Cartas sin destino [Chanbaek]

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-En serio, yo no sé como puedes seguir así. Han pasado ¿Cuánto? ¿Cuatro años? Me parece inútil que sigas escribiéndole, si nunca te respondió definitivamente significa algo- bufó- además ese Baekhyun es muy bonito y tierno, de esos que no duran mucho solteros.

-Carajo, Jongdae. Recuérdame porqué todavía te soporto- Con una alta frustración pasó las manos por toda su cara, bufando también.

-Porque me lo debes, así de simple.

-Tú no lo conoces, aunque… tienes razón, ya hasta me parece una pérdida de tiempo seguir intentando, debe tener mejores cosas que hacer hasta quizás con alguien más, me duele pero creo que es momento de dejar de hacerme el idiota y ver la realidad- cansado, tomó la carta que había empezado a escribir arrugándola y tirándola al bote de basura, había perdido la cuenta de cuantas le había enviado a Baekhyun, quizás unas cuarenta, no lo sabe, aunque la respuesta nunca llegó.

-Por supuesto que tengo razón, ahora debo irme, mi bella esposa y mi dulce pequeña me esperan. Adiós, idiota y deja de lloriquear ya por ese muchacho, afuera deben haber muchísimas personas que realmente quieran estar a tu lado. ¡Ánimo!

Cuando la puerta se cerró, Chanyeol cayó de nuevo a su realidad, su triste realidad, estaba solo en ese departamento, aquel que compartió con Jongdae algún tiempo, hasta que se casó y obviamente se mudó.

Nunca pensó que esto le pasaría, tenía 28 años pero parecía que su vida se había detenido hace más de cuatro años cuando se vio forzado a separarse del amor de su vida, Baekhyun era su felicidad, aunque lo había perdido. Sus ojos se llenaron de lágrimas, trataba de no llorar pero era inútil, todas las noches era lo mismo.

Jongdae tenía razón, le debía mucho, gracias a él consiguió trabajo casi de inmediato, la familia Kim tenía bastante dinero por poseer una cadena bastante reconocida de elegantes restaurantes, eran personas muy amables que no dudaron en ofrecerle todo lo que necesitara, primero empezó trabajando como camarero y a medida que el tiempo pasó fue ascendiendo y actualmente se desempeña como supervisor, un puesto muy importante, ya que debía estar al tanto de los empleados y de cada cosa que ingresaba o no a la cocina, trabajo que el señor Kim le dio personalmente por la absoluta confianza que le tenía. El antiguo apartamento de Jongdae ahora era suyo, cualquiera podría decir que nada le faltaba, aunque sentía que estaba incompleto, pues no tenía a su lado al amor de su vida, aquel pequeñito de regordetas mejillas y reluciente cabellera.

Quizás ya sea momento de olvidarlo, pensaba mientras miraba la foto enmarcada donde estaban juntos. Ya no tenía sentido vivir del pasado, las cosas eran claras, perdió a Baekhyun y tenía que aprender a vivir con eso.

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-Papi, tengo sed.

Baekhyun suspiró, acababan de bajar del barco hacia unos 25 minutos, pero obviamente Misuk no tenía sed antes cuando podía tomar todo el agua o jugo que quisiera sino que la tenía ahora, cuando estaba caminando por esas calles nubladas y frías de Londres.

Los primeros días fueron complicados, ninguno de los dos estaba acostumbrado al movimiento del barco por lo que sufrieron algunos mareos y su pobre bebé hasta vomitó una vez, afortunadamente su pasaje cubría tanto habitación como las comidas así que nada les faltó, definitivamente Kyunsoo pensó en todo, hasta en el dinero, a Baekhyun en el lío de salir de su casa olvidó completamente que en Inglaterra no usaban wons, pero al abrir la maleta la primer noche, encontró un fajo de billetes, libras específicamente, Baekhyun no sabía cómo agradecerle, definitivamente le enviaría una carta en cuanto pueda, y esta vez esperaba que la recibiera.

Misuk, sacando los primeros días donde se sentía algo malita, pudo disfrutar mucho, ya que por primera vez había jugado con otros niños, las madres eran algo estiradas ante la perspectiva de Baekhyun, referido a como observaban sobradamente de arriba a abajo sus no tan elegantes atuendos, pero sus hijos eran unos dulces chiquitines, invitando a jugar a su pequeña cuando ella se encontraba algo tímida en el regazo de su papá.