Extra 1

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EXTRA 1.

Las bebés estaban durmiendo.

Rin sonrió, acariciando la regordeta mejilla de una de las niñas, estirándose todo lo que podía sin levantarse de la silla de ruedas. Era estorbosa, pero no iba a impedir que tuviera contacto con sus bebés. Aun no había tenido la oportunidad de cargarlas, pero eso no importaba, tenía todo el tiempo del mundo ahora.

La puerta se abrió detrás de ella, e instantáneamente se sintió cálida y segura en la enorme recamara de las gemelas llena de juguetes y artículos de bebé. No necesitaba voltear para saber que era Sesshomaru quien había entrado: él era el único con autorización, además de ella, para entrar cuando quería.

-La enfermera que contraté entro en pánico porque no saliste de aquí en todo el día, y no cumples con el programa que te dio. –Dijo Sesshomaru con un tono que seguramente pretendía infundirle algo de culpa. Solo logró que su sonrisa se volviera más grande.

-Odio tratar con esa mujer que solo quiere que esté acostada todo el día. –Le lanzó a Sesshomaru su mejor mirada inocente. -¿Y, cómo que no sigo indicaciones? El doctor dijo que era muy importante que ellas se sintieran amadas y protegidas todo el tiempo. Y cómo llevó un par de meses atrasada, solo me pongo al corriente.

Sesshomaru tomo una silla y se sentó a su lado.

-Tienes una respuesta para todo, ¿No?

Rin pasó los brazos alrededor del cuello de Sesshomaru y le sonrió.

-Lo tomaré como un cumplido. –La sonrisa de Rin fue débil. Trató de que sonará todo como una broma, pero se sentía amargo. Aun era casi increíble que por fin pudiera estar de nuevo con Sesshomaru, a pesar de que ya había pasado un mes.

Ciertamente había sido horrible.

Su embarazo había sido maravilloso hasta los últimos meses, cuando su ginecóloga le explicó que al parecer su embarazo había pasado a ser de alto riesgo, y había pasado a un estado de reposo absoluto. Eran las peores palabras que podían decirle a unos padres primerizos. Sesshomaru la había cuidado a cada paso, desde el momento en que se enteró, y aunque nunca se lo dijo, ella sabía que él pensaba que podría haber pasado algo por alto. En secreto ella también se había sentido asustada, y buscando en su memoria cualquier indicio de que ella había hecho algo para quedar de esa manera, culpando desde haber tomado un batido de chocolate con galletas y donas de tocino en uno de sus antojos, hasta haber puesto incienso de canela en su cuarto mientras se inspiraba para su siguiente proyecto.

El estrés no hizo sino empeorar su situación, y al momento de dar a luz, se había encontrado sola con Ah-Un en su departamento, mientras Sesshomaru había ido a una reunión urgente de la oficina.

Había que darle crédito a los gemelos por mantener la calma mientras Rin se sentía morir por el dolor. Los gemelos no la habían dejado sola hasta el momento en que entró a la sala de partos.

Sesshomaru no estuvo con ella. No pudo llegar a tiempo.

Pudo ver a sus pequeñas, cuando las enfermeras privadas le mostraron los pequeños bultitos envueltos en sabanas de colores. Ella sintió ganas de llorar mientras observaba esos dos pequeños y frágiles seres.

Towa y Setsuna. Era el nombre que les puso. Era el nombre perfecto para ambas.

De repente, los ojos se le hicieron demasiado pesados y escuchó todo un alboroto a su alrededor y, antes de perder el conocimiento, vio a sus bebés por última vez.

La siguiente vez que abrió los ojos, estaba en la habitación a oscuras, rodeada de aparatos médicos y con un tubo en su garganta.

Los aparatos sonaron como locos, y personal médico entró apresuradamente. Todo pasó tan rápido que apenas recordó lo que ocurrió.

La Cachorra del YoukaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora