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Salimos los 3 a las calles y el calor va aumentando. Yo había venido con un pantalón simple gris algo suelto y una remera celeste de manga corta pero el calor ya me esta haciendo transpirar.

Al final quedamos en ir a comer a una pizzeria de por aquí cerca.

Pero hay algo raro en todo esto y es que no he tenido ni un solo mensaje de papá en toda la mañana y la verdad me parece extraño que no se haya dado cuenta que no estamos todavía digo; no es que me suelo levantar muy temprano que digamos pero más de las 12:00 jamás. Y ya van a hacer las 13:30 de la tarde y nada.

Mamá hoy tenía trabajo como siempre y entraba a las 9:30 y salia a las 12:30 por ende ella ya tiene que estar en casa y tampoco tengo ningún llamado o mensaje de parte de ella.

Papá creo que entraba a las siete y salía también a las 12:30 que es la hora de descanso y luego tiene que volver a las 13:45 o sea ahora dentro de 15 minutos.

Cuando llegamos a la pizzeria de jorge decidimos sentarnos adentro ya que hay aire acondicionado. Jorge es un señor muy trabajador que vive en el pueblo desde que tenía tres años su familia se mudó de Argentina y desde que vinieron aquí su padre, Luis, compró esta propiedad para hacer un local pero cuando una enfermedad arrasó con su vida le dejó el local a su único hijo y desde ese entonces Jorge ha mantenido este lugar impecable. Es una historia muy bella y conmovedora.

Algunas veces me pregunto que sería de la vida si las personas no murieran, si, lo sé es una pregunta algo rara o hasta clásica pero es una idea que ha estado surgiendo en mi cabeza desde hoy temprano cuando tuve la charla con la profesora Jessa. Si ya de por si la Tierra está plagada ¿qué sería si nadie nunca muriera? Lo lógico sería que nadie más entre pero otra pregunta que me surge en este momento y es, ¿por qué hay otros planetas? Si tan solo pudiéramos habitar los demás planetas todo tendría más sentido.

—Maeve—me llama Holly que se encuentra sentada al costado mio.

Levanto mi vista y veo que hay una chica parada enfrente nuestro con una pequeña libreta y un bolígrafo mirándome impaciente.

—Si lo siento—me disculpo sentándome mejor—¿ya saben lo que van a pedir?

—No, por eso te estábamos llamando—me explica y señala a la chica.

Agarro la carta y la reviso antes de dejarla sobre la mesa.

—Yo quiero de especial—digo cruzando las manos sobre la mesa.

—Entonces una especial—sentencia Lewis dándole la carta a la chica.

—¿Y qué quieren para tomar?

—Yo quiero una coca cola chica—le pide Holly.

—Lo mismo.

Ambos me miran esperando una respuesta.

—Una Fanta.

La chica asiente y se va para traer nuestro pedidos.

Me giro para mirar a Holly y ella me mira con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—¿Estas bien?

Ahora soy yo la que frunce el ceño.

—Si claro.

—Es que parecías perdida—comenta Lewis en modo de chiste.

—Si estoy bien solo estaba pensando en planetas.

Se hace un silencio raro en el que  ambos se miran hasta que no aguantan más y estallan a carcajadas.

—En planetas—Holly se agarra la panza del dolor por tanto reírse.

Iris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora