El día de la entrevista llegó, y yo llegaría tarde, ese fin de semana Noah me ahogó el teléfono en la olla de arroz, según el fue un accidente, yo creo que vio el nombre de Damián en la pantalla cuando estaba llamando.
Damián es un buen amigo de bachillerato, hace un año se graduó de licenciado en derechos civiles y desde hace seis meses estamos en contacto, Noah desde el minuto cero decidió que no le caía bien y no le agradaría en un futuro cercano, mi pequeño es muy celoso y cree que yo estoy saliendo con Damián, realmente no sé de dónde saca esas cosas si nosotros no tenemos televisión. En fin, eso fue lo que pasó con mi celular, a causa de eso me levanté tarde porqué la alarma del despertador no sonó ¡Sorpresa se quedó sin baterías! y con el apuro no pude llevar a Noah con la vecina y tuve que dejarlo en casa de sus abuelos paternos quienes no estaban muy contentos por haber irrumpido a las siete de la mañana en su sala con el niño dormido, y aunque lo nieguen se que lo adoran, ellos creen que no los he visto hablar con el por la cerca y como trafican dulces cuando creen que yo estoy limpiando el baño. Me gusta saber que aman a su nieto aunque a mí no me traguen ¡Que se jodan los viejos!
—Buenos días, soy Carolina Fuentes, vengo por la entrevista, fui citada para las ocho.— le digo a la recepcionista de la entrada que me vio llegar como loca bañada en sudor a ella.
—Buenos días, llegas tarde, aunque tienes suerte la persona quién te entrevistará aún no ha llegado. Las entrevistas se harán en el quinto piso en la sala de recursos humanos, este es tu gafete y tienes que darle tus datos a la recepcionista de ese piso.— me extiende el gafete que dice en letras grandes VISITANTE.— Suerte.
La mire una última vez y asentí con la cabeza, coloque el gafete en el bolsillo de mi camisa blanca y subí por las escaleras hasta el piso que me indico la amable muchacha ya que odio los ascensores, en el piso voy hacia la recepción y ella me extiende un formulario el cual me toma quince minutos en llenar, cuando me siento noto que soy la quinta persona en una pequeña fila, quizás tenga suerte.
Cuando comenzaron a llamar uno a uno fue saliendo con cara de haber perdido la oportunidad de su vida y para ser honesta eso me tranquilizó.
—Fuentes, Carolina. La esperan. Siga el pasillo la penúltima puerta a la izquierda.—me indicó amablemente la recepcionista y yo le agradecí.
Frente la puerta entre en pánico y toque dos veces de forma leve.
—Adelante.— me indicaron y abrí la puerta como si una película de terror tratase.
—Buen día.— trate de sonar lo más firme posible, entre definitivamente y cerré la puerta.— Soy Carolina Fuentes.
—Buenos días, señorita. Tome asiento y deme su currículum vitae.
Hice lo que se me dijo. Un defecto en mí es que no miro a la cara a los desconocidos, no sé si se deba a un trastorno por mi depresión o por simple mala educación. Pero no había tenido la necesidad de ver a la cara al hombre que me hablaba hasta que nuestros dedos se rozaron al entregarle la hoja que me definía como persona.
Vi unos ojos verdes, extraño porque dónde vivo todos tenemos ojos color charco, un cabello platinado casi blanco y un rostro esculpido por la misma Afrodita para hacerme pecar.
¡Ese hombre es hermoso!
Él al ver que le estaba mirando sonrió.
—Por fin me ve al rostro, creí que tendría autismo.
Y allí murió mi encanto.
Un maldito acento italiano.
No pego una.
¿Por qué no lo noté?
¡Dios, porque eres así conmigo! Sabes que sucumbo a los extranjeros.
—Lo siento, no me gusta mirar al rostro de los desconocidos.—logro decir luego de permanecer en silencio durante unos segundos y desviar la mirada de su bello rostro extranjero.
—No se preocupe, demos inicio a la entrevista.
Cuando salí de la oficina creo que mi rostro reflejo lo que mis antecesores mostraron al salir de esa misma sala. Derrota. Creo que en definitiva lo arruiné.
Dos días después aún no obtenía respuesta, eso me mantuvo tensa y sin apetito, no le comenté nada respecto a la entrevista a nadie, ni siquiera a mi cómplice de travesuras. Me estaba dando por vencida cuando llamaron desde la puerta del patio.
—Buen día.— se escuchaba a una mujer llamar, comprobé mi vestimenta y si estaba peinada. Aceptable.
—Un momento.— dije desde la casa pero sin gritar, primero el glamour, salí con paso lento y verifique que nada estuviera sucio o fuera de lugar, Noah aún está durmiendo. Apenas eran las siete de la mañana.
Abrí la puerta y una hermosa morena de pelo crespo me sonreía.
—Buenos días, ¿En qué la puedo ayudar?
—Disculpe importunar a estas horas de la mañana, vengo de parte de la Empresa de Alimentos Mira y Asociados C.A. usted dejo un registro de su dirección y que no poseía un medio de comunicación viable, así que me enviaron a entregarle esto.—me extendió un sobre con el logotipo de la empresa, lo tomo y veo a la muchacha, su vestimenta, el casco bajo su brazo. El distintivo en su chaqueta. Es una mensajera.
—Gracias.
Después de que se fuera, cerré y camine a la silla que está bajo la sombra de los árboles de mango.
Abro el sobre y dentro hay una serie de papeles que comienzo a leer.
La Empresa de Alimentos Mira y Asociados C.A. tiene el placer de notificarle que después de una revisión exhaustiva de los datos suministrados por parte de usted a nuestras oficinas de recursos humanos y comprobar su experiencia con las referencias proporcionadas damos buena fe que usted comience de forma inmediata a laboral en nuestras instalaciones. Consiguiente se le proporciona el contrato con todas las clausulas. Esperamos su respuestas veinticuatro horas después de haber recibido está notificación.
Mierda.
Lo conseguí.
Tomo lo que parece ser el contrato y leo.
Cuando llegó a la frase Secretaria presidencial quedó en shock.
Yo no postule para esto.
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Dulces, sueños y Fuentes.
HumorCarolina Fuentes, es una joven mujer viviendo la vida a cómo puede, después de cumplir diecisiete se dedicó al trabajo olvidándose de sus sueños de ser artista y de viajar por el mundo a conocer las maravillas de otras culturas, ahora con veinticinc...