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—No cabe duda —dijo Sayuki con una voz grave—. Su amiga se encuentra bajo el efecto de esa varita.

—Vaya, Matsuri tenía razón de nuevo —mencionó Asahi con poco entusiasmo. Retiró el envoltorio de un caramelo y se lo llevó a la boca en un movimiento casi perezoso —. A veces me inquieta como logras acertar en estas cosas.

—Lo preocupante en esto no es que la varita de Nijimi esté en la academia, sino que esta chica tenga la orden de seguir a Yuzu —cada palabra aumentaba la tensión del grupo. La mirada fría de Sayuki y su solemne porte dotaban de cierto aire terrorífico a la habitación, sin mencionar que a pocos metros había un ejército de yakuza custodiando la casa de la familia Ringa—. Quien la controla sabe que eres una chica mágica y no solo eso. Eres su objetivo.

Ninguna de las chicas mágicas habló. No había que indagar mucho cuando la situación que enfrentaban era tan evidente a los ojos de cualquiera. Una nueva amenaza había surgido y Yuzu era su primera víctima. Pero ¿quién estaba detrás de ella y por qué? La rubia se dejó caer al suelo en un gesto desesperado provocado por la creciente intriga. Además de la espeluznante Nana y el grupo de administradores, surgió una nueva rival, alguien empeñada a lastimarle por motivos desconocidos. En su cabeza se arremolinaban pensamientos fugaces en busca de un nombre, al menos un rostro que le guardase suficiente rencor para utilizar a Himeko como una marioneta. Sin embargo, no encontraba a nadie. Si bien, su manera de comportarse y su aspecto fuera de los estándares de la institución le valieron muchas reacciones negativas entre sus compañeras estudiantes y el cuerpo docente, tampoco se metió con nadie para ser merecedora de rencores. Ese detalle volvía más complicado encontrar a una sospechosa.

A su mente solo venían tres personas que pudiesen guardarle el mínimo de rencor, al menos un pequeño resentimiento por acontecimientos del pasado, aunque ninguna opción le convencía. La primera sospechosa era Himeko Momokino, vicepresidenta del consejo estudiantil, amiga y pretendiente de Mei con quien Yuzu tuvo varios roces al inicio de su vida como estudiante de la Academia Aihara, sin embargo, el que estuviese bajo el control de la varita la volvía inocente al instante. En segundo lugar, pensó en Mitsuko, la hermana mayor de Harumi, aunque tampoco le convenció la idea. No había ningún motivo para la existencia de algún conflicto entre ambas; sus desacuerdos referentes a las reglas escolares habían quedado en el pasado y, aunque no podía decirse que fuesen amigas, tampoco les molestaba la cercanía de una y la otra. Por otra parte, estaba segura de que existía un límite de edad entre las chicas mágicas; al revisar el cuaderno de matanzas de Shioi notó que todas las víctimas del Sitio vestían uniformes escolares de secundaria o preparatoria. En último lugar, menos probable y hasta reprochable por solo pensarlo, estaba el abuelo Aihara. Un escalofrío le recorrió la medula de solo imaginarse la escena: un hombre mayor, con el semblante duro del viejo Aihara, vistiendo una pieza de ropa interior femenina era por demás desagradable. En definitiva, no podía tratarse de él. Ni accedería a algo tan ridículo ni había motivos para atentar contra ella. Su listado de sospechosos fue desechado tan pronto lo ideó. Solo quedaba una opción, tan evidente como aterradora.

—Apareció otra chica mágica —mencionó Matsuri—. Tal vez otra cazadora como Shioi.

—En ese caso ¿no me hubiese atacado al instante? —preguntó Yuzu tras incorporarse. No solo tuvo la maldición de ser elegida una chica mágica, también se volvió un objetivo para recibir cualquier ataque—. Momokino solo me estuvo espiando.

—Puede que esta nueva cazadora sea más estratega que Shioi —respondió al instante Matsuri. Su voz se tornó más grave a cada palabra.

—¿Y fijar a Yuzuchi como objetivo no es extraño? —intervino Harumi. No solo a ella le parecía extraño, a todas les resultaba curioso que la rubia llamase la atención de dos cazadoras, sin contar la manía que Nana desarrolló por ella—. Una vez es comprensible, ¿pero dos?

Mahou Yuzu SiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora