Hasta hace poco vivía una vida más o menos buena; bueno, no era la gran cosa, pero tampoco pensaba en suicidarme. Era lo suficientemente buena, lo bastante popular e inteligente. Lo único realmente increíble de mi vida era Aran.
Aran era como un sueño, guapísimo y muy cool. Es el tipo de chico que te manda un mensaje de buenas noches antes de acostarte, del que te espera en la entrada de la escuela cada mañana solo para tomarte de la mano y entrar juntos.
Nunca pude entender porque me eligió.
Ni que le gustaba de mí.
Solo sabía que me hacía sentir bien.
Da igual, no importa. Es mejor no estropear las cosas buenas.
No le dio demasiada importancia a mis problemas y lo horrible que fuera que hablaran de mí y eso era lo que me gustaba de él. No le importaba lo que pensara la gente. Le gustaba por la razón que fuera y mis problemas psicológicos no iban a cambiar eso.
Hasta 4 meses después.
Una triste y cobarde nota en mi asiento, me rompió el corazón:
"Quiero romper contigo, un beso"
-Aran
Ni siquiera era la letra de Aran. Si no de su mejor amigo.
Daba lo mimos, los dos podían irse a la mierda.
Ahora pienso ni siquiera quería a Aran, no era amor verdadero.
Amor no es poder vivir sin alguien, ni preferir morirte antes que separarte de él.
Cuando el mundo se escurece y solo importa el que tienes delante.
El amor verdadero es querer estar con esa persona hasta el final, sentir algo por ella que no sientes con otra persona, no querer perderla, esperarla y quererla como a ninguna otra.
Eso es amor verdadero.
Y un hombre de verdad nunca me hubiera dejado decepcionada y con el corazón roto.
Los hombres de verdad son del tipo que inspiran películas de amor.
Pero eso es imposible de encontrar en la vida real.
Eran cerca de las 5 de la madrugada cuando desperté después del viaje del fentanilo, me sentía fatigada y tenía una necesidad imperiosa de seguir durmiendo.
Pero al reconocer que no me encontraba descansando en mi habitación, me levante de golpe. Entonces me percaté de que el chico que descansaba a un costado de la cama, era el dueño de aquel olor a lavanda de la noche anterior y que sostuvo mi mano hasta que me quedé dormida.
Era Mitsuya.
Seguía dormido mientras tomaba ligeramente mi mano. Aún no había amanecido y no tenía ni idea de cómo había terminado ahí, pero sin duda estaba agradecida que mi hermano no me vio en esas condiciones la noche anterior, más tarde me encargaría de agradecerle a Kazutora y claro a Mitsuya, pero por ahora tenía que regresar enseguida a casa.
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Pintura Amarilla - Takashi Mitsuya
Fiksi Penggemar-Se que soy insoportable, egoísta y una causa perdida. La oscuridad dentro de mi es enorme. Se que tú también lo sabes.... Y aún así te quedaste conmigo. Así que gracias. Una adolescente que acaba de salir de rehabilitación; conoce a un delincuente...