Capítulo Uno

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¿Conocen aquello que se hace llamar "enamoramiento"? Porque yo si, y solo hay una respuesta si es que te preguntas el porqué.

He vivido así por más de 5 años.

¿Te imaginas enamorarte de tu mejor amigo desde la adolescencia, y seguir sin poder decirlo? Ese era mi caso.

Y solo había una razón del porqué no era capaz de expresarlo.

El miedo.

Nunca antes había tenido tanto miedo como ahora. Al principio pensé que era uno de esos enamoramiento adolescentes o un simple capricho por ser el unico hombre con el que convivía aparte de mi padre, pero cuando paso un año y los sentimientos no se iban si no que, al contrario, incrementaba, supe que no era un simple capricho adolescente.

Estaba enamorada.

Y era de mi mejor amigo.

Y es así como llegamos al tema del miedo. Ese chico había estado en las buenas y en las malas, y tenía miedo de que al confesarle mis sentimientos, pudiera hechar todo lo que juntos habíamos construido con el pasar del tiempo por la borda, y todo por culpa de mis estúpidos sentimientos.

Definitivamente era algo que no quería que pasara. Jamás querría que sucediera. Solo por un enamoramiento no permitiría que mi mejor amigo se fuera de mi vida, así que simplemente intente sepultar aquellos sentimientos y emociones que él era capaz de generar en mi interior con un simple "te quiero", lo cual no funcionó, pues a medida que el tiempo pasaba, el amor que sentía hace el muchacho solo aumentaba. Iba en ascenso, y cada vez era peor ocultar el sonrojo que sus besos en mis mejillas ocasionaban.

-¿Hola? Tierra llamando a ____, ¿estas ahí?

-¿Eh?

De repente estaba en un centro comercial.

-Oye, ____, ¿Si escuchaste lo que te dije, verdad?

-¿Ah? Si, claro. Obviamente te escuché. -Mentira, no tenía idea de qué hablaba.

-Haré como que te creo. Ahora, escuchame, es importante esto para mí, ____.

El rostro de Karl se contrajo en una mueca de súplica que simplemente no pude ignorar.

-Bien, Karl. ¿Qué es tan importante para ti que nesecite saber? -Le pregunté, tomando una de las papas fritas frente a mi y llevándola a mi boca.

-Bien. Se que no suelo hacer esto, pero nesecito tu ayuda, solo esta vez,¿si? Por tu mejor amigo. -Auch.

Si, digamos que el hecho de que me llamara mejor amiga dolía, porque yo no quería ser simplemente su mejor amiga, pero le tenía demasiado aprecio, así que solo ignore eso y hable.

-Escucho, Karl. ¿En qué te ayudo?

Mi amigo —Auch, otra vez— inhalo fuertemente, antes de hablar.

-Quiero que me ayudes a pedirle a la chica que me gusta ser mi novia.

¿Qué?!

¿Desde cuando le gusta una chica y no me lo había contado? Y no solo eso, tengo que ser su cómplice.

No podía creerlo. Los ojos de Karl iluminaban ilusión, y probablemente los míos sólo desilusión. Tenía que ver como le decía a alguien más aquella pregunta con la que soñé que me hiciera él a mí, o cuando imagine o intente convencerme a mi misma de que era capaz de decirle lo que sentía y pedirle ser mi novio, pero esto era otra cosa.

Sin embargo, y aunque me doliera tanto que sentía como mi corazón se estrujaba, no podía someterlo a que me amara si no era así. Prefería verlo feliz antes que amarrarlo a mi y que fuera infeliz intentando amar a alguien a quien no amaba.

Un Arcoíris De Poemas | Karl Jacobs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora