El sol de la mañana pego en su cara, y tan pronto su consciencia volvió, el dolor de cabeza no tardo en hacerse presente. Maldijo haber dejado la ventana abierta, pero al momento que pensó eso se dio cuenta que su ventana nunca estaba abierta ya que estaba rota. Un pequeño flashback de un morocho conocido apareció, junto con su peso encima, el cual lo hizo abrir los ojos rápidamente.
Completamente aturdido por la situación se saco al morocho dormido de encima y se sentó en la cama, confundido e intentando recordar algo.—Buen día.—hablo con voz ronca el mayor, quien se frotaba los ojos y su cara demostraba que hace pocos segundos se había despertado.
—Buen día.—dijo Monzón todavía algo consternado por la situación.
—Debes tener un dolor de cabeza, para tu suerte ya estoy acostumbrado así que toma.—le entregó una botella de agua y una pastilla.
—Gracias compa.—le regalo una sonrisa forzada, ahora no solo le dolía el corazón a mas no poder, sino también la cabeza.
Mauro era una persona mas bien extrovertida, a cada lado que llegaba él tenia que sacar su lado humorístico enseguida, eso era algo que si bien le había servido con amistades, también incomodaba a muchos. Su humor era algo acido, y no tenia mucho filtro, nada de filtro a decir verdad. Ese era su encanto, por mas de que incomodaba a algunos, Mauro nunca dejaba de ser quien era, y tenia una especie de poder que hacia que el ambiente a su al rededor se transforme.
Si bien muchos no lo entendían y les parecía desubicado, ese era el único mecanismo de defensa que tenia el joven, si no bromeaba con sus problemas estos terminaban consumiendolo de la forma mas negativa existente.
Algo había cambiado desde que su padre anuncio su enfermedad, cambio aún mas cuando supo que no iba a sobrevivir, que no podía engañarse pensando que su padre iba a ser ese uno en un millón. Ni siquiera podría decir en voz alta su enfermedad ¿como iba a bromear con eso?, su animo había bajado demasiado y por suerte se había ocupado la cabeza con trabajo, eso no le hacia olvidar que vivía en una cuenta regresiva, pero por lo menos era una excusa para no ver a sus amigos, para no fingir y que lo descubran. Últimamente no los veía mucho, de vez en cuando se juntaba para no generar sospechas, de igual manera siempre tenia las excusas de familiares o de ayudar a su madre en la casa o a su padre en su trabajo.
Nadie se había dado cuenta de nada, nadie noto algo raro.
O bueno, no hasta ese justo momento.—¿Estas bien? ¿me parece a mi o estas raro?—Ignacio lo examinó con la mirada, desde que lo encontró tan borracho en la fiesta intuyó que había algo raro, un motivo por el cual emborracharse hasta perder la conciencia.
—Sí, estoy bien, debe ser la resaca.—contestó tratando de convencer, que un desconocido se diera cuenta de que algo le pasaba antes que cualquiera de su entorno daba un poco de pena. Eso lo llevo a sacar dos conclusiones: Matías era un brujo y su intuición era anormal, o simplemente era muy malo ocultando sus emociones y estados de animo. En el caso de que fuese lo segundo, tendría que trabajar mucho en eso antes de ver a sus amigos, no se sentía preparado para esa charla.
—Puede ser... igual creo yo que hay algo que estas ocultando, la ultima vez que nos vimos antes de que te desmayaras estabas haciendo chistes sobre tu abuelo fallecido.—rieron un poco al recordar lo ultimo.
—Ese viejo, no puso ni un peso para pagar la luz y nos aumentaron casi cuatro lucas, encima se hacia el dormido, después nos dicen insensibles por haberlo desenchufado.—el mayor se comenzó a reír y contagio a Mauro.
—Creo que no se estaba haciendo el dormido, me pa' que estaba en estado vegetativo.
—Full vegano el viejo.
Mauro hizo un par de chistes mas y siguieron riéndose por bastante tiempo, casi que se había olvidado lo que era hacer reír tanto a alguien con sus chistes. Monzón creyó haber engañado al mayor con sus chistes, pero estaba equivocado.
—Sos muy gracioso, pero yo se que te pasa algo, mi bisabuela era bruja algo herede.—dijo el mayor, entrecerrando los ojos y haciéndole saber que tarde o temprano se iba a enterar.
—Me parece que o tu bisabuela era demente antes que bruja o la intuición te llego media fallada.—comenzó a ponerse las zapatillas y cuando termino le regalo una sonrisa, esta vez una real.—¿Salgo por la ventana o me abrís?
—Te abro, no se si te acordas que subimos unas escalera, por lo tanto estamos en el segundo piso y si salís por ahí te vas directo con tu abuelo.—bromeó levantándose de la cama, su pelo despeinado, sus ojos hinchados, una remera y short bastante pequeño que solo uso para no dormir en boxers y llegar a incomodar a su invitado.
Bajaron las escaleras, su madre trabajaba hasta la tarde, y su padre y hermana siquiera vivían en la ciudad.
Se saludaron con un choque de manos y un pequeño abrazo.
—Adiós, gracias por no dejarme desmayado en la ruta, ah y por el helado de agua, recién me acuerdo de eso.—se despidió Mauro, mas formal de lo que hacia con sus amigos, y mas genuino de lo que había estado en sus conversaciones en el último tiempo.
—De nada, cuando quieras, pero cuidate ahí veo que la próxima no estoy ahí y te secuestra un viejo.
—Y si tiene plata...—bromeó una ultima vez antes de irse del hogar, no se dio cuenta hasta tres cuadras después de que iba caminando con una sonrisa en su rostro, ni siquiera sabia para donde estaba caminando, por lo tanto cuando enfocó su vista al frente se dio cuenta que ese no era el camino a su casa y tuvo que volver una cuadra atrás para seguir su camino.
Parecía que pasar un buen momento y reirse un rato era lo único que necesitaba, cegar su mirada un rato y solo pensar en cosas buenas.
Cuando llego a su casa se dio cuenta que su dolor no iba a esconderse por mucho tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Té para tres [litcko]
FanfictionLa familia Monzón no estaba pasando su mejor momento, la ciudad no estaba enterada al igual que ninguno de los amigos del menor. Nadie sabia que su vida se caia por pedazos, nadie sabia su historia.