Capítulo XI

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                                    CAPITULO XI

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                                    CAPITULO XI

  Noah levantó nuevamente su, casi acabado, vaso de whisky y lo apuró a sus labios; había sido un estúpido, por supuesto que Eli estaba con Mika. Había vuelto a la aldea tan pronto como pudo, quería disculparse por lo que había pasado en el río, por cómo había actuado Irina y por todas esas cosas que había querido decir y no se había atrevido. Pensó en el beso que habían compartido, en los dulces y suaves labios de Eli, en lo mucho que se había asustado cuando pensó que se había ahogado; pero todo eso solo le recordó una cosa, Irina no se había equivocado, todas las chicas con las que había estado, eventualmente lo habían dejado, no podía culparlas; él nunca había sentido que perteneciera a alguna de ellas, que las amase... ni siquiera a Irina, que había sido la única que siempre había estado ahí, tal como había dicho.

  Tal vez su primer pensamiento había sido acertado, aquella chica no era para él, el amor no era para él, de eso estaba seguro, todo en su vida se lo había confirmado, amar era perder; habían muchas cosas por las cuales tenía que preocuparse, solo faltaban unos días para los tributos, debía conseguir algo que cazar, y sacarse a Eli de la cabeza para siempre; no podía permitirse flaquear, no podía ser débil y blando, y eso era exactamente lo que el amor lograba.

  —Otro trago — Pidió al hombre robusto detrás de la larga barra de madera rústica.

  —Deberías ir a casa, Noah — Recomendó el hombre con la botella vacilando en su mano — Has bebido dos días seguidos, eso no es propio en ti ¿Qué sucede?

  Noah tenía pocos amigos, a pesar de ser uno más de los habitantes de la aldea, nunca había sentido ese sentimiento de pertenencia, solo se había quedado porque Mika lo había necesitado, pero sentía que su lugar estaba lejos de todo eso. Siempre había tenido esa sensación de estar esperando algo, de que algo le hacía falta, algo que realmente le hiciera sentir que ese era su lugar. Respiró profundo y golpeó suavemente la barra con el fondo del vaso vacío y alzó su ceja esperando.

  —De acuerdo — Cedió el hombre — Pero no digas que no te lo advertí.

  Vació nuevamente el líquido en su vaso y se dio media vuelta. Noah tomó un nuevo sorbo del whisky; el rancio sabor invadió su garganta, pero ya estaba suficientemente embriagado como para apenas notarlo.

  Una mujer alta y con un gran escote, se sentó a su lado; Noah volteó los ojos cansado, esa era una de las cosas que odiaba de aquel lugar, nunca estabas solo, siempre alguien intentaba acercarse a ti, siempre buscando algo. La mujer le sonrió y extendió sus largos dedos hasta su mano.

  —Estás muy solo hoy, tal vez necesitas compañía — Murmuró insinuantemente mientras se inclinaba hacia él — Puedo hacer que te olvides de todo.

  En otras circunstancias tal vez lo habría hecho, se habría dejado llevar por aquella mujer hasta alguna de las habitaciones de la planta superior, se habría emborrachado y la habría tomado sin pensarlo dos veces; eso era lo que siempre hacía para borrarlo todo, para olvidarse de todo.

La Regente (Petrova) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora