01. Las tazas sobre el mantel.

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Era una tarde gris, la ciudad callada al igual que siempre. Los pocos habitantes parecían coordinarse para no hacer acto de presencia por la tarde, las ventanas abiertas dejaban de ver como las primeras gotas de la lluvia mojaban a esta.
El padre de la familia no tardaría en llegar y la ansiedad comenzaba a darle un dolor de estomago que lo hizo sentarse en el viejo sillón de la sala.
Su madre estaba calentando el agua en la pava, sabia que ella también esperaba su llegada ansiosa pues escuchaba sus pies chocar contra el suelo repetidas veces.
El viejo auto se escucho, la lluvia aceleró un poco pero no lo suficiente como para hacerse oir demasiado, todavía el silencio inundaba la habitación.
Los pasos lentos de su padre se escucharon y aunque paso poco menos de dos minutos él lo sintió como horas.
Su padre era un hombre feliz, agradecía su familia desde el día uno, eran solo ellos tres, con él había aprendido la mayoría de cosas, lo había apoyado en sus sueños y nunca demostró disconformidad con su hijo. Eso había sido siempre hasta no mas de unos meses donde su padre parecía siempre cansado, una mueca de disgusto y malestar habitaba en su rostro y no lo entendía pero sabia que algo estaba mal. Luego de un tiempo comunico cual era su mal estar, sus dolores de cuerpo no lo dejaban dormir y sus ojeras lo delataban. Día y noche Mauro pedía a su padre que vaya al medico a revisarse, había ahorrado dinero de su trabajo para pagarle la medicina si era necesario y estaba dispuesto a trabajar mas si los tenia que mantener. Su padre no lo escucho, decía que si el doctor le hacia tomar reposo su trabajo estaría perdido.
La familia Monzón era de clase baja, su ingreso aun con tres personas trabajando era escaso y con suerte llegaban a fin de mes. Su madre trabajaba limpiando, eran pocas horas ya que era una señora grande que desde chica trabajaba y sus huesos no soportaban tantos años de trabajo. Su padre trabajaba casi todo el día, era mecánico y su sueldo no era demasiado a pesar de trabajar mucho tenia que pagarle a dos empleados. Mauro en cambio trabajaba de todo lo que podía, cortaba el pasto, ayudaba con la mudanza, pintaba y así varias cosas mas, al no tener un sueldo fijo había días en los que no podía llevar dinero a su hogar y aunque su familia no quería que trabaje estando en la secundaria el no pensaba ver a sus padres romperse el cuerpo para mantenerlo y él no ayudar.
Su padre no mejoraba como él decía, y acepto ir al medico el día en el cual le fue realmente imposible levantarse de la cama para ir a trabajar, todo su cuerpo se sentía débil y el dolor era inhumano. Eso había ocurrido hace una semana y media y hoy su padre tenia que ir por los resultados de los análisis.
La razón de la ansiedad que se manejaba en el hogar era recordar la cara de disconformidad del doctor al revisar a su padre, había pasado noches sin dormir por ese gesto del medico.

Su madre colocó la pava sobre un periódico viejo, las tazas sobre el mantel. Su padre entro con su sonrisa característica y aunque tenia un mal presentimiento se alivio un poco.
Se sentó en la mesa y al lado su padre quien le revolvió el pelo como cuando era chico. Nadie decía nada, todos parecían lo suficientemente concentrados en el té como si fuera la cosa mas importante en ese momento.

- Iba a comprar unas facturas y lo de Carmen estaba cerrado.- soltó su papá de la nada.

- Son las cuatro y media y abre como a las cinco, cinco y algo.- recordó su mamá.

- El otro día me llamo para que le corte el pasto y la ayude con algo de las flores que tiene, me dijo que no abre hasta las cinco porque en este pueblo se toma en serio la siesta y ella aprovecha para regar las plantas.- dijo Mauro soltando un risa que mas que risa era un suspiro.

- Y ¿como te fue en el doctor amor?- preguntó la madre lo que quería saber hace rato pero jamás se animaría a preguntar. El gesto en el rostro de su padre cambio un poco, sabia que había algo que no quería decir.
El mayor sacó un papel, el resultado del análisis y se lo entrego a la madre, el rostro de la mujer cambiaba a medida de que iba leyendo.

- ¿Es mentira amor? decime que es mentira.- decía la mayor con la angustia plasmada en su rostro.

- Jamás mentiría con algo de eso, pero te juro que voy a estar bien.- contestaba su esposo.

Mauro saco rápidamente el papel de las manos de su madre, la cual lloraba desconsoladamente ahora abrazando a su padre, todo comenzó a nublarse un poco mientras leía, se sintió totalmente aturdido cuando leyó la ultima parte. "Tumor-tipo maligno- cáncer".
Algo dentro suyo se derrumbó, escuchaba los sollozos de su madre a lo lejos y el consuelo de su padre era casi inaudible.
Un ruido se escuchó, Mauro se había desmayado.



Té para tres [litcko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora