Erika se sentía deliciosamente dolorida y somnolienta cuando abandonó el baño con Hvitserk. Lo amaba. No parecía posible, aunque le dijeron que iba a ocurrir.
Se unieron a los otros en la cocina, donde Ubbe estaba junto a la estufa. Ivar se sentó en la mesa, bebiendo una cerveza.
Se acercó a Ubbe y lo abrazó, descansando la mejilla en su espalda. Se tensó.
— ¿Sorprendido?— dudó por un breve momento antes de volverse a abrazarla.
Le sonrió y besó su cabeza.
— Pareces feliz— dijo él.
Sus mejillas se enrojecieron y una ridícula sonrisa apareció en su cara.
— Lo estoy.
Le elevó el rostro con los dedos y se inclinó para besarla. Los labios se movieron posesivamente sobre los suyos. Un beso que hizo que sus piernas temblarán, pero que su corazón se emocionará
Se apartó lentamente.
— Toma asiento, la cena estará lista en unos minutos.
Caminó hacia donde estaban sentados Ivar y Hvitserk y ocupó la silla que había entre ellos.
Como Ubbe se movía por la cocina poniendo los platos y los vasos, decidió abordar el asunto de sus tareas.
— Estaba pensando...— comenzó ella.
Todos se volvieron hacia ella.
— Estaba imaginando lo que podría hacer para ayudar. Quiero decir, si no voy a ser una invitada porque me voy a quedar.
Respiró hondo, maldiciendo su inseguridad.
— Erika— dijo Hvitserk, regañándola un poco— Te queremos aquí.
— Queremos que te quedes. Esta es tu casa; supongo que te llevará un tiempo acostumbrarte a las cosas, pero no hay necesidad de evitar algún tema tampoco hay necesidad de no abrazar tu posición aquí.
Ella sonrió y agachó la cabeza.
— Bueno, me gustaría saber qué podría hacer para ayudarles.
— Siempre hay algo que hacer— dijo Ubbe encogiendo los hombros—
De momento, dividimos las tareas y responsabilidades. Nos gustaría tener ayuda.
— No sé cocinar— soltó avergonzada por la confesión. Se sentía tan inadecuada. Su educación no la preparó para hacer mucho.
— Nadie dijo que tenías que cocinar— contestó calmamente Ivar.
—Podría aprender— agregó ella rápidamente.
Ubbe dejó un plato con filete de pollo encima de la mesa y la miró fijamente.
— Erika, nosotros no queremos una esclava. Estás aquí como nuestra esposa, nuestra pareja. La madre de nuestros hijos; nos arreglamos bastante bien. Podemos cocinar muy bien. Si quieres ayudarnos, estoy seguro que encontraremos algo.
Sus mejillas se enrojecieron por la vergüenza.
— Estoy haciendo un caos, ¿verdad?
Ubbe se sentó y le pasó el plato a Hvitserk.
— Estás tensa— dijo Ubbe gentilmente— Solo queremos que seas feliz.
— Relájate. Ahora, no tienes que hacer nada. Vamos a concentrarnos en librarte del matrimonio con ese bastardo para que no te pueda reclamar. Lo demás se arreglará con el tiempo.
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La mujer de los Ragnarsson
FanfictionErika Berge huye de una peculiar situación; sin querer saber de amores ni de promesas que ilusionan el corazón. Pero el destino le pondría a tres hermanos dispuestos a amarla y darle el placer que nadie más le ha dado con la condición de que los ace...