Capítulo II

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Había olvidado lo bien que se sentían los labios de Lee, y era un poco vergonzoso recordar que la primera vez que me besó fue durante un juego en la universidad, nadie se imaginó que terminaríamos saliendo cerca de un año.

-Te extrañé –Susurró contra mis labios al separarse.

-Yo también te extrañé –Murmuré posando mis temblorosas manos en su pecho sin apartar la vista de su rostro.

Jaló suavemente de mí al interior de su departamento y volvió a besarme, no iba a negar lo mucho que me gustaba e internamente ya sabía que esto terminaría mal. Arrastré mis manos desde su pecho hasta su nuca intensificando el contacto. Su agradable perfume me inundaba completamente, el roce de su lengua y sus manos recorriendo mi espalda, eran la invitación de una noche que no debí aceptar.

-Espera, Lee... -Lo aparté un poco. Mi corazón estaba a mil.

-¿Esperar qué? –Preguntó suavemente mientras dejaba pequeños besos en mis mejillas –Me gusta que estés conmigo nuevamente.

-No, Lee –Me alejé unos pasos de él, su mirada denotaba un deje travieso, es obvio que estaba jugando conmigo –Dijiste que querías hablar, si no es así...

-¿Y si no es así qué...? –Espetó entre una media sonrisa. No podía contra él, el semblante de niño bueno ya no estaba en él, y esa dualidad era algo que amaba. Ahora mismo tenía al Lee soberbio, al Lee idol, el que solo con una palabra, un gesto o una caricia tendría todo lo que quisiera.

-Lee, no me hagas esto –Susurré al tiempo que volvía a por mis labios.

Y todo se fue al carajo.

Me guió hasta su habitación entre besos, lo deseaba después de todo, internamente sabía que ir a su departamento significaría terminar en su cama. Su sonrisa de autosuficiencia seguía allí acompañando a esa mirada lasciva, y eran suficientes para encender mis ganas. Con su 1.80 sobrepasaba fácilmente mi estatura y en estos años había ganado un poco más de peso acentuando aún más su atractivo físico.

-Sigues siendo tan suave –Susurró al acariciar mis piernas. Tenerme postrada bajo él era uno de sus muchos caprichos.

-Algunas cosas no han cambiado –Le susurré al oído, también sabía que era sensible a ese tipo de trato, lo sentí tensarse.

Se irguió levemente para sacarse el sweater que llevaba puesto, era obvio pensar que no tenía nada abajo ya que su cincelado abdomen quedo al descubierto dejándome casi sin aliento, sus largos dedos abrían lentamente los botones de mi abrigo, la piel se me erizó por completo al sentir sus manos en mi piel desnuda.

-Lee... -Lo llamé sintiendo como dejaba húmedos besos en mi cuello.

-¿Qué pasa? ¿No te gusta? –Dijo con una sonrisa. Odiaba lo engreído que podría ser, le sonreí, era más que obvio que no estaba quejándome.

El calor y los suaves gemidos inundaban su habitación, sus caricias eran tal y como las recordaba, apasionadas y urgidas como sus demandantes besos. Ver su hermoso cabello rubio pegado a su sudorosa frente, sus oscuros ojos y esa sonrisa ladina ensanchándose con cada embiste, hacían que todo de él me gustara tanto como la primera vez, abrazada a él y conteniendo los gemidos que morían en mi garganta lo sentí tensarse contra mí, liberándose en un áspero jadeo.

No sé cuánto tiempo quedé dormida en sus brazos, pero al abrir los ojos aún seguía abrazada a él, durmiendo tan hermosamente a mi lado. Sonreí estúpidamente al hallarme junto a él nuevamente encerrada en su habitación, me removí un poco tratando de levantarme, no podía.

-Lee –Lo llamé suavemente –Lee...

-Mmm... -Se removió lentamente.

-Tengo que irme –Le susurré. Se abrazó a mí.

En tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora