➪¡ǫᴜᴇ ᴇᴍᴘɪᴇᴢᴇ ᴇʟ ᴇsᴘᴇᴄᴛᴀᴄᴜʟᴏ! ᴘᴛ.2

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Tuvo que dar un par de vueltas frente a la puerta para poder tranquilizarse, pero no podía evitar el sonrojo que ocupaba sus mejillas. Le hervía la sangre al recordar la estúpida melodía que su jefe usaba de vez en cuando para burlarse de él, ¡era ridículo! ¿Cómo se atrevía a reírse de el por un sentimiento que, obviamente, él no tenía?

El solo se encargaba, como todo buen profesional, de que sus instrumentos y herramientas usadas en sus actos se encontraran impecables; lo mismo hacía con su compañero: supervisaba su correcta alimentación, lo mantenía aseado, lo distraía con paseos para evitar que sufriera de estrés, e incluso le conseguía zanahorias dulces cuando los actos le salían bien.

Sí, todo de forma profesional.

Dejo de dar vueltas y tomo el picaporte con una mano mientras con la otra sostenía la bandeja, pasando rápidamente y colocando el seguro. Luego, puso el desayuno sobre la mesa y fue a buscar al motivo de sus desvaríos irracionales, quien, como sospechaba, estaba regando sus plantas.

-Espero que hayas terminado con tus tontas plantas Flug, sabes que detesto que mi comida se enfrié por esperarte.

Mentía, lo esperaría el tiempo que fuera necesario. Pero claro, jamás lo admitiría.

-¡Ya casi termino jefecito, solo un segundo!

-¿Qué tanto te puede faltar con eso? Solo es darles agua a unas plantas y ya.

-Pues quisiera ver que lo intente con una regadera dos veces más pequeña que las propias flores- refunfuño el pequeño conejito.

Si, pequeño. El compañero del famoso Black Hat era su conejo, como el de todo buen mago. Pero al ser el mago más extraordinario de todos los tiempos, todo lo relacionado a él debía ser igual de singular.

¿Y qué mejor para el que un humano diminuto con orejas de conejo?

Cuando dice diminuto no exageraba, porque lo era en el más estricto sentido literal

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Cuando dice diminuto no exageraba, porque lo era en el más estricto sentido literal. Flug era un Diminutus: seres similares a los humanos solo que con un tamaño desproporcionadamente bajo, como personitas encogidas, y rasgos animales muy particulares para cada individuo. Y al venir de un mundo salvaje y natural donde todo era pequeño al igual que ellos, no estaban acostumbrados a vivir en nuestro plano de la existencia, ni a usar nuestra tecnología o aplicar nuestras costumbres.

Este no era el caso de Flug, quien había sido descubierto por Black Hat en una de sus tantas expediciones a pequeñas dimensiones de bolsillo que poseía. En su tierra natal, era uno de los tantos conejos que vivían en su tierra, con la distinción de que era el más lindo de todos y, por ende, un bien demasiado preciado para todos los del lugar, casi llegando a provocar una guerra civil por determinar el hecho de si debía casarse con algún individuo o solo ser admirado como el más lindo conejo de todos, casi adorado como un dios.

Y fue allí, cuando Black Hat lo encontró.

Se fijó en todas las pequeñas criaturas a su alrededor, que temblaban de miedo por su simple presencia gigante en el lugar. Todos menos el pequeño conejito, quien quedó prendado al instante de tan extraña y majestuosa criatura; el sentimiento era mutuo, ninguno podía dejar de observar al otro con curiosidad y fascinación, y buscaron indirectamente acercarse el uno al otro.

Antología PaperhatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora