𝖣𝗂𝖾𝖼𝗂𝗌𝗂𝖾𝗍𝖾

306 22 11
                                    

▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁

Erick infló sus mejillas y frunció levemente el ceño cuando su hermana mayor le dio un gran regalo al verlo salir de su habitación. Pensó que su regalo solo sería la comida que ella iba a pagar, no esperaba algo aparte, era suficiente con que le dejara invitar a sus amigos.

-Espero que te guste, estoy casi segura que compré los adecuados -sonrió ampliamente, ansiosa por ver que su pequeño hermano abriera su regalo.

-Yane, te dije que solo la comida estaba bien -hizo un puchero, sintiéndose inevitablemente emocionado por el regalo.

-Sé que amas los regalos, quita esa cara y ábrelo.

Erick sonrió con emoción y se sentó ahí mismo, a la mitad del pasillo con el regalo entre sus piernas; rompió el envoltorio y sacó la caja que había dentro, revisó la caja y la movió para tratar de adivinar que había dentro, segundos después la abrió por fin, y una expresión de felicidad se instaló en su rostro.

-¡Yane, son zapatos! -exclamó con emoción, se puso el zapato derecho para verlo mejor y le quedó a la perfección.

-¿Te gustan?

-¡Me encantan! ¡Gracias, gracias, gracias! -se acercó a abrazarla con fuerza.

-Ves, sabía que te gustaría. Pero busca más, aún falta.

El menor se soltó rápidamente y se sentó de nuevo, buscando qué más había dentro, y el brillo en sus ojos apareció al encontrar una linda sudadera lila con estampados de colores. Le encantaba.

Yanelis sentía que quería llorar, ver a su hermano tan feliz la ponía sensible. Desde que el padre de él lo dejó sin siquiera preocuparse, había decidido darle todo el amor que no pudieron darle a pesar de ser solo casi tres años mayor que él; muy diferente a la relación de ella con su padre, se veían de vez en cuando y estaba pendiente, no quería ni imaginar cómo seria ser hecha a un lado por su propio padre, a lo mejor Erick no pensaba mucho en eso, o al menos eso esperaba.

-Eres la mejor hermana del mundo -sonrió desde el suelo, mirándola con un toque de tristeza en sus ojos.

-Lo dices porque soy la única hermana que tienes.

-No quiero otra de todas formas, no importa que seas muy mandona, igual eres la mejor -levantó su pulgar con aprobación y rió.

Tal vez a Erick su padre lo haya abandonado, pero con el amor de su hermana y el de su madre, lo tenía todo, no se quejaba, estaba agradecido a pesar de que viviera momentos muy dificiles, no cambiaría a su familia por nada del mundo.

Y es por eso que ver a su hermana lo hacía sentir culpable.

▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁▷🍪◁

-Te veo más tarde, mamá -se despidió el castaño luego de sacar el pastel y las galletas que había preparado el día anterior.

-¿No crees que deberías llevar el auto? Vas un poco cargado.

-Yo puedo, además, creo que Zabdiel me esperará fuera de su casa.

-Bueno, llévale esto a Erickin, dile que feliz cumpleaños y le mandas un abrazo de mi parte -le colgó en la muñeca una pequeña bolsa de regalo decorada con una chonga color rojo -Y también dile que necesito más galletas, por alguna razón siento que me las estoy terminando demasiado rápido.

Christopher rió nervioso, se despidió y salio rápidamente de ahí antes de que empezara a cuestionarlo por si tenía alguna sospecha. A mitad del camino, se arrepintió por no escuchar a su madre, tuvo que llevarse el auto porque ya los brazos le dolían, los sentía débiles, ¿en qué momento creyó que sería buena idea hacer un pastel tan grande? Solo hubiera hecho uno pequeño para Erick y ya, pero a lo mejor solo se emocionó y por eso terminó haciendo grandes cantidades.

Cookies «Chriserick» Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora