𝗳𝗶𝗿𝘀𝘁

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"Warm coffee in a cup made of clouds
With butterfly wings (I look for) your breath
This is a secret paradise, a forest in the sky for you
I can't lose the precious you, not even for a second
Woo yeh eh eh"

Simplemente estaba sentado a un costado, apoyando su codo en una de las mesas del agradable local mientras que su rostro reposaba sobre su mano, y podía jurar que su lugar favorito para tener un descanso sería ese, y que esa sería su ubicación favorita, cerca del mostrador, en uno de los laterales. Ya no elegiría el aburrido rincón junto a la ventana, aunque no le parecía aburrido o molesto, solo que, junto al mostrador la vista era más interesante, pues sus ojos se posaban sobre su mayor y cómo desempeñaba cada tarea, luciendo y dejando en claro lo hermoso que se veía con el uniforme de aquel establecimiento.
Su visión divagaba en lo que podía mirar, a lo que llegaba. Aquella boina que combinaba con la camisa, ambas cosas de color castaño, mientras que aquellos cabellos azabaches estaban revueltos sobre sus ojos, aquellos orbes bonitos y brillantes que delataban una chispa de pasión. Contorneaba aquella nariz que le parecía tan bonita, imaginando que si fuese aun más pequeñito le gustaría deslizarse en ella hasta llegar a esos bonitos y gruesos labios rosados, los cuales estaban entreabiertos, mientras su dueño dejaba ver la punta de su lengua escaparse por una de las comisuras, dando a entender su concentración. Y el menor, contagiado por aquel a quien denominaba como la obra de arte más bonita que había visto, sentía aquellas cosquillas en la boca de su estómago, que rápidamente se esparcieron por todo su cuerpo, casi sacándole un suspiro, si no fuese porque alguien se interpuso en su camino, obstaculizando su tarea de observación.

– Si lo sigues mirando así solo pueden pasar dos cosas... –   sus ojos automáticamente subieron para divisar a quien le hablaba, que lo había sacado del trance en que lo tenía el pelinegro y sus delicados movimientos al verter el agua hirviendo en el filtro. Volviendo a la realidad, se encontraba sonrojado por verse tan notorio, porque sabía lo que su amigo le diría.   – O vas a derretir a mi compañero, o vas a llenar de baba toda la mesa y cuando se desocupe se dará cuenta. –   dijo enumerando cada posibilidad mientras bloqueaba todos los huecos posibles donde podía observar al mayor de los tres.

– N-no me dijiste nunca que trabajaban juntos... –   frunció aún más su ceño, evitando todo aquello que el menor de ambos había dicho, aunque obviamente en ningún momento dejó de sentir el leve calor en su rostro, que simplemente aumentó al escuchar la carcajada burlona que le proporcionaba su compañero, y ahora se sentía totalmente avergonzado cuando, viendo de reojo, notó que el mayor aun detrás del mostrador los miraba con lo que parecía curiosidad.

– ¿Por qué debería? Además yo te invité muchas veces a este lugar y siempre te negabas, de milagro viniste conmigo hoy. –    se limitó a decir encogiéndose de hombros para luego hacerse el ofendido. Luego de aquella queja, ambos cruzaron una mirada un tanto extraña, la cual terminó en una sonrisa grande y maliciosa por parte de Seokmin.   – Pero tranquilo, ahora voy a dejar que pases tiempo con tu chico, después de todo tengo cosas que hacer... Voy a pedirle que te traiga tu café favorito. –   Y, antes que el más bajo pudiera protestar, el otro desapareció por lo que suponía que era el almacén, haciendo lo prometido. Seungcheol le dedicó una pequeña sonrisa mientras Jihoon solo quería esfumarse, que la tierra lo tragara y lo escupiera del otro lado del mundo.
Inconscientemente, y a forma de evitar el cómo se sentía en esos momentos, comenzó a divagar en sus recuerdos. Sabía que no lo dirigirán a otra cosa que no fuese momentos en los que se topó con el azabache, pero lo mantendría tranquilo, lo sabía porque normalmente recordaba su primer encuentro, donde quedó flechado por el mayor.

. . .

Corría lo más rápido que podía, totalmente aterrado y sintiendo como sus piernas y la falta de ejercicio le querían fallar. Estaba preocupado, se había perdido, aunque se sentía perdido desde que se había mudado, y pudo saber dónde quedaba su nuevo instituto gracias a una señora de avanzada edad que le dio algunas indicaciones.
Ya llevaba diez calles recorridas, le faltaban tres, debía ingresar al establecimiento antes de las 7:25 y eran las 7:24, por eso mismo tenía unas terribles ganas de llorar, porque sabía que no llegaría a tiempo.
Veía como alguien que, suponía, era del consejo estudiantil iba cerrando aquel portón mientras el frenaba su carrera cansado, encorvandose para apoyar las palmas sobre sus rodillas, jadeante y totalmente apenado, sintiendo que se podía desmayar en cualquier momento, por eso mismo sus ojos estaban cerrados con fuerza, concentrándose en no caer.
Su pulso golpeaba en sus oídos, pero podía escuchar que aquella reja metálica ya no se movía, así que intentaba regularizar su respiración para poder hablar, pero el otro ya le había ganado.

