III

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¿Cuánto más hoy los moretones brotarán de nuestra piel?
Lloraré, lloraré.
Saciará este corazón despierto
Secando nuestras lágrimas
Y lucharé para no llegar
a un mal final.








Takuya, 14 años, beta.

Takuya aún recuerda el día que vio a Hanagaki Takemichi por primera vez.

Fue un día soleado, él estaba enfermo y por ello se quedó en casa mientras veía a los niños jugar a través de las ventanas de su habitación.

Fue un mal día, había despertado con fiebre y su madre le prohibió salir a jugar con los demás niños.

Tan aburrido.

Estaba irritado murmurando lo mala que era su suerte cuando se quedó estático; observó a un niño pequeño de cabello negro y mirada triste. El niño bajaba de un auto junto a una señora mayor.

La señora Hanagaki, recordó.

Aquél niño hizo despertar su interés infantil, quería hablar con él. Necesitaba hablar con él.

Por primera vez en su vida por su mente cruzó la idea de desobedecer a su madre. La mirada de aquel niño de ojos azules, lo que fue el detonante para interesarse en el niño, era la más triste que había visto en su corta vida.

Necesito hacerme su amigo.

Estaba curioso

¿Por qué el niño está triste?

¿Quién era?

¿Por qué era traído por la señora Hanagaki?

¿Está de visita?

Muchas preguntas y ninguna respuesta, con todo el coraje que pudo reunir a la corta edad de cuatro años lo hizo: bajó rápidamente las escaleras, caminó a pasos rápidos a la puerta que daba al exterior de su hogar y la abrió fuertemente.

El ruido había alertado a las pocas personas que caminaban por la acera, entre ellos incluídos la señora Hanagaki y el niño triste, se alegró.

Cruzó mirada con los ojos azules del niño. No duró mucho porque su nuevo, autoproclamado, amigo apartó rápidamente la mirada y la dirigió a la señora mayor.

Le molestó que evitara verlo, así que se acercó lo más rápido que le permitían sus pequeños pies al de mirada oceánica y dió un saludo.

- Hola, soy Takuya- sonrió lo mejor que pudo para dar una buena imagen al pequeño.

No recibió respuesta de la persona a la cuál acababa de saludar, en cambió escuchó a la señora Hanagaki responder.

- Pequeño Takuya, este es Takemichi. A partir de hoy vivirá conmigo. Saluda Takemichi, no seas grosero- así que el niño sería su vecino.

Takuya se emocionó, podría jugar con el recién nombrado Takemichi todos los días.

Esperó expectante a qué el de mirada oceánica emitiera algún sonido que confirmara el reconocimiento de que aceptaba ser su nuevo amigo.

Se exasperó al no oír nada, tal parece que aquel sentimiento se pintó en su rostro porque el pequeño Takemichi empezó a jugar con sus manos nerviosamente.

Si no va a responder debería irme, se daría por vencido.

Si no le agradaba al nuevo vecino no debería de insistir en formar una amistad con él. Además salió de su casa desobedeciendo a su madre, debía volver rápido. Mamá de seguro me regañará si se entera.

OMEGA | Mikey&TakemichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora