36. No puedo

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Luego dirás

Que fui yo el que dijo adiós

Me voy porque eso es lo que tú quieres 

(Mil soledades - Rey Gordiflón)


Día 27

- ¿Por qué tienes que ser como una morsa?, ¡Despiértate! – Me regaña Pick

- Cállense – Se queja Marto, mientras hunde la mano en el cuenco de palomitas

- ¡Pero Villa está dormido! – Reniega ella

- Déjelo que se duerma, yo le cuento mañana

- ¡Solo estamos repitiendo esta película porque él es la única persona inculta en este mundo que no ha visto El diablo viste a la moda! – Farfulla ella

La atraigo hacia mí mientras me acurruco en mi almohada.

Es una gran película, pero nuestra cuarentena obligatoria está a punto de terminar y estamos aprovechando al máximo el tiempo en el estudio, para que cada uno tenga material para trabajar cuando nos separemos, así que estoy agotado.

Por fin puedo tocar algo de banjo y guitarra. Sigo teniendo permitida una única hora al día, pero la estamos haciendo contar. Hemos grabado voces y guitarras todo el día, así que ellos también deberían estar cansados, pero estos dos siempre tienen más energía que la gente normal.

Oigo sonar el celular de Marto. Pick para la película.

- Hola, amor – Saluda él al auricular – Es Lauri. ¿Acabamos la película mañana? – Le pregunta a Pick

- Vale. Ve a disfrutar de tu sexo telefónico – Lo despacha ella

- No humille a la gente porque usted folla día y noche – Reniega Marto. Ella se ríe

- Dale mis saludos a Lauri. Dile que la extraño

- Vale. Buenas noches, bebé

- Buenas noches, Bachi – Se despide ella

Oigo la puerta cerrarse.

En lugar de volver a poner la película, ella se acurruca entre mis brazos.

- Mmm – Balbuceo

- ¿Estás despierto?

Como respuesta, muevo su pelo hacia un lado y dejo un beso húmedo y sexy en su cuello. Ella suspira.

Gira entre mis brazos para que estemos frente a frente y en la semi oscuridad de su habitación, iluminada únicamente por la pantalla del televisor, veo sus ojos brillantes antes de que deje caer los párpados cuando su boca se encuentra con la mía.

Me da un beso lento y suave. Un beso con una añoranza extraña, como si me extrañara.

- ¿Está bien, amor? – Pregunto suavemente, sin apartarme. Ella frota su nariz contra la mía

- Si. Es solo que adoro estos momentos de simplemente estar acostada contigo, en los que me abrazas y parece que nada más importa

- ¿Qué más importa? – Señalo.

Ella desliza los dedos suavemente a través de mi pelo y lo barre lejos de mi cara. Suspira de nuevo.

- Duérmete de nuevo, cariño – Me dice en cambio

Domingo » Juan Pablo Villamil (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora