Enter 11: Sayuki Ringa is not longer available

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—¡Sayuki! —gritó Harumi en un alarido de profundo terror. La risa descarada de Go desapareció y dio su lugar a los lamentos de una chica mágica que acababa de perder a una amiga y aliada. Las bajas fueron para ambos bandos.

Yuzu permaneció callada, con la mirada clavada en el cuerpo maltrecho de Sayuki. Aunque le conoció hacía poco tiempo, fue esa situación de peligro y el riesgo que significaba estar unidas por una causa común lo que hizo apreciarla como aliada. Si sus caminos se hubiesen cruzado bajo otras circunstancias, quizá fueran buenas amigas. No sería la primea vez que tratara con una chica seria, tampoco era la primera vez que sentía ira, ya antes había pasado por numerosos enojos y más de uno llegó a perdurar por días, pero esta era la primera vez que le frustraba tanto. Arrastró sus pies hasta el cuerpo humeante de Go. La máscara de geisha seguía intacta y su boca se cerró de nuevo para mostrar una sonrisa fina y recatada en el rostro del administrador. A ojos de Yuzu, ese gesto no era más que una burla para ella, para las demás chicas mágicas y, por supuesto, para Sayuki. Una aliada murió en manos de ese ente malvado y no podía hacer nada para remediarlo.

Se inclinó y tomó uno de los tantos pedazos de hormigón que la batalla dejó en el suelo. Estaba ante esa molesta sonrisa, un gesto que se tornaba cada vez más despreciable a medida que lo miraba. Su sangre hervía y las lágrimas, como si hubiesen sido evaporadas, dejaron de brotar. Ya no había ningún nudo en su garganta. Sujetó con fuerza el pedazo de escombro y lo dejo caer sobre la máscara de geisha, una, dos, tres veces. Cada impacto era más fuerte, a cada golpe era más notoria la frustración ante lo ocurrido. Sabía que no cambiaría nada con ese gesto, la muerte de Sayuki era algo irremediable, pero no podía parar. La máscara comenzó a romperse y en sus grietas podía verse un débil destello verdoso opacado por el denso humo negro que comenzó a emanar del rostro de Go.

—¿Por qué? —preguntó al aire; las palabras apenas pudieron salir entre sus dientes apretados. Tomó con ambas manos el trozo de hormigón y lo dejó caer con todas sus fuerzas. La máscara terminó por romperse—. ¡¿Por qué nos hacen esto?! Acabaré con el Sitio. ¡Tenemos que acabar con ellos!

—Estoy de acuerdo contigo, Yuzu.

Mei acababa de llegar a la zona de guerra, pero ya era demasiado tarde. Aunque tenía la firme intención de apoyar a Yuzu y compañía, estas acabaron mucho antes con su oponente. Se acercó en silencio hasta el cuerpo de Sayuki y le dedicó una rápida mirada. Harumi ya estaba de pie, aun con las lágrimas marcadas en el rostro y la katana mágica en sus manos. Antes perdieron una varita valiosa, no permitiría que pasara de nuevo. Como se esperaba, la presencia de Mei le pareció curiosa pero no consideró prudente interrogarle en el acto ni tenía ganas de hacerlo; las preguntas bien podrían ser en otro momento. Yuzu, con un esfuerzo sobrehumano, logró reincorporarse. Aún estaba furiosa, pero nada de lo que hiciera podría cambiar los hechos ocurridos.

—Creo que conozco a alguien que puede ayudarnos —mencionó Mei quien, para sorpresa de las otras dos, rompió con el silencio—. Yuzu, podemos acabar con esta pesadilla.

—¿Es la aliada que mencionaste antes?

—Sí. Se esconde en la casa de mi abuelo —respondió con un susurro precavido, no sabían si los administradores podían oírla—. Llevemos a tu equipo, pero debemos apresurarnos antes de que lleguen más administradores.

—Al menos Kiyoharu no ha avisado sobre más enemigos —comentó la rubia con voz plana. Le dirigió una mirada a Mei como nunca lo había hecho: sin brillo, sin ninguna emoción. El fantasma de la muerte se reflejaba en ambos ojos. Torció los labios en una débil sonrisa que resignación—. Eso significa que las demás están bien, ¿cierto?

—Estoy segura de que Asahi y Matsuri han hecho todo lo posible —contestó Harumi. Sus palabras sonaron rasposas y desde hace unos minutos comenzó a carraspear. Tantos gritos terminaron por lastimar su garganta—. Ayúdame con esto. Al menos debemos llevarla a un lugar más adecuado.

Mahou Yuzu SiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora