Y mirar las estrellas.
Lena se había permitido olvidarse de sus problemas durante un largo tiempo que le supo a un suspiro y un parpadeo. Se sintió como una hora que se desangra tan rápido en sus minutos que, cuando la atención ha vuelto al pasar del tiempo, se ve es ya demasiado tarde y los momentos de gloria concedidos se esfumaron demasiado rápido.
Fue parecido a dormir, en realidad. Al cerrar los ojos y perderse en el sueño no se siente el reloj de la vida crujiendo hacia el inevitable inicio de un nuevo día. Solo era estar levitando en una dimensión dentro de su propia mente y navegar en el océano de oscuridad.
"Lillian Luthor quiere hablar contigo".
Lena tomó el asa de su mochila con tanta fuerza que pudo sentir el pequeñísimo filo de sus uñas enterrándose en su palma, su rostro estaba limpio de emoción y hubo un vacío blanco detrás de sus ojos que la hizo querer retroceder el tiempo y simplemente quedarse en los escombros de su planeta.
Así quizás no fuese quien llevase tanta responsabilidad sobre los hombros, así quizás ella podría sentirse menos culpable por ser tan egoísta como era.
Al paso de los días que derramaban en un pasado sin reverso, más sangre caía en el piso de sus recuerdos.
"¿Cuándo?" La pregunta fue casi un gruñido enojado. Ella no debía ser la que se cedía a los deseos de alguien que se creía superior. Alguien que no le llegaba ni a los talones. El nombre de Lillian Luthor retumbó con fuerza en el buen ánimo que se había sentado dentro de ella.
"Ahora mismo" Marino Rojas limpió las migas de su boca y barbilla y señaló con el mentón hacia la salida de la oficina con aspereza "Anda donde siempre, ella quiere hablar a solas contigo".
Sin molestarse en hablarle, ella se retiró. Para su suerte, ese día ella tenía sus poderes listos. No había tenido la fuerza para inyectarse la kryptonita, no cuando Kara Zor-El estaba comenzando a ser una constante en su día a día.
No cuando deseaba que ella se convirtiese en esa constante con tanto ahínco.
Lena suspiró, cerrando los ojos mientras su oído extendía su capacidad, llegando a escuchar tantas cosas y tanto dolor. Ella se concentró en Noah, su amiga estaba entrenando a unos novatos; se concentró en Sam y Ruby, ellas estaban almorzando con Morgan. Se concentró en muchas personas menos en la que ella deseaba buscar.
Kara Zor-El. La cadencia de aquel nombre se deslizó en su mente con una suavidad aceitosa, manchada de culpabilidad.
Ella viajó hasta la Mansión Luthor, tomándose su tiempo y controlando la impotencia que explotó en su pecho. Cuando llegó, ella pasó sin problemas. Caminó el lúgubre camino y se quedó parada en la puerta hasta que la misma Lillian Luthor apareció frente a su rostro.
"Veo que te tomaste tu tiempo, Lena" Chasqueó Lillian con su típica nota de condescendencia. Dejó espacio para que la silenciosa kryptoniana entrase al lugar y cerró la puerta "Dime, ¿cómo está mi hija? Supongo que todavía delira. ¿Esa mujer y su hija siguen ahí?"
"¿Sabías que a Lex le dan recesos de quince minutos a las doce del día para que no se suicide por aislamiento o algo así? Ya no tiene privilegios, es lo justo" Lena se encogió de hombros y soltó la mochila sobre el sofá, girándose hacia Lillian con el rostro pétreo. La matriarca Luthor no se veía muy feliz "A veces él se niega, así que queda solo en su celda. Hay dos guardias en el pasillo, pero su celda está recluida y su ventana enrejada da en dirección a la caída al precipicio, así que está en un ambiente casi solitario allí. Además, dudo mucho que los guardias lo asistan si se pone a gritar por cualquier cosa. Ahora, Lillian, ¿qué decías?"
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Desde Krypton [Supercorp].
FanfictionLena y Kara son Kryptonianas, Kara nunca antes había visto u oído de Lena... Y ni siquiera sabe que Lena es de Krypton. Pero Lena sí sabe sobre Kara. Cuando Krypton explotó, la familia El envió a sus herederos a la Tierra para salvarlos. A la peque...