Capítulo Nueve

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Carolina del Norte | 2012 (14 años de edad)

—Vaya, vaya. Nos volvemos a encontrar, ¿eh, Señorita Feria?

—¿Que?

Gire sobre mis talones por la voz que se escucho a mis espaldas, no la reconocía y se me hacía raro si es que se estaba dirigiendo a mi.

Era el primer día del noveno grado. Me encontraba en el pasillo de la escuela junto a los casilleros, pues Karl (quien seguía siendo mi mejor amigo luego de dos años) estaba guardando sus cosas en su casillero asignado.

—¿Quien eres tú? —pregunté a la persona que me había hablado. No lo reconocía en lo absoluto y se me hacia extraño.

—Mi nombre es Josh O'Conell. Es un gusto poder hablar contigo finalmente. —tendió su mano blanquecina por la palidez de su piel hacia mí.

Frunci el ceño, no iba a aceptar la mano de un extraño tan fácilmente.

—Perdón, ¿nos conocemos? —sentí como Karl se posicionaba a mi lado derecho, y suavemente comenzaba a acariciar la piel de mi mano cuando mi voz tembló por los nervios de hablar con alguien nuevo.

—Hablamos una vez en una feria, en una montaña rusa. Tropezaste y yo evite que cayeras.

"¿Estas bien?"

"A-ah, yo... Si, c-claro. Estoy bien. Gracias."

Y lo recorde.

—El chico de la feria. —susurre.

—Exactamente. Y creo que ya ambos sabemos que volver a encontrarnos luego de más de un año no es coincidencia.

*∗✿❀ ❀✿∗*

—¿Acaso estas celoso? —pregunté, comenzando a formar una sonrisa burlona y piquetear el estómago de mi amigo en un intento de cosquillas.

—¿Celoso? ¿Yo? Pfff, claro que no, __. Josh es solo un chico con el que has empezado a hablar. En realidad, me siento feliz de que hayas podido hablar con alguien más.

La sonrisa burlona de mi rostro se transformó en una de ternura. Karl era el mejor amigo que hubiera podido desear.

—Me hace feliz que te alegre. Igual no hay de que preocuparse, ¿sabes, Karl? Siempre serás mi amigo, en las buenas y en las malas.

*∗✿❀ ❀✿∗*

—En las buenas y en las malas. —el murmullo rompió el silencio formado en el aula de clase.

Era la hora del recreo, sin embargo no había salido del salón. Sentía una presión bastante fea en el pecho, y no sabía si era por ver a mi mejor amigo riendo junto a otro grupo, o el hambre.

Posiblemente eran ambas.

Llevábamos 3 semanas en noveno grado, y en esas tres semanas mi mundo había comenzado a quebrarse y temia demasiado que se desmoronara frente a mi y que no pudiera hacer nada.

Ya no salía en las tardes a jugar rayuela con Karl, ni íbamos al centro comercial, no montabamos bicicleta, y lo peor, ya casi no hablábamos.

Volví a ese bucle en el que lo único que hacía era llegar a mi casa, hacer los deberes, hablar con Flor y Margarett (quienes eran las personas del servicio en mi casa) si es que mi mamá llegaba tarde, dormir, y volver a ir al colegio.

Un Arcoíris De Poemas | Karl Jacobs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora