Capítulo 6

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar. Sólo publico en Fanfiction y Wattpad, si encuentran mis historias en otros lugares y con otros personajes que no sean de Inuyasha entonces es PLAGIO.

Parte 6:

El ascensor bajaba lentamente los 30 pisos de la torre "Kaze" y Kagome, en aquel pequeño cubículo sola y triste, lloraba amargamente por lo sucedido. Se sentía humillada, engañada... había querido desde el fondo de su corazón corresponderle a la amistad que el abogado le brindaba, quería al fin confiar en alguien... pero se había equivocado, él sólo actuaba como con todas las mujeres que se acercaban a él y se convertían en amantes. Ella no era así, ella no sería juguete de nadie, ni la amante de nadie. Bastaba con su propio sufrimiento de vivir en un infierno y el estar sola en el mundo. Eso bastaba. Cuando el ascensor abrió las puertas caminó rápido hasta la calle y ya afuera lo único que hizo fue caminar. Humillada, engañada... no era nada... comparado con lo que él había hecho... la había besado... ella se llevó los dedos a sus labios y un escalofrío recorrió su cuerpo... fue su primer beso.

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Recogió la espada que yacía tirada en el suelo y la cubrió lentamente con la funda negra. Lo había echado a perder, Miroku tenía razón ella era demasiado frágil y él se había comportado como si hubiera estado cortejando a cualquier mujer.

- ¡Maldición!- Se dijo entre dientes, mientras miraba la espada que su padre le había dejado como herencia, entre tantos objetos valiosos, la espada era lo que más apreciaba. Como Kagome, entre tantas mujeres, ella resaltaba. Dejó la espada sobre la mesita de centro y se tumbó en el amplio sofá, cerró los ojos y un escalofrío involuntario recorrió su cuerpo. Llevó dos dedos a sus labios y los acarició lentamente, es que aún sentía la tibieza y suavidad de aquellos labios femeninos. Los labios de Kagome, que aunque no había correspondido a su impetuoso beso aún podía sentirlo casi tiritando sobre los suyos. ¡Maldición!!!... ¿por qué demonios la dejó ir así???... en eso Inuyasha se levanta de golpe. - Pero... ¡esta muy lejos de su casa!!!- Exclamó dándose con la mano en la frente. Tomó su chaqueta que yacía en el sillón pero justo cuando abría la puerta se encontró con una mirada fría y oscura que conocía muy bien. - Kikyo... - Pronunció apenas.

Ella entró al departamento sin tomarlo en cuenta, muy disgustada.

- Estuve llamándote toda la tarde, ¿por qué no contestabas? – La voz de Kikyo era de altivez y seguridad que a Inuyasha le sorprendió un poco, mirándola con sorpresa y enojo, mientras cerraba la puerta.

- ¿Me estas interrogando?? Kikyo... ¿Cuántas veces debo decirte que ya no hay nada entre nosotros?

Ella sólo torció un poco los labios y luego se sentó en el sillón.

- ¿Y esto?- Preguntó mientras tomaba la espada, Inuyasha corrió hasta ella y se la arrebató bruscamente de sus manos.

- No es nada- Respondió, mientras se retiraba con ella hacia el interior de la habitación. Kikyo, exasperada, aguantó en parte la humillación que últimamente le brindaba el abogado. Luego sus ojos se dirigieron hacia la mesita de centro nuevamente y allí vio dos pequeñas tazas, una de ellas estaba a medias de té verde. La mujer arrugó la frente y se levantó del asiento para tomarla entre sus manos, inspeccionándola. Inuyasha volvió y la vio.

- ¿Con quien estuviste?- Preguntó con reproche.

- Eso no es asunto tuyo... Kikyo, debo irme, por favor, te ruego que te vayas.

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