– Debes ser el nuevo de segundo, me avisaron de ti. –   Apenas podía escuchar mientras sentía que sus piernas temblaban levemente, realmente lloraría de solo pensar que en su anterior colegio los miembros del consejo estudiantil eran los más despiadados.   – Pasa rápido e intenta calmarte, no queremos que el director Han te regañe en tu primer día. –   Así fue que el corazón se le detuvo mientras volvía a enderezar su cuerpo, viendo una bonita y cálida sonrisa dedicada a él, una que hizo latir con fuerza a su corazón, sacudiendo cada parte de su alma, y se prometió no volverse a reír cuando su mamá se emocionaba al ver "El gran pez". Volvió a la realidad unos segundos después, viendo esas comisuras aun alzadas, acompañadas por una mano tendida que por primera vez, en sus casi catorce años de vida, tomo sin titubear o desconfiar, siendo arrastrado tranquilamente a lo que suponía que era la dirección, no lo sabía porque estaba lo suficientemente aturdido como para prestar verdadera atención. No le molestaba que lo condujera por el lugar, de hecho le daba tiempo para repasar mentalmente toda la situación, creando un bucle donde se repetía la voz de aquel chico, calmada y algo profunda, repaso todo gesto en el rostro ajeno, ojos brillantes y labios naturalmente rosados. Sentía su cuerpo cosquillear mientras su corazón golpeaba en su pecho al compás de un nombre desconocido, de un chico que lo había flechado por completo, que le hacía oír diversas notas en el aire, formando una fantástica melodía, el sonido de la primera vez que su corazón daba saltos de esa manera.
Una vez que llegaron, aunque seguía sin poder prestar atención, sólo recibió el papel que contenía sus horarios y asignaturas, oía pequeños pedazos de la conversación, como las excusas que ponía Seungcheol, el secretario del centro estudiantil (datos claramente revelados por el señor mayor frente a ellos), al decir que su presencia en clases era tardía porque el mayor lo obligó a quedarse con él para no perderse.
Todo lo demás le importaba poco mientras pudiera sostener un rato más la cálida mano del brillante secretario, cosa que pasó, pues el más alto se había ofrecido a llevarlo a su clase para que no se perdiera en los pasillos, y lo llevó sin soltarlo. Pero lo bueno, para Jihoon, duraba poco y pronto había ingresado al aula con sus nuevos compañeros.
Ya estaba el frente cuando volvió a sí mismo, el secretario ya no estaba, y su sistema nervioso ya estaba tranquilo.

– Soy Lee Jihoon, espero que nos llevemos bien. –   habló claro mientras hacía una pequeña reverencia antes de ir a su lugar, escuchando los suaves murmullos que esperaba, no era que estaba acostumbrado, sino que era de esperarse, después de todo eso mismo hacían sus compañeros en el anterior instituto. Aunque, cuando verdaderamente escuchó un poco más pudo notar que, más que hablar de él, hablaban del chico con el que había llegado y sin dudas se sintió curioso por escuchar más, pero no pudo gracias a una voz a su lado.

– Mucho gusto Jihoon, yo soy Lee Seokmin, tu compañero de banco hasta que te quieras cambiar y nos dejen hacerlo. –   Este había extendido su mano, pero él movió levemente la cabeza levemente, asintiendo a las palabras de este, dejando a Seokmin con un rostro de confusión que le pareció bastante chistosa, pero no se rió, solo sonrió.
El profesor de turno inició la clase sin esperar más, y no le tardó adaptarse, pues a pesar de ser el segundo año que los demás se veían, aún no pasaba ni una semana de que habían iniciado las clases, para ser más precisos era miércoles ese día y lo primero que tuvo fue matemáticas, así que estaba algo agotado y quería descansar en el momento libre, pero.

– Vamos, Jihoon, voy a enseñarte la escuela antes de que alguien más quiera robarte y proclamarse tu próximo mejor amigo o amiga. –   Lo había tomado por los hombros y sabía que era lo que la mayoría quería hacer para comprobar si lo que veían era cierto, que él era tan bajo de estatura, pero ya no le molestaba, sabía que a la mayoría le daba curiosidad. Para su sorpresa, el menor, que se había enterado hace poco que éste era más joven, no dijo nada, solo le mostró todo el lugar y pudo sentirse más tranquilo al recordar zonas importantes. Ahora sabía por dónde llegar a la cafetería, a la biblioteca, a la salida, a su salón, al baño y al patio. Por último no sabía bien a dónde iban, pero era un edificio junto a lo que sería el gimnasio.
Aunque ahora se encontraba corriendo detrás de su compañero, que había tenido la fabulosa idea de tener una carrera, y la razón por la cual Jihoon corría era porque no se quería perder, hasta que chocó con alguien al girar, y su corazón ya sabía quién era.

heaven's cloud - 𝕛𝕚𝕔𝕙𝕖𝕠𝕝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora