Inmediatamente luego de la revelación que tuve cuando desperté revivieron mis ganas de ir a hablar con Agares, mantuve una compostura seria durante todo el día. Hice los oficios con esmero.
Tome prendas que no tenía planeado usar, maquillándome y revistiéndome con joyas, en estos instantes ya no me importaba si eran compradas por mi padre o la reina Isabella.
A diferencia de la anterior llegada, no tome carros ni nada parecido llegue en metro percibiendo las extrañas miradas de las personas residentes espontáneos del lugar.
Seguí usando mi falsa identidad, tan pronto ingrese a la casa espere a mi padre en el despacho, pasaron algunas horas, reprimí mucho de mis instintos, como la sed y más ganas de ir al baño.
Intente obtener más pistas sobre aquella mujer que vi en las fotos y papeles que estaban en el cajón del escritorio de Agares, me rendí sin éxito al ver que todos los cajones estaban sellados con llave; para distraerme inspeccionando la habitación impecable, estaba llena de folders organizados a la perfección de una forma simétrica, el escritorio de madera estaba perfectamente lustrado creo que brillaba más que mis aspiraciones de vida en este momento, el piso de mármol perfectamente limpio, no había nada que no estuviera organizado y desinfectado.
A eso de las cinco por fin el señor Lauder ingresó a la casa, lo supe por traqueteo y el sonido de los tacones cerca del despacho, para mi sorpresa no llego de inmediato, por los que decidí ir a buscarlo.
Camine hacia el recibidor decidida, con una pizca de seguridad siendo en el fondo un manojo de nervios, teniendo manos sudorosas, y piernas un poco inestables, que trate de compensar con pasos firmes y certeros.
Pude ver a mi padre después de tres meses, su ropa seguía estando impecable, su cabello azabache con toques cenizos, los cincuenta le habían sentado bien seguía estando perfectamente conservado con su aura de poder. Los ojos grises, el mentón afilado, el cabello meticulosamente estilizado, la nariz recta, todo en el denotaba perfección y poder.
- Buenas tardes, padre
- Creí haberte dejado la entrada a esta casa estrictamente prohibida - dio una mirada acusadora a la seguridad, la cual de inmediato bajó la cabeza-
- Yo también creí que luego de un tiempo regresaría a este lugar -
- Cuando seas capaz de saber el valor de las cosas
- Estas seguro que es la razón correcta - endureció la mandíbula - no recuerdo que hayas presionado a mi hermano de tal manera, oh, tal vez porque el si es el hijo que esperabas
- Él es diferente a ti, no te compares
- Diferente en que, en lo sumiso donde se deja manejar y decidir sobre toda su vida, porqué siempre fue de acuerdo a tu plan, no te necesito, tal como dijiste creo que ya es hora que despegue del nido, vine para regresar pero el ver tu cara, tu falta de empatía con tu PROPIA hija me da asco y no creo que valga la pena permanecer en este lugar
Estoy a punto de partirme, mi voz en cualquier momento siento que flaqueara y me expondrá, solo puedo sentir una sensación indignación
- Hija no es eso...
- A veces me cuestionó si soy tu hija, a veces pienso que no lo soy siempre has sido cruel y nunca te enorgulleces de nada de lo que hago, tal vez soy el engaño de mamá y no soy tu hija, ni nos parecemos
Su mirada se oscureció, la fuerte seriedad fue remplazada con una mirada de odio, todo lo que hice fue huir, huiría de todo, tal como lo hizo mamá, tal vez en eso comenzábamos a parecernos. De todas formas, quién me seguiría, a quien tenía en mi vida que se interesara por mí o fuera un lugar seguro para llegar.
Cuando salía de casa, vi un lujoso carro llegar, pero no me importo, quien podría ser para que se interesara por mí, acaso me ayudaría, quién diablos me tendería un brazo. Al bajar con fuerza desmedida la inclinada pendiente en la que se encontraba la mansión el tacón derrapo resbalándose y destruyéndose en el proceso.
Si antes no me hallaba llorando ahora lo hacía desconsoladamente como si la vida se me fuera en ello, me dolía en pecho donde sentía una opresión, mi estómago se enredada en nudos, mi garganta se sentía congestionada sin poder articular nada que no fueran sollozos o ruidos forzados por el llanto descontrolado. Me duele la cabeza todo da vueltas, me siento ajena a el lugar donde estoy, es como cuando te sumerges el mar y no puedes oír nada más sientes como un zumbido nubla todos tus sentidos. - ¿Por qué no puedo parar de llorar? ¿por qué siento que no puedo respirar? ¿iba a morir en este instante? de seguro nadie recordaría que no estoy. -
Una mano se ciñó en mi brazo haciendo que dejara de estar tirada en el piso, a intentar estar de pie con el tacón destruido y mis piernas que se sentían frágiles. Cálido, así se sentía la persona que me cubría en un abrazo, me tomo por la cintura dándome apoyo para poder mantenerme de pie consigo por mi tacón que en este momento era inservible.
Paulatinamente por el calor corporal de esa persona me fui relajando, olía a fresco, como la menta, su fragancia era muy tranquilizadora y me recordaba a alguien, esa persona a que ahora no podía recordar. Sus manos a diferencia de su tronco estaban frías, hicieron contacto con mi frente haciéndome soltar un pequeño ruido por la diferencia de temperaturas.
- estas muy roja y tibia - esa voz, esa voz era de...- No debes quedarte así en la calle, hermanita quién sabe que podría pasarte...
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Soleil la chica desafortunada
Tajemnica / ThrillerNacida en la cuna de una familia prestigiosa Soleil es forzada a dejar sus comodidades para aprender sobre el peso que conlleva ser un adulto, su padre le hace una tentadora propuesta de la cual no puede huir a causa de falta de opciones, ser la ama...