Epílogo.

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• Gustavo Cerati - Amor Amarillo.

• Gustavo Cerati - Amor Amarillo

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Palawan, Filipinas. Enero de 2020.


—Tendríamos que planear la boda —dice en medio de un beso, ambos caminábamos hacia atrás hasta dar con el sillón, en un rápido movimiento me coloco sobre él.

—Pero si ya nos casó Santiago, además sabés que odio las iglesias, Martín.

Mis manos viajan por todo su cuerpo, primero de manera suave y lenta, luego con un poco más de intensidad al llegar a la zona de su ropa interior, amago a quitarla y suspira. De verdad este hombre no aprende a callarse cuando debe.

Sus ojos claros se oscurecieron ante la anticipación y las caricias que emitía por encima de la ropa.

—Sería lindo pasar una tarde con Sergio y Raquel aunque sea, no digo que invitemos a medio mundo.

—Es que tampoco podemos, la parte de que somos prófugos, y que se supone que estamos muertos, te la estás olvidando.

Su mano derecha se desprende de mi espalda —luego de haber tirado de la última prenda que cubría mi cuerpo— y la lleva hasta la base de mi cuello, tirando hacia él. Retiro mi mano de su posición y me ayuda a dejar al descubierto su cuerpo por completo. Ambas anatomías encontrándose en movimientos lejos de ser suaves, fundiéndonos en un beso que quema de la mejor manera. Martín parecía jugar el papel de sumiso esta noche, pero lejos está de serlo al cien por ciento.
Nuestro alrededor se apaga, los gemidos y jadeos se encienden desde lo profundo de nuestras bocas, consumidos por un deseo incontrolable, a punto de ser insaciable.

—¿Alguna vez te dije lo linda que te ves así? —pregunta, luego de unos minutos en los que ninguno podía emitir palabras.

Mientras sus embestidas se vuelven demandantes intento concentrarme en la pregunta. Claro que lo dijo, un millón de veces, aunque no me importa que lo repita un millón más si es necesario.
Separo un poco más las piernas, sobre ese sillón frío y lo dejo tomar las riendas del momento, solo me limito a conectar nuestras miradas, asegurándome de que no estoy en otro sitio. Porque esto no es producto de mi inconsciente.
Martín deja escapar un gruñido entre dientes, aun guiando los movimientos de mis caderas que se vuelven delirantes. El aire se condensa, todo es hipnótico.

Pierdo todo autocontrol cuando me gira y una de sus manos se pierde por nuestros cuerpos, su dedo forma círculos sobre mi clítoris. Echo la cabeza hacia atrás, suspirando cuando su lengua llega mi intimidad, tocando cada punto sensible que encuentra a su paso, agregando un dedo, luego dos. Agradezco que este lugar esté bastante alejado de otras casas porque me estaría importando muy poco serenar el volumen de mis gemidos.

Tiro de su pelo lo suficiente como para que entienda que quiero besarlo y se coloca a mi altura.

—Quiero hacerte sentir bien —murmura contra mis labios y atrapa mi labio inferior con sus dientes

Doncaster LCDP ── PalermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora