Es el tercer año después de la venida de Cristo; el infierno reina en la tierra y los demonios asesinan a los humanos olvidados, por placer. Forzados a sobrevivir, un grupo de religiosos se especializa en la caza de estas inmundas creaturas.
Craig...
Lamento la demora, pero espero que el capítulo valga la pena ;;
y btw, ese especial, ¿no?
Feliz con mi Style canon padres casados, triste con my boy Eric :'C
Lamento muchísimo no haber contestado reviews, prometo hacerlo en este día; no he tenido un tiempo de respiro en estas semanas, y no quería hacerlos esperar más, espero les guste!
Gracias a mi editora, Ren, por darme sus opiniones y revisar mis escritos ❤
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—Kyle... —comenzó Jimmy.
Craig fue tomado desprevenido por la respuesta del judío, Broflovsky era rápido, sí; él ya había sido testigo de lo que el otro era capaz. Sin embargo, no tomó en cuenta sus refinados instintos; Tweek parecía que tendría un paro cardíaco en cualquier momento; palideció con los segundos y sus ojos verdes se enfocaron en los suyos.
—¿Qué es esto? —preguntó el pelirrojo.
¿Podía ser cierto? ¿Kyle sabía de la verdadera identidad de Tweek solo con estar cerca de él? Las auras de un humano y un demonio eran totalmente diferentes, eso era evidente; Jimmy estaba dentro del engaño y podían pasar debajo de los instintos adormecidos y estupefactos de Stan, pero no había tomado la naturaleza desconfiada de Kyle en cuenta.
Craig lentamente llevó su mano al revólver, no planeaba dispararle, mucho menos a un aliado que había venido a apoyarlos; pero debía asegurarle al diablillo que había alguien en su lado; de reojo pudo ver como Tweek hacía aparecer las garras escarlatas de su mano izquierda detrás de su espalda.
Si la temblorosa criatura iniciaba un ataque, Kyle no haría nada por contenerse.
—Dios, realmente eres un hijo de puta —Stan fue el siguiente que habló, tomando a todos desprevenidos.
Los ojos esmeraldas del judío no se despegaban del diablillo.
—Stan... —el castaño, como siempre, intentaba navegar sin pisar una mina.
—No, Jimmy —lo paró el pelinegro—. ¿Cómo te atreves a venir aquí y amenazar a nuestro invitado?
Stanley se acercó al inamovible pelirrojo y alejó la mano que sostenía la katana de Tweek; y por un momento Craig pensó que Kyle atacaría al claramente ebrio sacerdote. Pero en lugar de eso, dejó que el pelinegro alejara la filosa hoja.
—¿Su invitado? —demandó saber, sin regresar aun la katana a su funda.
—Sí —regresó Stan molesto—, no tienes derecho a amenazar a nuestros amigos con esa arma tuya; Tweek... es un buen tipo, Kyle, ¡ni siquiera lo conoces!