Capítulo 11

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar. Sólo publico en Fanfiction y Wattpad, si encuentran mis historias en otros lugares y con otros personajes que no sean de Inuyasha entonces es PLAGIO.

Parte 11:

Sobre sus suaves y cuidadas manos, la mujer sostenía una perla de color rosa pálido engarzada en una especie de pequeña corona de oro que la sostenía junto con la finísima cadena. La miró a contraluz inspeccionándola con interés mientras una semi sonrisa se dibujaba en su rostro.

- Muy bonita... - Dijo entre dientes. Pero su rostro cambió al recordar a la dueña de aquella preciosa joya y sus manos se crisparon de rabia y la cubrió con su mano fuertemente.

- Esta perla va a ser una pieza importante en mi plan... no fallaré esta vez.- Acotó con voz firme, mientras se dirigía hacia el tocador y colocaba la perla en un pequeño cofre.

Fue interrumpida con pequeños golpes en su puerta.

- Señorita Kikyo... la buscan... - Dijo la sirvienta desde el otro lado de la puerta. Kikyo caminó hasta ella y la abrió, mirando sin expresión a la mujer.

- ¿Quién?

- Dice llamarse Kanna...

Kikyo abrió los ojos con sorpresa.

- Iré a verla.- Respondió secamente, cerrando la puerta de la alcoba y bajando las escaleras.

En la sala de la lujosa mansión, vio a una mujer joven de cabellos claros y ojos inexpresivos.

- Señorita Kikyo.- Dijo levantándose de su asiento, mientras Kikyo pasaba por su lado mirándola de arriba abajo y sentándose finalmente frente a ella.

- Puede sentarse.

La mujer se sentó nuevamente y comenzó a hablar.

- He venido... porque él me ha dicho que tenía que hablar con usted... debe decirme algunas características para encontrar lo que esta buscando. Se necesita tiempo para encontrar al perfecto.

- Lo sé... aunque... no me gusta mucho esto porque es un arma de doble filo para mí... sin embargo... estoy de acuerdo con usted... debe encontrar al perfecto, para que no haya dudas.- Acotó Kikyo mientras se recostaba en el sillón, esbozando una amplia sonrisa de satisfacción.

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Desde lo alto se divisaba la espectacular vista del océano, las olas chocaban incansablemente sobre las rocas mientras Kagome las miraba con alegría desde donde estaba. Estiró los brazos en señal de libertad y respiró profundamente la brisa marina. Su corazón palpitaba locamente, sentía que era libre, que finalmente las cadenas que la aprisionaban se aflojaban de sus muñecas y era libre. Sonrió ampliamente y volteó para mirar al joven que la observaba tiernamente sentado sobre la parte delantera del auto rojo.

- Este lugar huele a libertad- Dijo Kagome avanzando hacia él mientras se llevaba una mano al elástico de la coleta y lo tiraba de sus cabellos, dejando que estos cayeran sobre su espalda. Inuyasha estiró el brazo y agarró una mano de ella y con un pequeño movimiento la hizo acercarse a él mientras reía alegremente.

- Sí.- Respondió, mientras acercaba sus labios a la cálida frente de ella. Kagome se aferró a su cintura mientras cerraba los ojos. Nunca había experimentado tanto cariño por parte de un hombre, al menos esta clase de afecto. Todo era nuevo, desconocido y locamente agradable.

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