Capítulo 7: Final

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USA llevó una pastilla a su boca, rezándole a todos los dioses en los que no creía, que hiciera efecto

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USA llevó una pastilla a su boca, rezándole a todos los dioses en los que no creía, que hiciera efecto.

A diferencia de lo que hubiese creído, no estaba arrepentido de lo sucedido con URSS. Era extraño, lo admitía, pero se sentía extrañamente cómodo.

―Papi― Jun llegó corriendo y se colocó a su lado listo para desayunar después de haber jugado con Ucrania a molestar a Rusia. ― ¿Me dejas ir con Ucrania al parque después de comer?

― ¿Al parque?― bajó el vaso de agua y lo dejó en la mesa―. ¿A qué van?

― Bueno...―su cara se pusieron rojas―... Ucrania quiere comprarle un regalo de cumpleaños a URSS.

USA encaró una ceja. ― ¿Tan rápido te hiciste amigo de Ucrania?

Jun escondió su rostro entre las manos negó.

― Dijo que somos hermanos y debemos llevarnos bien. ― Infló sus mejillas―. Además me dio un juguito de naranja.

El rubio sonrió inconscientemente. ¿Cuántos hábitos y gustos tenía Jun de URSS pese que nunca convivieron juntos?

Recordaba que Imperio Ruso solía llevar al pequeño URSS a todos lados con un jugo de naranja en las manos junto un chocolate. Jun cambiaba ese chocolate por una paleta.

― ¿Realmente quieres ir? ― preguntó y el menor asintió.― Bueno.

Confiaba en Ucrania. Junto Kazajistán y Lituania eran los que más apegados fueron a él durante la guerra fría.

Su hijo salió de vuelta a la sala para avisarle al otro.

― ¿No te parece curioso?― URSS entró a la cocina con el cabello húmedo. Al parecer acababa de darse una ducha.

― ¿Qué?

Oh, mierda. ¿Se estaba sonrojando?

USA giró el rostro hacia otro lado para evitar que lo viera así.

― Tú cuidabas a mis hijos, y ahora ellos cuidan del tuyo. ― Sonrió―. Bueno, del nuestro.

Ambos se quedaron en silencio mientras oían las pequeñas pisadas de Jun volver.

El resto de la mañana fue tranquila, claro, si podemos llamar tranquilidad todo el movimiento que los otros hijos de URSS hicieron para acomodar todo para su fiesta.

El ambiente entre la ex pareja estaba extrañamente tranquilo para lo sucedido la noche anterior. USA sentía un ligero dolor en sus piernas y cintura, pero no lo suficiente como para notarlo.

― ¿Qué te dijeron tus gobernantes cuando se enteraron de tu embarazo?― URSS se colocó delante del mayor y le extendió una bebida.

― Podrán decir lo que sea de mi gente― dio un sorbo― pero jamás me cuestionaron o intentaron hacer algo en contra de Jun.

― América―se puso serio― estoy hablando en serio cuando te digo que quiero volver a salir contigo.

― Sov...no es el mejor momento. ― Sonrió.― Nuestra relación no sería igual que antes. No te mentiré ni te diré que no me siento atraído hacia ti, pero lo mejor es esperar.

Esperar.

¿Esperar cuánto?

URSS suspiró. Suponía que podía esperar hasta que ambos volvieran a sentirse igual.

En primer lugar ¿Cómo fue que llegaron a enamorarse la primera vez? Si no mal recordaba, USA salía con China en ese entonces. ¿USA lo había dejado por él? ¿En serio tenía tan mala memoria?

Solo podía recordar su primer beso a inicios de la segunda guerra mundial.

Había deseado tanto en ese tiempo tener un bebé junto al estadounidense. Estúpidamente enamorado que no le importó ver a su nación caer sólo para poder estar con el mayor en paz.

Recordaba sus pensamientos de entonces, y ahora que podía ver a Jun correr en los pasillos de su casa, podía decir que se volvieron realidad. El niño era idéntico a URSS, cualquiera podía verlo, pero si le ponías la atención necesaria, te ibas a dar cuenta que en realidad se parecía más a USA de lo que aparentaba.

Para el soviético eran sus ojos, que si bien compartían color, el brillo y la curiosidad en ellos eran idénticos al rubio.

Un largo camino estaba por delante para tratar de recuperar su relación y poder tener una familia, pero mirando a Jun y USA, sabía que valdría la pena. Siempre lo hacía.

Parecía ser que el destino tenía una curiosa manera de actuar. Cuando fue obligado a separarse del americano, todavía hubo algo que los mantuvo unidos, aún si URSS no lo sabía, algo que jamás podría evitar que los volviera a unir.

Miró a Jun llegar a la lejanía a un lado de Ucrania y sonrió.

Podía esperar un tiempo.

La historia tiene un final abierto, tómenlo como deseen

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