Capítulo VIII

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Mis mejillas ardían fuertemente al escuchar sus palabras, busqué sus ojos un instante, necesitaba ver sus ojos, pero su hermoso perfil con la vista al frente es lo que pude apreciar, aún mantenía nuestros dedos enlazados y podía sentir la tibieza de su piel, me transmitía tanta paz. No pude decir nada ante su última afirmación, así que estiré ambas manos y coloqué sobre mi regazo, extendí sus dedos dejando la palma totalmente abierta y solo la dejé posar sobre mi mano.

-Tienes bonitas manos -Dije comparando su mano con la mía.

-Tengo las manos cortas -Mencionó con una sonrisa.

-Son más grandes que las mías, y para mí son bonitas -Dije enlazándolo nuevamente y las llevé junto a mis labios, cerré los ojos y dejé un beso en su dorso tal y como él lo había hecho.

Alcé la mirada hacia él y nuestros ojos se encontraron, parecía absorto en sí mismo observando nuestras manos unidas, sus pupilas se veías dilatadas, sus labios ligeramente entreabiertos y su respiración lo veía algo más pesada ¿Podría tentarlo? Llevé nuevamente su mano a mis labios y dejé otro beso sobre sus nudillos, luego otro en sus dedos, despacio, mi corazón latía fuertemente, me causaba cierta vergüenza tratar de provocar a un hombre. Noté que redujo la velocidad y me giré a ver la autopista, giró suavemente hacia una de las avenidas comerciales, aparcó en una de las aceras y con la mano que tenía puesta en el volante lo vi presionar las luces de stop.

-¿Qué hay aquí? -Pregunté volteándome a él.

Liberando su mano de las mías lo vi reclinarse a medio cuerpo sobre mí en un húmedo y agresivo beso ciñéndome a su torso en un fuerte abrazo. No pude pensar, solo me dejé llevar, arrastró una de sus manos por mi muslo y sentí cómo lo presionaba con fuerza, un gemido involuntario se me escapó al momento de reclamar un poco de aire, con su otra mano tomó mi nuca e intensificó el beso. Estaba mareándome por la falta de aire, por los latidos desenfrenados de mi corazón, por sus suaves mordiscos en mis labios y sobre todo por su mano que iba de mi muslo a mi entrepierna, todo esto solo estaba haciendo que me entraran ganas de más, de todo, con él.

-Kihyun... -Lo llamé colocando mis manos en sus hombros, sus labios mordisqueaban mi mandíbula e iban bajando por mi cuello -Espera... -Pedí entre un leve gemido.

Detuvo sus besos y abrazándome por la espalda nuevamente recostó su cabeza sobre mi pecho, su respiración estaba agitada al igual que la mía, lo abracé lo mejor que podía en aquella incómoda posición y lo escuché soltar un suspiro.

-No tienes que provocarme -Susurró de forma aireada acomodándose un poco -Solo harás que pierda el poco control que tengo.

-Lo siento -Sonreí un poco, acaricié sus cabellos -Lo siento, pero...

-Pero qué... -Susurró alzando la cabeza y acariciando mis labios con los suyos.

-Me gusta que pierdas el control, conmigo... -Dije mirándolo, mi rostro estaba ardiendo, estaba dejando en claro que mis ganas eran las mismas que las suyas, lo besé suavemente y él correspondió de manera apasionada.

-¿McDonald's? – Preguntó contra mis labios.

-McDonald's -Respondí. Lo vi esbozar una amplia sonrisa.

Regresamos a la autopista, el estéreo sonaba calmo de fondo, podía escuchar los acordes de "Tears in heaven" inundar todo, Kihyun mecía suavemente la cabeza disfrutando de la melodía y yo, yo solo podía admirar lo hermoso que se vía a mí lado. Sonreía como una adolescente enamorada en mi lado del copiloto cuando giramos al autoservicio de McDonald's, lo vi acomodarse el gorrito, esto se pondría muy divertido.

-Buenas noches ¿Le tomo su orden? -Se escuchó una voz desde el otro lado.

-Si, un combo doble cheddar con un refresco de cola, por favor -Pidió cambiando ligeramente el tono de voz.

En tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora