Capítulo 1

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No sé si era peor estar en clases o no estarlo. Es típico de mis maestros sacarme del salón cada que no presto atención a sus clases, y eso pasa a menudo. No es que sea una mala alumna ni nada de eso, solo que me desconcentro rápido… Y en días como hoy, estas distracciones empeoran.

Estaba sentada en el pasillo afuera del salón de literatura, esperando que la clase acabe y alguna buena compañera mía comparta sus apuntes conmigo, ninguna de mis amigas llevaba el curso conmigo, lo que hacía que me vea comprometida a relacionarme con personas distintas a las de mi acostumbrado círculo. Exacto, soy poco sociable, las amigas que tengo, las conozco una vida y se me hace difícil relacionarme con más gente, mi mamá cree que es un problema serio, pero la consejera escolar dice que suele suceder con varias personas y que no es nada fuera de lo común, así que no tengo nada de lo que preocuparme.

¡Al fin sonó la campana de cambio de hora! Me puse en pie rápidamente y espere por una cara sociable que salga de mi salón, ¡rayos! El chico que solía gustarme está en esta clase; respira, respira, respira, no es nada importante. ¡Oh no! Se dirige a mí, actúa normal por favor.

-¡Hey! Te noté muy distraída hoy, ¿tienes algún problema Amber?

-Ahh, hola. Hmm, muchas cosas pasan por mi cabeza, pero nada importante, el maestro volteó en mal momento, pero juro que estaba prestando atención a la biografía de Shakespeare.

-Si tú lo dices…

-En fin, gracias por tu preocupación. ¿Podrías prestarme tus apuntes de clase, por favor?

-Claro.

-Gracias Chris.

Oh dios mío, qué situación más incómoda, es la conversación más larga que he tenido con Chris Aldrich en estos últimos meses; no hablábamos hace dos años, creo. Qué letra más espantosa, cómo se supone que entenderé sus apuntes si su caligrafía es desesperante.

Como sea, guardo su cuaderno de notas en mi cartera y me dirijo a mi siguiente clase, solo quedan dos horas más para la salida. Por extraño que suene esto, no quiero llegar a mi casa. Me gustaría que la clase de cálculo durara una eternidad y no solo dos horas, no es que ame cálculo, pero no quiero irme de la escuela hoy. No quiero enfrentar lo que me espera hoy en casa.

Cuando entro al salón, Emma y Cat ya están sentadas esperándome, tienen cara de desesperación, esto es raro, ellas siempre están felices, porque antes de cálculo tienen lengua hispana y comparten esa clase con algunos  chicos de último que año que están guapísimos así que siempre salen con sonrisas estúpidas de ese salón.

Me siento en medio de las dos y les pregunto por qué esas caras, Emma me cuenta que andan preocupadas por los resultados del examen de cálculo y que yo debería estar preocupada también; lo que no encaja es que su cara es de desesperación no de preocupación, algo esconde este par.

Me paso los primeros quince minutos de clase garabateando en mi cuaderno, cuando recuerdo que debería copiar los apuntes de Chris, o al menos intentar hacerlo, así que saco su cuaderno y doy mi mejor esfuerzo por descifrar esos jeroglíficos suyos. Media hora después he acabado de copiar los datos que tenía Chris en su cuaderno, lo cierro y guardo. No sé porque tengo la sensación de que me están mirando, así que alzo la cabeza y descubro que el maestro de cálculo me está observando con una mano en la quijada y la otra en su escritorio. Ups.

-Señorita Wells, ¿me podría decir en qué ejercicio estamos?

-En el….- 17 susurra Cat a mi costado.- Diecisiete, maestro Clapton.

Me mira de reojo y se voltea a la pizarra y murmura algo de que mire a la pizarra en vez de revisar mi bolso. De la que me ha salvado Caitlyn, uff menos mal me siento con mis mejores amigas.

Viviendo con un estúpido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora