USA guardó silencio un momento antes de tomar a mano del niño entre las suyas y acariciarla.

― Hubo malentendidos, cariño. ¿Estas molesto?

― ¿Por qué debería?― se acurrucó contra el pecho del mayor―. Supongo que no tenías opción.

El rubio sintió sus ojos volverse acuosos y envolvió al niño en un fuerte abrazo.

― No sabes cuánto te quiero, Jun. 

― ¿Le dijiste?― URSS preguntó en cuanto vio a USA salir de la habitación

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― ¿Le dijiste?― URSS preguntó en cuanto vio a USA salir de la habitación.

Maldición. Estando así, le era imposible negar que seguía sintiendo algo por el mayor. Lucía increíble en su faceta de padre. Quiso arrinconarlo contra la pared y besarlo hasta que le pidiera que lo hiciera suyo, pero se contuvo y entrelazó sus manos.

Lamentó no haber estado durante su embarazo para mimarlo y cumplir cada uno de sus caprichos, para vivir cada etapa a su lado, para estar presente en el nacimiento del bebé, para ver sus primeros pasos y escuchar sus primeras palabras.

Inhaló tratando de relajarse.

Lo importante ahora era otra cosa.

― Se lo acabo de decir. ― Comenzó a caminar hasta su oficina.

― ¿Cómo reaccionó?― URSS lo alcanzó y tomó suavemente su muñeca.

Ambos entraron a la oficina y se sentaron con el escritorio entre ellos.

― ¿No tienes que viajar mañana a Rusia? ¿Por qué no vas a dormir?

― Aún es temprano― se excusó― y no respondiste mi pregunta.

USA sonrió.

― Tengo un hijo inteligente y lo entendió muy bien.

URSS encaró una ceja. ― ¿Tienes?

El rubio rodó los ojos y cruzó los brazos.

― No lo diré.

URSS bajó la mirada a los delgados pero suaves labios del de menor altura y relamió los propios. Hacia tanto que...

― ¿Qué me ves?― preguntó algo tosco.

El soviético sacudió la cabeza y entrelazó las manos sobre su pecho.

― En nada―aclaró su garganta― ¿ya pensaste mi propuesta?

― No voy a dejar a Jun ir con ustedes.

― Es mi hijo.

― Te conoce de un día.

― Entonces ven con nosotros― se inclinó sobre el escritorio―. Vamos, te estoy ayudando con Rusia para que no peleé por Jun, has esto por mí.

― ¿Estas chantajeándome?

― No― se acercó más― te estoy proponiendo algo a lo que no puedes resistirte.

― Aléjate de mí.―Puso una mano en el pecho del menor.

El hijo de Imperio Ruso sonrió mostrando los dientes.

― ¿Entonces aceptas?― sujetó su mentón.

― Aléjate de mí. ― Habló separando cada silaba.

― ¿Amé?

El americano se puso de pie y caminó hasta la salida antes de volver al centro de la habitación.

― ¿En serio crees que es tan fácil?― rio y sin darle oportunidad de decir algo, continuó―: por supuesto que lo crees. Tú no sufriste por esa ruptura. No fui yo quien te dejó sin explicaciones después de embarazarte. No fui yo quien echó a perder años de relación.

URSS frunció el ceño.

― No fui yo quien-

― ¿Estás escuchándote?― se puso de pie―. Yo no sabía que estabas esperando cuando terminé contigo. Si lo hubiese sabido jamás te habría dejado. ―Se puso delante de su ex y lo tomó por las manos―. Yo jamás quise dejarte, pero las relaciones entre nuestra gente no era la mejor y fui orillado a hacerlo.

Una lágrima bajó por la mejilla del rubio, sorprendiéndolos. El rubio no era de los que lloraran con facilidad.

― Me humillaste demasiado esa vez, Sov. ― Dijo. URSS sonrió con ternura ante el apodo que el mayor solía ocupar cuando salían―. Me usaste para tener sexo y luego-

― Sé que estuvo mal no haberme despedido de una forma adecuada y lo lamento. ―Interrumpió―. Por favor, perdóname.

Ambos guardaron silencio varios segundos hasta que el rubio se soltó de su agarre y salió azotando la puerta. 

 

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