Capítulo 5

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Ubbe sintió unas lanzas atravesando su corazón. ¿Ya estaba casada? Vio el mismo miedo en el rostro de sus hermanos. Bajó su mirada a la mano de Erika, para ver alguna prueba de esa afirmación, pero no encontró nada. No había anillo en su dedo.

Las manos de Hvitserk se quedaron inmóviles en sus hombros, Ivar apartó la mirada, y él alejó su mano de su mejilla. ¿Cómo era posible que la mujer destinada para ellos estuviera prohibida? ¿A qué jugaba el destino? No, él desafiaría al destino solo para tener a Erika junto a ellos.

—¿Quién es él?— cuestionó Ubbe, celoso.

La mano temblorosa de Erika viajó a su garganta en un ademán defensivo y el pánico volvió a su rostro.

— Es él, el hombre de quién estás huyendo— dijo Ivar, con el rostro totalmente serio y con sus puños cerrados.

— Es el hombre que metió miedo en tus ojos— agregó Ubbe, volviendo a levantar su barbilla.

Ella cerró los ojos y asintió con la cabeza.

El alivio abrazó a Ubbe, las manos de Hvitserk volvieron a moverse. Eso podían manejarlo, ella se divorciaría del bastardo.

— No volverás con él, nunca más— dijo Ubbe besando su sien.

— No lo entienden— susurró Erika— Nunca me dejará ir— las lágrimas ya bajaban por sus mejillas como cascadas.

— Él no tiene opción— dijo Hvitserk

-Les hará daño, como me...

Su voz se desvaneció, pero los hermanos entendieron lo que ella no había dicho. "Te hará daño como me lo hizo a mí". Nunca sintieron tanta rabia. Hvitserk y Ubbe vieron a Ivar, temiendo que perdiera el control, ya que era el más temperamental; Erika continuaba con la mano en la garganta.

— Es un hombre muy poderoso. Los matará, asesinar no significa nada para él. No puedo dejar que haga eso.

— ¿Y piensas qué volver con él es la respuesta?— cuestionó Ivar, incrédulo.

Erika negó levemente con la cabeza.

— No. Nunca volveré con él, al menos no por voluntad propia. Pero tampoco puedo quedarme aquí; si estoy en otro lugar, él no podrá herirlos.

Una sonrisa surgió en la boca de Ubbe. Ella estaba intentando protegerlos, sintió una ola de orgullo. La mujer probaba ser merecedora del lugar que ocuparía.

— Sé que nos conoces desde hace poco, cariño, pero debes aprender a confiar en tus esposos. dijo Ubbe.

Los ojos de Erika se abrieron aún más, sorprendidos.

— ¡Pero no son mis esposos! ¿No me están escuchando? ¡Ya estoy casada!

— Un mero detalle técnico— dijo Hvitserk con calma— Detalle que pretendemos arreglar el asunto lo más rápido posible.

Ella hizo un ademán de frustración.

— ¿No oyeron nada de lo que dije?

Él sonrió.

— Oímos todo, pero tu preocupación es infundada. Podemos cuidarnos nosotros mismos, más que eso, podemos cuidarte.

Su mano cayó, en un ademán impotente, que mostró que no sabía qué hacer o qué decir. La estaban presionando demasiado, no podían continuar o la perdería.

— Ven a la cocina. Vamos a prepararte el desayuno— dijo Ubbe, alternando su tópico neutral. Seguro. Vio el alivio en sus ojos, cuando ella asintió.

La mujer de los RagnarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora