02: un poco de miel

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Los padres se vieron obligados a salir de la conmoción en la que se encontraban, para pronto preocuparse al ver a su hijo desmayado

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Los padres se vieron obligados a salir de la conmoción en la que se encontraban, para pronto preocuparse al ver a su hijo desmayado. No era la primera vez que pasaba.
Mauro había sido diagnosticado con ansiedad hace bastante tiempo, y sus padres trataban de no abrumarlo ya que habían presenciado sus ataques de ansiedad y pánico y los ponía muy mal no saber bien como ayudarlo, por lo tanto preferían no estresarlo con nada. Hubo una semana intensa donde el clima de el hogar era tenso y las peleas eran frecuentes, Mauro tenia mas trabajo, se sobreexigía con la escuela y uno de esos abrumadores días luego de que su madre le contara que su perrita estaba enferma y lo mejor era dejarla ir, Mauro se desmayó. Luego de llevarlo al hospital, los médicos hablaron con sus padres, su desmayo era debido a una sobrecarga emocional, como su cuerpo estaba agotado de tanto estrés en lugar de tener un ataque simplemente se desmayó. Los doctores le recomendaron paciencia y tranquilidad para hablar con él, y que aunque esto podría pasar varias veces mas nunca dudarán en llevarlo al hospital para revisar si todo estaba bien.    
Los padres del menor recordaron las palabras del doctor y llamaron a la ambulancia que tardo poco minutos en llegar.
Al llegar al hospital los doctores avisaron que había una bajada de presión previa y esto ocasionaria que el menor tarde mas en despertarse, pero de igual forma su estado de salud era perfecto.
El celular de Mauro sonó, llamada entrante de Valentín Oliva, uno de sus mejores amigos.

—Hola Valen.— decidió atender la mamá del menor por si el joven necesitaba algo urgente, Valentín era como su otro hijo y lo conocía desde que nació, dos años antes que su hijo.

—Hola ma, Mau esta ahí? no me contesta los mensajes.— Oliva llamaba mamá a la madre de Monzón y Mauro hacia lo mismo con su madre, ellos eran como hermanos.

—Estamos en el hospital, se desmayó, al parecer se le bajo la presión pero esta bien.

—Ya voy para allá.— dijo de inmediato Oliva.

Valentín se encontraba en la casa de Mateo, mejor amigo suyo y de Mauro, y también estaba un amigo suyo con el cual habían salido el fin de semana pasado a un boliche de la zona. Al informar de la situación Mateo casi sale corriendo al hospital y lo tuvo que agarrar Valentín para que no lo haga, así que partieron los tres rápidamente al hospital. 

Llegaron y luego de estar cinco minutos perdidos por el hospital encontraron la sala, afuera estaban los padres de Mauro.
Mateo, el cual era como un nene chiquito y se llevaba muy bien con la madre de su amigo, corrió a sus brazos y la abrazó.

— Hola mateito, ¿Cómo estas chiquito?— dijo la mayor con ternura, los amigos de su hijo eran como sus hijos también.

—Bieen, pero tengo miedo por mau ¿va a estar bien?— preguntó con algo de miedo ya que se había perdido la parte donde Valentín decía que estaba bien y solo era un desmayo, a decir verdad solo escucho Mauro y hospital y se asusto, no le gustaban los hospitales y sabia que a Mauro tampoco.

—Obvio matu, en un cachito ya sale y vamos a casa y te hago la chocolatada como te gusta ¿querés?—  hablo la mayor mientras acariciaba el cachete del morocho y se desprendían del abrazo. El menor asintió sonriente y fue a abrazar al papá de Mauro al cual también le tenia mucho cariño.
Los otros dos amigos fueron a saludar a los padres.

—Valen no me presentaste a tu amigo.— dijo la mujer quien no conocía al alto chico que estaba con los amigos de su hijo.

—Hola, soy Ignacio Spallati, amigo de su hijo.— no tardo en presentarse.

Luego de una corta charla donde la madre de Monzón preguntaba de donde se conocían y el menor respondía con lo que podía ya que en realidad solo había visto a su hijo una vez, un medico llego y les dejo pasar a la sala. 
Mauro se había despertado hace un rato pero lo tenían respondiendo preguntas mientras que los médicos terminaban de corroborar que todo estuviese bien. 
El menor se sorprendió al ver a sus amigos entrando en la sala, aun mas se sorprendió al ver a Ignacio.
Pasaron pocos segundos para que Mateo se tire encima suyo abrazandolo con fuerza.

—¿Viste la luz al final del túnel Maurito? ¿Casi te vas a tomar mates con Gustavo Cerati? dramatizó Mateo haciendo reír a los presentes.

—Ojala.— bromeo Mauro, recibiendo un quejido por parte de su madre.

El doctor llego a la sala y anunció el alta del paciente, pidiendo que los presentes se retiren así el menor podría cambiarse.
Cuando Mauro salió y vio a su padre sonriendole la angustia se hizo mas presente aun y corrió a darle un abrazo por mas inesperado que se vio.
La madre del menor invitó a todos los amigos, incluido Ignacio, a merendar, al aceptar todos se dirigieron al hogar.

En la casa las charlas fluían, las risas retumbaban y todos los presentes sintieron que todo estaba un poco mejor.
A pesar de que no, el ambiente estaba dulce como una cucharada de miel, y la amargura se disipó del paladar por unas horas, era lo que todos necesitaban por un rato.

Un poco de miel
Un poco de miel
No basta...

Té para tres [litcko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora