Capitulo 2- Viajes

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Cuando fué sacada de su casa la montaron en un huargo y la ataron a la montura. Lo ultimo que vió antes de desmayarse fué su pueblo en llamas.

Un jarro de agua fría la despertó, era de día, no sabía cuantas horas había estado inconsciente, la herida en su cabeza le dolía pero parecía que ya no sangraba, tenía costras de sangre seca por toda la cara.
Echó un vistazo a su alrededor, estaban cerca de un rio, los orcos daban de beber a sus huargos.
Entonces, una sombra tapó el sol, volvió la vista y ahí estaba el orco que la atacó.
La tiró una cantimplora de agua, y cortó sus ataduras.
Nim lo miró desafiante, tomó la cantimplora y la arrojó con desprecio hacia otro lado.
Entonces el orco se abalanzó repentinamente agarrandola por el pelo y arrastrandola hacia el río hasta al llegar al arrollo donde la arrojó junto a los wargs que saciaban su sed.
Nim entonces volvió a temer por su vida al ver como las filas de dientes se aproximaban a su cara, podían devorarla de un solo bocado.

- Bebe- ordenó el orco

La joven obedientemente tomó la cristalina agua entre sus manos y mojó sus labios, no se había dado cuenta antes de la sed que tenía.
El orco se retiró satisfecho y se llevó a los wargs.
Aprovechó ese momento para lavar su rostro y arreglar un poco el vestido, aún tenía su espalda descubierta, lo intentó sostener con una cinta que arrancó de los bajos.
Ahora que tenía un momento de calma no pudo evitar preguntarse ¿por que no la había matado aún? ¿Acaso era por su tatuaje? Ella no comprendía el significado de los dibujos de su piel, las marcas habían estado alli desde que tenía uso de razón. Sabía que había algo en su pasado pero no conseguía recordar, ella había estado sola siempre.
De pronto unos ruidos la sacaron de sus pensamientos, podía oir choques de espadas, el relinchar de los caballos y gritos de guerra de hombres mezclados con los rugidos de los orcos, y por un momento tuvo esperanza en ser rescatada.
Hasta que algo se movió entre los arbustos aproximándose en su dirección, el wargo blanco emergió de entre la maleza cabalgado por su amo, el cual la agarró del brazo elevándola ágilmente para montarla a lomos del animal.
Huyeron a toda prisa dejando atrás la contienda. Algunos orcos les acompañaron pero la mayoría se quedó luchando, Nim reconoció los standartes con el árbol blanco dibujado, eran soldados de Gondor.
Cabalgaron tres días hasta llegar a un escondite en las montañas nubladas, cerca de Isengard y después dos días más hasta llegar a Moria.
Los huargos eran rápidos y resistentes, podían aguantar largos recorridos sin a penas agua ni comida y lo mismo ocurría con los orcos, fueron 5 días sin a penas nada, de vez en cuando la arrojaban un trozo de pan mugroso y si tenian suerte en encontrar algún riachuelo o algún charco en el barro podrían saciar su sed.
Pero lo peor no era la ausencia de suministros ni los escarpados terrenos que debían recorrer, si no, el tener que compartir montura con el general orco. Dia y noche, notando su mirada estudiando su espalda, sintiendo sus brazos rodeandola, escuchando su oscura y grave voz como el rugido de un león cada vez que daba una orden a sus subordinados.
Cuando llegaron a Moria la encerraron en una celda, y pensó que por lo menos dentro de esa jaula no tendría que estar cerca del pálido orco.
Durmió durante horas y horas, probablemente días. Cuando despertó encontró un trozo de pan y oscuridad, solo había oscuridad en el interior de esa mina donde nunca salía el sol.
Nadie vino a visitarla durante semanas, solo una vez al día la arrojaban un mendrugo de pan, comenzó a recolectar agua de una grieta en la pared pues a menudo no la dejaban ningúna cantimplora.
Su vestido blanco hecho girones no la permitía cobijarse del frío ni de la humedad de la roca y a medida que fueron pasando los días se fue sintiendo enferma, hasta que un día ya no se pudo levantar, yacía en el frío suelo, esperando morir de inanición, había perdido la nocion del tiempo y una vez más esperaba su final.
De pronto escuchó voces y una puerta se abrió.
Azog entró en las mazmorras y seguido de él iba el orco encargado del cuidado de dicha mazmorra.
Echó un vistazo a través de los barrotes la celda donde se encontraba Nim.
- Idiota!- Escupió hacia el otro orco - Ella debe permanecer viva- continuó mientras lo agarraba del pescuezo. -¡Abre la celda!- Ordenó al tiempo que lo soltaba estampandolo contra los barrotes.
Nim no podía entender la conversación y en ese punto no sabía si estaban realmente allí o estaba teniendo alucinaciones, la costaba enfocar la vista, pero vió como la celda se abría.
El palido orco entró y se acercó a ella, cerró los ojos deseando que se tratara de una pesadilla y entonces notó como la tomaba en brazos y la levantaba del suelo. Nim se desmayó.

El mapa - Azog X OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora