Capítulo 4: El Roble del Eterno Amor

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Ambos chicos caminaban por los pasillos del castillo, el silencio solo era disipado cuando Naruto le mostraba una habitación en específico. De vez en cuando aparecían unos sirvientes y hacían una reverencia para luego irse.

Naruto ya había tratado de hablar de conversar con el doncel pero este solo respondía con monosílabas o asintiendo con la cabeza. Era frustrante. Él era una persona sumamente sociable y siempre trataba de llevarse bien con todos, y él no iba a andar rogándole a un doncel que parecía creerse superior a los demás.

Parecía no gustarle absolutamente nada, su expresión era la misma. No había emoción alguna en su rostro, parecía un cadáver andante, pero incluso eso tendría más emoción y vida que el Uchiha que caminaba a su par. Tenía entendido que en su cultura una doncella o un doncel debía ser sinónimo de rectitud y serenidad, esa era la aura de Sasuke. Parecía imperturbable, sus expresiones eran tan relajadas y los únicos que parecían moverse eran sus parpados al compás de sus largas pestañas. No solía fijarse mucho en ello pero la pestañas de Sasuke era muy...lindas.

Y también acentuaban mucho sus oscuros ojos, algo bastante común en la familia Uchiha. Y también tenía una pálida y seguramente suave piel, ni su madre, Kushina considerada una de las mujeres más bellas de su reino tenía una piel tan tersa como la del Uchiha. No tenía ni necesitaba algún polvo para verse más blanco como otros, y eso solo hacía que toda su atención se centrara en esos delgados labios que estaban cubiertos de labial carmesí. Y si miraba por completo el rostro del doncel, se encontraba con una versión mucho mejor de las pinturas que había visto referentes a los doncel y doncellas de Oriente. Todo en su ser decía elegancia, digno de alguien de la realeza y del afamado apellido Uchiha. Y también el kimono negro que llevaba con tanta gracia que parecía un alma en pena que paseaba los pasillos del castillo en busca de su paz.

Ese doncel podía ser un engreído pero eso no le quitaba lo atractivo.

—Príncipe Naruto, ¿pasa algo? —Le pregunto. No se había dado cuenta de que lo había estado mirando de manera tan descarada por un tiempo tan prolongado.

—Para nada, príncipe Sasuke.

Siguieron su recorrido por el castillo con la misma monotonía, hasta llegar a una de las partes que más enorgullecía a la familia Real. El famoso jardín de Las Mil Bellezas. Se podía decir con facilidad que ese jardín era hasta el doble del tamaño que el mismo palacio Real.

Ni siquiera el palacio Senju-Uchiha tenía un jardín tan grande. Seguramente su abuelo Hashirama se volvería loco ante ese hermoso jardín.

—Entonces este es el célebre jardín de Las Mil Bellezas.

—Está en lo correcto—Una sonrisa de orgullo se formó en su rostro.

«Cuenta la leyenda que dos hermanos se juraron amor eterno abajo de un roble. Un amor tan puro que parecía que jamás se rompería hasta que por una discusión perdida en el tiempo el mayor se desterró a sí mismo, jurando que acabaría con la vida de su hermano. El menor con el corazón destrozado por la ida de su hermano, prometió ante los Dioses que lo traería de vuelta, incluso si su vida era dada en el trayecto. El mayor provoco desgracia con cada paso que daba, perdiendo su alma y cordura hasta caer en la más pura locura, pero su hermano tenía la esperanza de volver a los tiempos de antaño, donde eran felices y nada había pasado. Los años pasaron, ambos formaron familias pero el amor de ambos seguía intacto, hasta enfrentarse en el mismo árbol en que se juraron amor, sumergidos en la oscuridad del crepúsculo, un momento que quedo marcado en la historia como: 'La Noche en que La Luna se Volvió Roja'. Una pelea que hizo temblar el mundo entero, hasta que se alzó en vencedor en el alba. 'Lo siento...por todo...' acompañado por un último suspiro en este mundo terrenal. El menor había perdido a dos personas importantes ese día, su hermano y el dueño de su corazón. Devastado, le rogo a los Dioses que lo volvieran a la vida, que daría cualquier cosa para que volviera. Ninguno acepto. Con el alma herida, vago por el mundo hasta encontrarse con un Kitsune de nombre Kurama, él no podría devolver la vida al mayor pero le ofreció un trato: 'No puedo regresarle la vida a tu hermano, pero puedo hacer que se reencarnen y así ambos podrán vivir la historia de amor que no pudo ser' Lo que pidió es un enigma hasta el tiempo de ahora y se quedara así hasta el fin de los tiempos, pero él daría cualquier cosa para estar de nuevo con su hermano, incluso si era en otra vida. Cuenta la leyenda que si dos personas se juran amor en, ahora nombrado, 'El Roble del Eterno Amor' su amor durara siglos, inclusive después de la muerte o reencarnación, siempre se encontraran.» ¿Así es la leyenda, príncipe Naruto? —Se giró, viendo al contrario estupefacto.

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⏰ Última actualización: Apr 25, 2022 ⏰

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