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17 de octubre de 2018

15:56 horas.

-¡NO, NO QUIERO IR, AYUDA!-grita otro hombre siendo arrastrado por dos más fuerte que él-AYUDA, AYUDA...

Ruedo los ojos justo cuando se me acerca padre. Se pone a mi costado y me abraza por los hombros mientras caminamos hacia uno de los ascensores.

-¿Qué onda, muchacho?

-Estoy cansado de escuchar tanto griterío-me quejo separandome una vez que ya estamos adentro.

-Tranquilo, muchacho, ya sabes como exageran esas personas-sonríe mirando hacia el frente.

-¿Todos exageran, padre?-pregunto entornando los ojos.

Suspira sin perder su sonrisa.

-Voy a ignorar ese tono sarcástico-me dice guiñandome un ojo.

-Se te ve muy contento, ¿puede tu hijo saber por qué?-me cruzo de brazos.

Se gira para mirarme aumentando su sonrisa.

-Tengo una gran sorpresa para ti hoy-me apreta ligeramente el hombro.

Enarco una ceja.

-¿Y qué sorpresa? Si se puede saber.

Niega.

-Oh no, no te puedo decir. Ya lo veraz. Te va a encantar. Es sobre todo el trabajo que venimos haciendo.

Justo se abren las puertas del ascensor y sin decir nada salimos. Caminamos por los largos pasillos que están llenos de gente. Todos con esos uniformes ridículos que no tengo ni idea de para qué sirven. A medida que vamos avanzando los gritos de cada habitación se hacen más insoportables. Algunos gritan desesperadamente, otros lloran pidiendo auxilio y bueno... mucho más que prefiero no saber.

Seguimos caminando y estoy por abrir la puerta de siempre cuando padre me lo prohíbe. Lo miro frunciendo el ceño y él me guía hacia otra habitación. Sin decir absolutamente ninguna palabra abre la puerta y entramos a otra habitación que ya había estado antes.

Bueno básicamente conozco este edificio entero. No hay una sola habitación en la cuál yo no haya entrado. Aunque esta ya hace un par de meses que no entraba, solo hay algunos muebles corridos y otras maquinas nuevas pero después todo sigue casi igual.

-¿Qué hacemos aquí?-pregunto una vez que cierra la puerta y se acerca a una máquina.

Le quita esa gran sábana blanca llena de tierra y me la lanza haciendo que todo el polvo vuele por los aires. Toso mientras la tiro al suelo de mala manera.

-Está máquina hijo mío-habla mientras la señala contento-es la máquina que va a cambiar la historia de la humanidad.

Ruedo los ojos sin una pizca de emoción ante sus palabras.

-Otra vez con esa idea...

-Está vez es distinto, hijo. Esta vez va a funcionar-me asegura-solo te necesito a ti.

-Como si fueras a preguntarme lo que quiero hacer-espeto cruzado de brazos.

Suspira sin decir nada y se acerca cambiando su cara a una más relajado.

-Vamos, no decaigas ahora. Venimos muchos años intentando esto.

-Justamente por eso es que no te creo nada.

-Ya sé que el proceso parece lento pero no por eso vamos a tirar todo lo que hemos hecho en estos años.

-¿Y qué hemos hecho, padre?-pregunto bruscamente-venimos años tratando de conseguir una cura, de cambiar la humanidad como tú sueles decir y hasta ahora todos lo que entran a habitaciones como estas no salen en su sano juicio.

Iris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora