Siete

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El primer día sin Louis se siente vacío.

Es como si su llegada a la cabaña hubiera llenado todo el espacio de vida, con su luz y energía... y cuando se marchó, todo aquello se fue consigo y solamente quedó el espacio vacío.

Una parte de él también se siente así.

Se distrae pensando en su voz, su sonrisa, sus ojos celestes. Se queda ido involuntariamente, tanto así que, días después, cuando sale a cazar con sus perros, pasa por alto al zorro que se queda parado a unos metros en frente de él, y para cuando reacciona y dispara con su rifle, es demasiado tarde, pues su presa se escapa al verlo primero a él.

Louis. Es el efecto Louis. Como si fuera una droga, su corazón se hizo adicto a él en un abrir y cerrar de ojos y ahora está resintiendo los síntomas de la abstinencia. Sin embargo, la diferencia es que con el pasar del tiempo no mejora, al contrario, con cada día que pasa se vuelve más inquieto, más ansioso y preocupado.

Qué tal si Louis se arrepiente de... de todo. Qué tal si la historia y las fotos le parecen aburridas una vez que las examine en su departamento en Nueva York y entonces decide que no, que no vale la pena intentarlo.

Peor aún, qué tal si ni siquiera siente el interés suficiente como para botar la idea por la borda, pues quizás en cuanto llegó a la ciudad se olvidó de Harry y continuó con su vida como si aquel viaje jamás hubiera pasado.

Los posibles escenarios son cientos y Harry se reprime a sí mismo por pensar en los peores imaginables, pero no puede evitarlo. Cree que si espera lo peor, entonces estará preparado para el momento en el que finalmente le caiga el veinte a su corazón de que nada va a cambiar.

Sigue la misma rutina que has hecho durante los últimos años, nada va a cambiar. Tienes cosas más importantes qué hacer que pensar en él. Deberías de seguir con tu vida como si nunca lo hubieras conocido, como seguramente él también lo está haciendo. Son algunas de las cosas que la vocecilla dentro de su mente le dice a diario, pero de inmediato su corazón contrataca con Louis, sus ojos azules, su sonrisa radiante, su cuerpo dorado, su risa melodiosa, su voz tan suave, sus besos tan dulces... y así, nunca hay un vencedor en aquella batalla interna que vive.

Las semanas pasan y se cumple un mes de la partida de Louis. 33 días, exactamente.

Aquella mañana, Harry está confeccionando un nuevo abrigo de piel. Uno más corto y pequeño destinado para alguien más, cuando los perros empiezan a ladrar como cada vez que alguien está cerca.

Harry deja la prenda sobre la mesa y toma su rifle antes de salir. Sospecha quién puede ser y lo confirma cuando sale de la cabaña y avanza hacia donde los perros se encuentran aglomerados ladrando y moviendo los rabos.

Sólo es Niall.

"Sabes... Esta vez me caí tres veces. Hay un montón de ramas caídas y..." pausa para tomar aire y se detiene un momento, dejando que los perros se le acerquen a olisquearlo. "Y me corté la mano con una de esas ramas, así que creo que merezco una nueva bufanda, o un gorro, lo que sea. Con más razón por la entrega especial que te traigo," le dice mientras avanza hacia él.

Harry se queda callado unos segundos. "¿Una entrega especial?" pregunta, haciéndole una seña para que lo siga adentro de la cabaña.

"Oh, sí, te va encantar. O eso espero. No lo sé. Pero primero..." Niall se detiene y pone una mano en el hombro del rizado, haciendo que también se detenga. "Tienes que contarme qué pasó con Louis."

Desde aquel día cuando Louis partió de Yarikke no había vuelto a ver a Niall y todo ese tiempo se debatió si debería de contarle todo lo que pasó, o si sería mejor omitir algunos detalles.

Mientras Harry le limpia la herida a Niall, que resulta ser un corte profundo en la palma de su mano, le cuenta sobre cómo ayudó a Louis aquel día que se perdió y lo mal que estaba cuando lo encontró. Le cuenta sobre la idea de Louis sobre publicar su historia en la revista y sobre las fotos que le tomó.

"Acepté. Si su plan funciona, podría irme de aquí por fin."

Niall, con su mano vendada, le sonríe ampliamente, como si supiera algo que él no. Quizás lo hace, el maldito bastardo.

"Oh, está funcionando," le responde sonriente. Harry frunce el ceño.

"¿Qué? ