Capítulo 3: Amistades Compartidas

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Darya

Estaba en el escensor mientras intentaba poner toda mi concentración en mi abuelo que hablaba sobre mil cosas a la vez a través de la línea telefónica pero me era casi imposible porque el otro Idiota en el ascensor no paraba de hablar tampoco y estaba por explotar así que solo le dediqué una mirada de muerte la cual respondió cuando solo estrechó los ojos.

Así que el Idiota que tenía enfrente se llamaba Nils... Nils... ese nombre sin duda no me resultaba común en absoluto y aunque fuese de un país diferente y con rasgos diferentes no le daba crédito a lo que había dicho momentos at...

—Darya ¿estas escuchándome?— preguntó mi abuelo sacándome de mis pensamientos.

—Sí abuelo.

—¿Con quién estás?, ¿estás ocupada? Se escucha ruido.

—No, solo es un idiota que tengo enfrente y no se calla.

—Bien...— dejó la palabra en el aire por un momento antes de continuar —Sácale el dedo corazón de mi parte, por favor. No me deja escucharte con claridad.

Sonreí al tiempo que miraba a Nils de tal forma y retiraba mi teléfono de mi oído para hablar y que mi abuelo no escuchase... tanto.

—Podrías cerrar la maldita boca— solté entre dientes.

Nils alejó su teléfono de él también para hablar.

—¿Porqué no lo haces tú?, interrumpes mi llamada, joder— puso los ojos en blanco así que decidí cumplir lo que mi abuelo me pidió.

Llevé mi teléfono hasta mi oído de nueva cuenta al tiempo que levantaba una mano y frente a su cara bajaba el resto de dedos y le mostré mi dedo corazón. Una sonrisa se apoderó de mis labios cuando frunció el ceño y se fue tan rápido como apareció cuando el Idiota me tomó la mano haciendo que escondiera mi dedo de nuevo y me halaba hasta él.

—¿Que te pasa Idiota?— lo recriminé desconcertada, por el acto y por la poca distancia entre nosotros.

Alejó su teléfono de nuevo a tan solo unos centímetros en lo que se inclinaba un para acercarse a mi rostro.

Si quería intimidarme pues le estaba yendo muy, muy mal. No me alejé, aún cuando estábamos a apenas centímetros de distancia y podía sentir su respiración en mi rostro y juro que solo dos cosas se apoderaron de mí.

Una: Las ganas de besarlo al ver sus labios tan suaves, carnosos y rosados.

Dos: Las ganas de darle una bofetada en y patearle los huevos por su acto.

¿Quien mierda se creía para hacer tal cosa o para tener el derecho de?.

Guié mi vista hasta sus ojos y pude ver como su vista estaba fija en mis labios antes de subirla lentamente hasta llegar a mis ojos, encontrando un verde intenso. Sus pupilas estaban levemente más dilatadas de lo normal. Levantó la mano que sostenía mi puño para mostrarmela y me dedicó una mirada venenosa.

—No vuelvas a hacer esto— su voz salió tensa y jodidamente ronca. Un escalofrío recorrió mi espalda al escucharlo usar ese tono pero aún así no me hizo flaquear en mi postura.

—Tú no eres nadie para decirme que puedo y que no puedo hacer.

Solté mi puño de su mano increíblemente grande y la escondí en el bolsillo de mi gabardina mientras retrocedía lentamente hasta estar completamente pegada al otro lado del ascensor. Cuando recordé que estaba hablando con mi abuelo volví a colocar el teléfono en mi oído.

—Entonces, ¿que piensas sobre eso?— preguntó mi abuelo y quise bofetearme por haber perdido mi tiempo con el Idiota y demente que tenía enfrente en vez de escuchar a mi abuelo.

Amor de Un Viaje [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora