Seis

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Click, click, click.

Es pasado mediodía y ya todo está listo para su partida.

Click. Captura con su cámara a los perros atados al trineo. Click. Harry de pie acomodando las riendas. Click. El paisaje a lo lejos que por fin se puede divisar con claridad. Click. Una más a Harry. Click, otra porque se puso de cuclillas. Click, cuando se pone de pie. Click, click.

Toma fotos de todo aquello que llama la atención de sus ojos celestes e inevitablemente Harry es lo que más le atrae en aquel lugar.

No solamente quiere buenas fotos para su reportaje, sino que, una parte de él quiere llevarse la mayor cantidad de recuerdos de ese lugar.

Teme que, cuando regrese a Nueva York, el bullicio y contaminación de la ciudad disipen a Harry de su memoria. Teme que su mirada esmeralda no se quede grabada a fuego vivo en su cerebro y que con el pasar de los días olvide el tono de verde de sus ojos.

"Ya estamos listos," le avisa el rizado caminando hacia él. Va cubierto con muchas capas de ropa al igual que Louis. Ambos llevan gorro, bufanda, guantes, botas de nieve y abrigos de piel largos.

"¿Podemos tomarnos una foto juntos?"

Lo necesita. Necesita evidencia de que los últimos días no fueron producto de su imaginación o algún tipo de alucinación creada por su mente agonizante a punto de morir de hipotermia. Necesita asegurarse de que todo fue real una vez que ya no esté ahí.

"Claro, supongo. ¿Pero quién tomará la foto?"

"Espera aquí. Voy a traer una silla. Cuídala un momento," le pide entregándole su cámara. Harry la toma y se queda donde Louis le indica.

Entra a la cabaña y regresa con una silla de madera. La pone a un par de metros en frente de Harry y luego vuelve adentro y trae consigo varios libros gruesos de la habitación del ojiverde.

Los acomoda en una pila alta hasta que queda una altura decente y toma de vuelta la cámara. La pone encima de los libros y enfoca a Harry en el encuadre. "Muévete dos pasos a la izquierda, por favor... sí, justo ahí. No te muevas." Ajusta el temporizador y luego corre hacia el lado de Harry.

"En 10 segundos tomará la foto," le explica acomodándose a su lado. Harry le pasa un brazo por la espalda y Louis lo sujeta por la cintura. Comparten una mirada y luego con una sonrisa voltean a ver a la cámara.

Click.

Antes de sentarse en el asiento del trineo, Louis besa a Harry largamente. Le sujeta el rostro con sus manos enguantadas y roza sus labios contra los suyos firmemente. El ojiverde lo sujeta por la cintura y corresponde el gesto, sintiendo lo mismo que Louis. Te quiero y tengo miedo de no volver a verte.

El viaje en trineo es una experiencia completamente nueva para Louis. Los perros corren más rápido de lo que había esperado y hay algunas irregularidades en el camino que lo hacen rebotar bruscamente.

Una parte de él se asusta al ver lo rápido que se alejan de la pequeña cabaña de Harry, de aquel espacio que se volvió tan familiar en tan poco tiempo y que supone en lugar seguro en su corazón.

Desea poder fotografiar todo lo que ve a su paso, pero por la velocidad de los perros la misión se vuelve imposible, así que se conforma con dejar que sus ojos celestes absorban la belleza del lugar.

Los árboles están vestidos de blanco, como si se tratase de una postal navideña del polo norte. Excepto que no es navidad, ni están en el polo norte, y en cualquier momento podría saltarles encima un oso de 400 libras.

Ante la idea voltea su cabeza para ver a Harry detrás suyo, quien va concentrado con su vista fija en el camino esquivando troncos y otros obstáculos. Incluso con su rife colgando en su espalda, Louis ya no lo encuentra intimidante en ninguna manera. Sabe que debajo de su barba y las capas de ropa hay un hombre humilde y gentil de enorme corazón. Su Harry.

La Taiga - LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora