Capítulo 13

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Ubbe entró en la cabaña, colgó su Stetson y su abrigo en el gancho de la puerta. Miró alrededor, pero solo vio las ascuas agonizantes del fuego. Todo el mundo debía haberse ido ya a la cama.

Su ingle estaba apretada. ¿Hallaría a Erika en la cama con sus hermanos? Sabía que Hvitserk y Ivar se acostaron con ella separadamente, y la verdad era, que esperaba ansiosamente hacer lo mismo.

Caminó en silencio por el pasillo y se paró cuando vio su puerta cerrada; ninguno de ellos dormía con la puerta cerrada. Probó la perilla y la encontró bloqueada. ¿Qué demonios? ¿Dejarlo fuera de su propio cuarto?

Se volvió y caminó hasta el cuarto de Hvitserk, para ver si él estaba allí. La puerta estaba entreabierta. La abrió con el codo y se asomó dentro. Hvitserk estaba dormido entre las sábanas arrugadas. Solo.

Se acercó y sacudió el hombro de Hvitserk. Se despertó inmediatamente. — ¿Qué hora es?— exigió Hvitserk en una voz atontada.

— Son las tres de la mañana.

Hvitserk se sentó y se restregó los ojos.

— ¿Dónde demonios estuviste hasta ahora?

— Ayudando a Margrethe a encontrar a un niño perdido. ¿Dónde está Erika?

— En tu cuarto— contestó Hvitserk.

— ¿Por qué está la puerta cerrada?

Hvitserk se levantó y encendió la lámpara de su lado de la cama. Clavó a Ubbe una mirada de disgusto.

— Está sufriendo, Ubbe.

El corazón de Ubbe se sacudió. No le gustaba pensar en Erika sufriendo. Antes de irse, ella estaba enfadada, pero había esperado que Hvitserk y Ivar hubieran aliviado cualquier preocupación que tenía.

— ¿Por qué no resolvieron el problema?— exigió Ubbe.

— Tú le estás haciendo daño, Ubbe. No nosotros.

— ¿Yo? ¿Qué demonios hice yo?

Ubbe sintió crecer su ira. No iba a jugar estúpidos juegos mentales y Hvitserk le estaba sacando de quicio rápidamente.

Hvitserk suspiró y deslizó sus piernas por el lado de la cama.

—Mira, Ubbe, ella está teniendo una época dura y el haber corrido en cuanto recibiste la llamada de Margrethe, no ayudó. Está insegura y ¿quién puede culparla después de lo qué le hizo el cabrón de su esposo?

— ¿Está enfadada porque fui a ayudar a Margrethe?

— Quizá si tú le habrías explicado la naturaleza de tu relación con Margrethe; Erika no se sentiría como se siente, pero ella sabe que hay algo entre ustedes dos y sabe que a Margrethe le gustas. Hasta ahora, Margrethe actuó como una puta celosa, como una mujer desdeñada. Erika no es estúpida, Ubbe. Yo tampoco. Algo hay entre tú y Margrethe.

Los músculos del rostro del Ubbe se endurecieron y presiono los labios.

— Lo qué pasa o no entre nosotros no es problema tuyo.

— Ahí te equivocas— dijo Hvitserk, sin alterarse— Muy equivocado. Es mi problema. Amo a Erika. Y creo que tú también, Ubbe. Creo que Ivar también la ama, aunque le llevaría mucho tiempo hasta admitirlo para él mismo. Cualquier cosa que haces y hiere a Erika, es mi problema. Es tanto mía, como tuya y de Ivar. Si esta relación va a funcionar, vas a tener que sacar tu cabeza del culo.

Ubbe soltó la respiración en un largo suspiro.

— Dioses. No pasó nada entre Margrethe y yo esta noche, Hvitserk. No haría eso a Erika.

La mujer de los RagnarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora