Estaba en la parte trasera del carro de mi papá, me veía de unos 8 años. Iba con mi mamá y por supuesto con mi papá que iba al volante, todos en silencio, y mi madre lo cortó.
—Evan, me quiero separar de usted. —dijo ella en tono de pelea. —lo único que hace es estar con otra, con la amante ¿cree que no me iba a dar cuenta? Pues se equivocó. —fue alzando el tono de voz. —y yo me quedo con mi hija, ¿entendió?
—cálmese por Dios, ¿no ve que su hija la está escuchando?
No sabía qué hacer, por lo tanto me quede callada como idiota, solo quería que llegáramos rápido.
Se fueron abriendo mis ojos lentamente, al principio solo veía la luz de la bombilla de un techo, lo que me hizo parpadear varias veces y girar mi vista. Esta se fue aclarando y lo que vi fue a un chico totalmente desconocido para mí parado al lado mío mirándome con aspecto preocupado, estaba todavía adormecida cuando me desperté completamente y me entro un miedo profundo.
— ¿en dónde estoy? —trate de levantarme pero sentí un dolor agudo en mis costillas que no me lo permitió — ¿Qué me paso?
Un doctor entro y le dijo al chico que nos dejara solos, él comprendió y salió.
—señorita usted sufrió un accidente automovilístico y tiene raspaduras tanto en la cabeza como en las rodillas, pero no son de alto riesgo. Sin embargo, se rompió una costilla, no es grave pero si tiene que venir a un chequeo general para que esta se cure correctamente —dijo mirándome serio —también encontramos unas cortadas en sus piernas que no son originarias del accidente, unas ya están cicatrizadas y otras son recientes, por lo tanto es necesario que me diga su nombre para llamar a un familiar suyo y que la remitan a un psicólogo.
—mi nombre es Elizabeth Midnight, si quiere déjeme hablar con un psicólogo y yo le explico todo lo que pasa, pero por favor, antes de hablar con algún familiar mío, déjeme explicar las cosas —dije con cierto miedo a que no me diera una oportunidad.
—Está bien, llamare a un psicólogo —salió de la habitación dejándome hundida en mis pensamientos tratando de encontrar las palabras correctas.
Después de 5 minutos entro a la sala un joven para ser un psicólogo, tenía aproximadamente 25 años, y este chico, se iba a enterar de una parte de mi vida.
—hola, me llamo Paul y soy el psicólogo que te va a escuchar. Te llamas Elizabeth ¿cierto?
—sí. —dije débilmente.
—Bueno Elizabeth ¿me quieres decir una excusa razonable para que no les cuente a tus padres que te autolesionas? —dijo mirándome atentamente.
—mi papá está muerto. —dije mirando a la nada.
—Lo siento —me miro incómodo. — ¿esa es la razón por la que te autolesionas?
—mire doctor, usted solo vino a preguntarme por qué razón no le puedo contar a mi mamá y voy a ser breve con esto porque creo que ya es tarde y quiero salir de acá ahora —dije fríamente. —mi mamá tiene trastorno bipolar afectivo, no hace falta que le explique con detalles esta enfermedad porque lo debe saber y la razón por la cual usted se encuentra parado escuchándome es que si le cuenta que yo me autolesiono ella me va a pegar por hacer eso, y eso no lo haría un psicólogo por su paciente ¿o sí? —lo cuestione. —y estará pensando que le tendrá que decir a algún familiar cercano mío, pero es conveniente que no, porque mi único familiar cercano que tengo es mi abuela y ella no está en buenas condiciones de salud para que reciba una noticia como esta, así que lo mejor para mi será que le prometa que no volveré a hacerlo.
—señorita, entiendo por lo que está pasando ahora, pero, si no le digo a alguien que me garantice que la va a cuidar y a escucharla, no le puedo creer con que no lo va a volver a hacer.
—pues entonces no sé cómo hará para que me crea. —dije levantándome cuidadosamente.
—ven a mis terapias. —dijo mirándome a los ojos, así que aparte la mirada.
—no tengo dinero, es algo absurdo. —dije sentándome por fin en la camilla.
—entonces le diré a tu abuela que tienes depresión debido a la muerte de tu papá. — ¿sabe qué? Me vale una mierda, dígale. Al fin y al cabo algún día se iba a saber, pero eso si —dije mirándole a los ojos amenazante. —si mi abuela se altera, o le da algo por la noticia. Es su culpa. —me levante, pero mis piernas me fallaron así que me caí al suelo.
Mierda.
—joder ¿te puedes parar Elizabeth? —dijo Paul arrodillándose al lado mío.
Lo intente pero mis piernas no se podían doblar a causa de las heridas.
—te ayudaré, cógete de mí cuello.
—no es necesario, yo puedo sola. —volví a internarlo fallando de nuevo.
—hazme caso, no seas terca.
Cogió mis manos con delicadeza y las puso alrededor de su cuello, me sentí incomoda pero me aferre a él, me cogió con delicadeza de las piernas y me alzo lentamente, dejándome acostada en la camilla.
—le diré al doctor que venga para darte la salida. —me dio una última mirada y salió de la habitación.
Dios, me sentí incomoda, muy incómoda. Además de que el psicólogo es guapo, tiene ojos azul claro, cabello negro como la noche, de tez ni muy blanca ni morena y era alto, más alto que yo. Qué vergüenza que un chico se haya enterado de algunos de mis problemas, quiero huir.
Levante la vista y vi al mismo chico que había visto al abrir los ojos, me miraba expectante y con vergüenza.
—lo siento yo... —dijo frotándose el cuello —fue
—fue mi culpa. —lo interrumpí. —yo iba distraída y no mire para los lados.
—no, yo iba hablando por celular y no debí hacerlo, lo siento.
—creo que lo importante es que estoy bien ¿no? —trate de sonreír.
—sí, estabas inconsciente y quede en shock cuando te vi, tu perro me ayudo a volver a la realidad, por cierto, él está amarrado juicioso a un poste, mi hermano lo está cuidando. No te preocupes.
—gracias a Dios, que Scott está bien. —dije como si me hubiera quitado un peso de encima a recordármelo.
Se abrió la puerta y entro el doctor mirando su tabla de apuntes, luego me miro.
—señorita, ya está autorizada su salida, solo falta que llene unos datos y firme unos documentos. En recepción le dan todos los respectivos medicamentos ya pagados que tiene que tomarse juiciosa y viene acá en dos semanas a ver como siguió de esa costilla ¿de acuerdo?
—si señor.
— ¿alguna pregunta?
—si. ¿Qué horas son?
—las 2:30 a.m. ¿algo más?
—no, gracias.
Dios mi mamá me va a matar ¿y si llamo a mi abuela y ella no me cubrió? ¡Mierda! — ¿estás bien? Te pusiste pálida. —me dijo el chico.
—Estoy bien. —dije tragando saliva.
—por cierto ¿Cómo te llamas?
—Elizabeth ¿y tú?
—Kendall.
Lectores, eh visto que mis capítulos tienen más lecturas que likes así que hay lectores fantasmas, si tienen alguna opinión o pregunta me gustaría leerla, depende de los cambios que tenga este capítulo seguiré escribiendo.
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ALONE
Teen FictionAyúdame. Ayúdame a salir de esto; porque estoy cansada. No tengo un gato, no me eh caído, no tengo frío todo el tiempo... No estoy bien. Soy Elizabeth Midnight y necesito de tu ayuda. Estoy sola.