Esto de temblar incontrolablemente es normal. Observo el cemento bajo mis pies y razono a que velocidad tendría que correr si este se quebrara y me tratara de absorber hasta capas subterráneas.
Mis ojos se llenan de lágrimas, por lo que veo borroso y escalofríos suben por cada vértebra de mi columna, haciéndome trastabillar. Saliva me ahoga y las palabras que mamá no quiere escuchar se amontonan en mi lengua, por cuarta o quinta vez en el día.
El objetivo del paseo es, obviamente, ayudarme a poder controlar esto: mis reacciones involuntarias. Pero no funciona, y tanto yo como el perro que me mira desde la esquina listo para atacarme, lo sabemos.
La señora Dumme ha dicho que con el tiempo mi enfermedad o condición pasará, todo pasará. También mencionó que tengo que sacarme mis lentes de contacto negros y ponerme los rosas, pero le expliqué que el rosa no me gustaba y que, además, no usaba lentes de contacto.
La señora Dumme siempre me repite que no entiendo sus metáforas mientras riega las flores artificiales de la mesada verde chillón. Mi reflejo a sus palabras es enfocarme en el techo y admirar las manchas de humedad. Últimamente me está costando más contener mi risa, porque su desesperación por hacerme entender aumenta con cada metáfora ridícula que hace. Y eso solo provoca que se ponga a querer soltar malas palabras.
Que suelte malas palabras me da mucha risa, porque mamá siempre murmura que no hay que decir malas palabras. Oh, ya saben, eso de la prohibición lo hace gracioso.
Ese momento es el único que disfruto realmente en su companía. Es exasperante hablar con alguien mayor tan tonto. Esa mujer, por ejemplo; dice que me entiende, cuando ni siquiera se molesta en pensar que si no entendiera que son las metáforas, nunca le hablaría con ellas. Y siempre las uso, solo para comprobar que realmente no me escucha, sino que piensa en su ex-novio.
Cuando está perdida en la foto de él, con los ojos llorosos y su lengua entre sus dientes, es cuando suelto todo lo que me pide decir.
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dragón
Short Story"dragón mío alas de fuego: tú que vuelas por las inmensas montañas y sueltas tu dolor convirtiéndolo en vida, no dejes que te atrapen y te moldeen ¡qué naciste para ser libre, sí! ¡qué naciste para ser sabio, sí! que no te comprenden en este mundo...