┊Capítulo nueve

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Una.

Dos.

Tres respiraciones calmadas para tratar de alivianar la inquietud que sentía al encontrarse fuera de una habitación que no era la suya. Después de dar una y mil vueltas al mismo asunto, decidió que ya era hora de ver caras nuevas.

Sakura le había autorizado a salir de la habitación, siempre y cuando dejara al tanto a más de una persona sobre su paradero. Le habían dicho que pronto le darían el alta, y había algo que debía hacer con urgencia antes de que pudiera salir por fin de aquel hospital. No es que le desagradara, pero estaba comenzando a odiar el color blanco.

Mordiéndose el labio inferior con algo de fuerza, presionó sus nudillos sin usar demasiada fuerza. Un débil «Pase» se pudo oír claramente del otro lado, y aquella fue la señal que necesitó para abrir la puerta e internarse enseguida en la habitación, respirando con más tranquilidad al no sentir tantas miradas encima. Sabía que estaba siendo el centro de atención, por alguna razón. Aunque para ella no era tan difícil adivinar el por qué.

Con la espalda recargada contra la puerta, recorrió la enorme habitación. Habían dos camas separadas por una distancia prudente, y, evidentemente, dos personas, dos hombres, reposaban por estas. Entonces, cuando el silencio reinó, las palabras de Sakura resonaron en su cabeza como una señal de calma.

Ellos estarán al tanto de tu visita. Recuerda esto, Hinata: Kiba y Shino son tus compañeros, pero más que eso, tus amigos de toda una vida. Les pedí que tuvieran toda la paciencia que necesites, y ellos sin dudar accedieron a ser de ayuda para ti. No tengas miedo, ¿sí?

—No tengas miedo —susurró para si misma, despegando su espalda de la puerta.

Jugando con sus manos, decidió mirar hacia una de las camas. Era un chico de cabello negro abundante, su cuerpo se encontraba cubierto por la bata del hospital, pero sobre todo por un montón de vendas y apósitos. Estaba recostado sobre la cama con la espalda contra el respaldo, y aunque Hinata había estado en esa posición también, podía apostar que él no se sentía para nada cómoda.

Tratando saliva, se preguntó mentalmente si él era Kiba, o tal vez Shino. Lamentablemente nadie le había dado una descripción acertada que ella pudiera seguir (en realidad lo hicieron, solo que en ese momento su mente trabaja a mil por hora, olvidando todo lo que Sakura le explicó sobre ellos).

—Ho-Hola... —saludó apenada.

—Oh, es Hinata —al oír su nombre, rápidamente llevó su mirada hasta la otra a cama. Él, a diferencia de su conpañero, se encontraba completamente recostado contra la camilla, con la vista sobre el techo y un montón de cosas que le impedían ejercer cualquier tipo de movimiento, no podía adivinar realmente de quien se trataba.—. Por un momento creí que era alguna enfermera. Shino, ¿Por qué no me dijiste que Hinata estaba aquí?

Shino. Nuevamente miró hacia el primer joven. Entonces él era Shino, y Kiba era el que no podía ver hacia ningún lado al estar imposibilitado.

—Lo siento, no preguntaste —bufó Shino. Él también estaba al tanto de que Hinata los visitaría, pero jamás creyó que sería tan pronto. Y de forma tan espontánea, además.

—Hinata, ¿Sigues ahí?

—Ahm... Sí, a-aquí estoy...

—Puedes tomar asiento ahí, si gustas —con esfuerzo, Kiba estiró su brazo hacia la única silla que se encontraba libre.

Hinata rápidamente asintió, tomando la silla y poniéndola en el espacio libre que había entre las dos camas. Era un poco incómodo si se lo preguntaban, sobre todo porque no sabía muy bien hacia donde mirar. Kiba no podía mover su cuerpo, y pese a que Shino se encontraba apoyado contra el respaldo, tampoco es como que pudiera hacer mucho. Él solo se limitaba a parpadear de vez en cuando, y a respirar, claro.

Not remember you ┊NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora