catorce

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Fue muy difícil, a pesar de que él no sabía quién era, el constante miedo a decepcionarlo estaba ahí, acechándome.

¿Y si no le gustaban los dibujos? ¿Y si creía que era un acosador? ¿Y si al verme le parezco feo?

Muchas más inseguridades crecían, pero estaba feliz de poder ayudarlo.

Me sentía idiota por no haber hablado con él hoy, tuve la oportunidad, pude hablar con él, decirle quien era y talvez podría ser aunque sea su amigo.

Pero no, tenía que huir como siempre.

Me lamenté una vez más, mientras ingresaba al judo.

—Buenas tardes, chicos, hoy tendremos un juez estrella, él me ayudará a ver que tan buenos son en su arte marcial —con curiosidad mire al profesor, casi al instante mis mejillas se tornaron de rojo.

Él estaba ahí, sostenía una taza de té y estaba igual de sonrojado que yo, se veía hermoso, lo admire por unos segundos como siempre lo hacía, pero al caer en cuenta de que esta vez, el si sabía que estaba ahí, retire la mirada avergonzado.

—Muy bien, quiero verlos estirar —traté de evitar su mirada, pero me era casi imposible, tuve algunos percances por los nervios. trate en todo momento de esforzarme al 100%, quería impresionarlo al menos un poco.

Hubo peleas amistosas, está demás decir que no podía perder, recibí el mejor premio.

¿Puedo morir por un beso en el cachete?

Sentí que mi corazón explotaría solo por ese simple toque.

Y ahora estábamos frente a frente, él me sonreía y yo no podía formular palabra alguna.

—¿Eres tú el de las cartas? —abrí la boca, pero nada salió, dios debe pensar que soy un tonto—. La verdad, esas cartas significan mucho para mí... G-gracias a ellas, p-pude ver que... q-que puedo ser a-alguien.

Vi lágrimas caer por su rostro, con rapidez me acerqué y tomé su rostro entre mis manos, limpié sus lágrimas sin saber qué hacer para detenerlas.

—N-no llores por favor, e-eres hermoso, mereces ser feliz y no dejar de sonreír —sentí como sus brazos rodeaban mi cuello y su rostro se enterraba en mi pecho, y tuve miedo de que pudiera escuchar mi corazón.

Lo abracé acariciando su cabello y su espalda con delicadeza, pude ver a mi profesor sonreírme desde el otro lado del judo y le sonreí de vuelta.

Su piel era suave y tenía un leve aroma a fresas, Chan era un idiota, Félix es hermoso. si yo estuviera en su lugar, haría lo posible por hacerlo feliz.

Ahora que esta conmigo, no dejaré que le hagan daño.



TRUE COLORSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora