Puedo ver todo en cámara lenta.El señor se ha levantado y, efectivamente, tiene un arma en su mano que debe pesar horas y horas de vida. No me imagino el peso de una bala; ¿sería el peso de la muerte o el peso de toda una vida? ¿Y acaso eso no es lo mismo? Vivir y morir, seguramente es lo mismo.
Decido que esa bala lleva el peso de mis recuerdos, porque la duda de cuanto pesa mi mue(vida)rte es grande y no se puede resolver en esos milisegundos que me separan del dolor.
El señor sonríe y observo a mamá, con el tiempo pasando más lento o conmigo actuando más rápido. No se da cuenta de nada. La gente a mi alrededor no reacciona. Nadie nos ve. Nadie ve como va a matarme, nadie vendrá en mi ayuda.
El mundo puede ser grande y estar lleno de personas, pero ahora solo existimos él y yo en esta realidad.
El hombre andrajos juega con la pistola y tiene un brillo en los ojos que me da arcadas. Borroso, todo borroso, una imagen de el en el piso se mezcla en lo héterogeneo de la situación.
Mis rodillas tiemblan y caigo al piso, con espasmos. La anticipación de lo que va a pasar me aniquila y en mi cabeza resuena el sonido de mis neuronas muriéndose. Las siento, a cada una de ellas: mis pérdidas. No puedo pensar en nada más. Solo tengo miedo.
Cierro los ojos con fuerza, transpirando y soltando un grito ahogado. El sonido de los pasos de esa persona se oyen lejanos, como la música de fondo de una película de terror, pero firmes. Un paso del hombre y diez años menos de vida para mí, calculo, con mi cerebro funcionando a todo lo que da.
Y entonces, entre todo mi frenesí, ahí el sonido de un disparo.
Una bala, que vuela despacio en un mar de aire seco y turbio, se dirige a mi pecho. Se arrastra y sé que me tiene el mismo terrible miedo que yo le tengo a ella. Se encoge, deteniéndose, para luego arrancar con violencia y estrellarse en mi corazón.
El fuego dentro de mi me hace soltar un grito enorme que resuena por toda la ciudad, ensordeciendo a los verdaderos sordos y dándoles para escuchar a los que reprimen dolor.
ESTÁS LEYENDO
dragón
Short Story"dragón mío alas de fuego: tú que vuelas por las inmensas montañas y sueltas tu dolor convirtiéndolo en vida, no dejes que te atrapen y te moldeen ¡qué naciste para ser libre, sí! ¡qué naciste para ser sabio, sí! que no te comprenden en este mundo...