Capítulo 15

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar. Sólo publico en Fanfiction y Wattpad, si encuentran mis historias en otros lugares y con otros personajes que no sean de Inuyasha entonces es PLAGIO.

Parte 15:

Kagome lo miró sonriente y complacida, él parecía embobado con su presencia. La chica se ruborizó un poco y dijo tomándole una mano.

- ¿Vamos?

Inuyasha sintió su mano cálida y luego de unos instantes en que se convenció mentalmente que ella estaba presente, a su lado, y que no era un sueño, sonrió feliz mientras apretaba más su mano. Al llegar al salón, Kagome miró todo a su alrededor maravillada. Todos bailaban una suave música pero el chico se percató que varios hombres miraban fijamente a Kagome y eso lo irritaba. Inuyasha miró a la chica y se percató que el vestido llevaba una abertura al costado derecho lo que dejaba al descubierto, al caminar, gran parte de su pierna. Ya no parecía la niña que había sorprendido con una falsa bomba en sus manos unos meses atrás... menos le recordaba la chiquilla llorona que había llegado de paracaidista a su fiesta de cumpleaños. Ella era Kagome, la que pronto sería mayor de edad, la que dejaba de un día para otro de ser la sumisa chica a la decidida y valiente mujer.

- ¿Bailamos?- Preguntó ella con su suave y melodiosa voz, como si nada, como un sueño. Inuyasha enlazó una mano a su cintura y con la otra la retuvo desde la espalda, y ella se abrazó a su cuello fuertemente, tan juntos sin querer separarse. Se movieron lentamente, mirándose a los ojos sin decir nada. Ella parecía feliz, radiante, él también, pero estaba confundido.

- Te llamé durante la semana... - Dijo en un susurro sin dejar de mirarla.

- Lo sé... no podía contestarte- Respondió ella cambiando a una expresión triste mientras colocaba su cabeza en su pecho, aspirando profundamente el inconfundible aroma de su perfume varonil. -... pero te extrañé demasiado...

Sus palabras hicieron que la apretara más a su pecho.

- Y... ¿como... llegaste aquí?- Preguntó apenas mientras él aspiraba el exquisito aroma de su cabello. Ella sonrió.

- Me escapé- Respondió divertida. Inuyasha se detuvo y bajó la vista sorprendido. Ella, sabiendo el efecto de sus palabras, levantó la cabeza y lo miró aún sonriente.- ¿qué?

- ¿Te escapaste?- Repitió él sin creer lo que ella estaba diciendo. La muchacha hundió nuevamente su cara en su pecho y comenzó a moverse lentamente, guiándolo casi en el baile.

- Lady Kagura no me deja salir de la casa... así que no me quedó otra opción.- Respondió sin más, restándole importancia al asunto. Inuyasha permaneció callado. Tenía razón, Kagome ya no era la misma niña sumisa y temerosa que era. ¿Por qué? La respuesta a su pregunta fue contestada por Kagome como sabiendo lo que él pensaba.- No podía dejarte, haría cualquier cosa por estar a tu lado... eres lo único que amo.

Siguieron bailando tranquilamente. Luego de que la canción terminó, Inuyasha la guio hasta los balcones de la residencia, entre la semi oscuridad del lugar y mirándola con devoción, posó su mano en su cuello y la besó. Ella se abrazó a él fuertemente y correspondió con ansias a sus besos. Lo extrañaba demasiado, extrañaba sus besos y sus caricias, sus palabras de aliento y de amor, sus especiales ojos que la miraban con amor.

- Te amo.- Dijo Inuyasha entre suspiro, devorando cada beso de ella, adentrándose más en su exquisita boca, mientras su otra mano daba suaves masajes en su espalda, caricias que provocaban suaves gemidos en ella, porque sus masculinos dedos quemaban su nívea piel, sus besos hervían la sangre... ¿Qué era todo esto? Ella luego puso ambas manos sobre su pecho mientras se separaba forzosamente de él, sabiendo que ambos perderían el control de un momento a otro. Lo miró sonriente, mientras Inuyasha la miraba boca abierto. La imagen de ella a la luz de la luna era de otro mundo. Radiante, como un ser sobrenatural, increíblemente bella y sus labios rosados por la fuerza de sus propios besos. Ella llevó una mano a su pequeño bolso que colgaba de su muñeca y sacó una cajita negra con un lazo rojo.

- Es para ti.- Dijo entregándosela a Inuyasha que la miraba sin comprender.- es tu obsequio de Navidad.

Inuyasha lo abrió y sacó de él una fina lápiz de tinta con un pequeño grabado a un costado. "Te amo".

- Eres abogado... espero que cada firma que plasmes con ella te de suerte.

Inuyasha miró el objeto y luego su mirada se posó en la de ella.

- ... tu regalo...

- Ya me lo has dado... - Dijo ella complacida- el sólo verte esta noche me basta.

- Pero sí te compré un regalo... es sólo que no lo he traído... creí... que no vendrías... – Respondió él tristemente.

- Me lo darás...

- ¿Cuándo te veré?- Preguntó ansioso.

- No lo sé... las cosas se han complicado mucho en casa... ella quiere que me case con Naraku...

- ¡No lo permitiré!- Dijo lleno de ira mientras apretaba sus puños con fuerza. Kagome acarició su mandíbula lentamente, haciendo que aquella pequeña caricia calmara toda la ira que lo estaba embargando.

- Claro que no lo haré... - Respondió conciliatoriamente. Inuyasha se llevó la cajita al bolsillo y casi arrinconándola en una esquina, comenzó a besarla nuevamente. Se estrechó tanto a ella que la chica sintió entre sus piernas la fuerza de su entusiasmo. Su corazón comenzó a latir locamente, mientras todo nuevamente comenzaba en ellos. La sangre comenzaba a hervir entre sus venas y los besos se hacían casi de forma desesperada. Inuyasha acarició su pierna desnuda suavemente, provocando en ella un pequeño gemido que fue tapado de improviso por la boca masculina, con un beso siempre más profundo que el anterior, mientras allá adentro en la sala de baile se dejaba escuchar una suave música...

Kagome sintió los besos de Inuyasha plasmados en su cuello, provocando más gemidos incontrolables mientras se abrazaba a él con fuerza. Su cerebro comenzó a dar señales de alerta para recobrar la cordura.

- Inuyasha... debo... debo... irme... - Dijo entre suspiros, pero él nuevamente subió a su boca y la volvió a besar.

- No... no... no dejaré... que te vayas... - Respondió él entre beso y beso, porque estaba decidido, esta noche ella sería suya sin importarle lo demás. Pero Kagome nuevamente posó sus manos en su pecho, deteniéndolo y mirándolo con dulzura.

- Debo regresar a mi casa... esta noche... no puedo quedarme.

Desilusionado, suspiró pesadamente y con resignación comenzó a sentir la brisa helada de la noche que no había tenido tiempo de sentir. Se acercó a su frente y posó un cálido beso en ella, mientras llevaba una mano a su cara y luego le decía al oído con voz ronca.

- Esta bien... pero la próxima vez... esto terminará de otra manera.

Continuará...

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