♣5.SacrifusCorpus♣

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El sol comenzaba a ponerse en el horizonte cuando el carruaje oficial del Concilio atravesaba el Sendero de la Reina a bastante velocidad escoltado por cuatro hombres de la Guardia Real entre ellos el Comandante.

Dentro de la carroza iban sentados, uno frente al otro, Katherine y Pierce. Ambos llevaban un buen rato sin decir palabra. Ella observaba calmada el paisaje por la pequeña rendija que dejaba la cortina negra que cubría las ventanillas del carro. En cambio él, la miraba a ella insistentemente. Sentía un deseo imponente de preguntarle cada detalle de lo que ocurrió en Delfeos pero decidió solo esperar que fuera su tía quién lo hiciera. A pesar de esa resolución no podía evitar estar incomodo y preocupado.

—¿Aún estás inquieto, sobrino mío? — sonrió indulgente sin quitar la vista del camino.

—Como no quieres que lo esté. No me has dicho como han sido los acontecimientos y ahora vamos a toda prisa no se adonde. A veces tía, creo sinceramente que te pasas de misteriosa. Es torturante — Katherine lo miró y sonrió otra vez — No te rías, estoy hablando en serio.

—Cuéntame tú como ha ido todo en Puerto Verde — Pierce resopló mientras se reclinaba en el asiento.

—Todo fue muy bien. El Prior Rafack estuvo de acuerdo con todo lo que le enviaste. Está ansioso por tener a la heredera con ellos. La esposa del Prior tiene todo un palacio montado dentro de la misma Casa Grande para recibirla. Sinceramente, están extremadamente alborotados con ese asunto. El Festival de la Cosecha será esplendoroso este año según el plan de los naturalistas. Ya tienen de antemano todo previsto para la Noche de Presentación.

—Eso está muy bien. Es bueno que el pueblo este inmerso en toda la celebración. Es mucho mejor que estén entretenidos. Espero que la Reina Marina este a la altura.

—¿Cómo es ella? — preguntó de pronto

— ¿Marina? Muy hermosa y extremadamente gentil. Aunque eso en una naturalista lejos de desfavorecerle incrementa su poder.

—Debería pensar en la posibilidad de acercarme a ella. No estaría mal que decidiera poner orden a mi vida y casarme. Sobre todo si eso me convirtiera en Rey Consorte— Katherine le dedicó una mirada suspicaz y este sonrió.

—Oh Pierce, pero que brillante idea. Me gusta mucho esa posibilidad. Estoy completamente segura que no será difícil para ti conquistarla, querido sobrino. Trabajaremos en ese sentido...

—Si ya lo creo, pero tía, ¿no te parece que hay muchos otros asuntos sumamente delicados en los que deberíamos trabajar inmediatamente? — ella suspiró — No sé cómo puedes estar tan tranquila.

—Porque tengo un plan que solucionará este imprevisto, Pierce. Y vamos en camino a ponerlo en marcha. Lo sabrás todo cuando lleguemos a nuestro destino y espero que al fin entonces puedas estar tranquilo y centrarte solo en ayudarme, y no en cuestionarme — el joven suspiró mientras se encogía de hombros. El silencio reinó por unos segundos.

—Oh, por cierto. Hay algo que tengo que comentarte. Lo había olvidado por completo. Quiero decirte que tu querido capitancito no partió hoy. Su buque sigue anclado en Puerto Verde — Katherine lo miró sorprendida — Las razones no me las preguntes. De sobra está decirte que no tenemos muy buena comunicación entre nosotros. Estoy seguro que te esperará en palacio para hablarte. Estaba muy nervioso e insistía impertinentemente en verte. Eso sí, puedo asegurarte que estaba bastante alterado — Katherine se reclinó en el asiento del coche muy seria y acarició su barbilla, pensativa — Tía, disculpa si te molestaré otra vez con el mismo asunto pero es que no puedo evitar que ese Capitancito me moleste mucho. Como estaba tan alterado lo mande a seguir... — lo miró alzando una ceja.

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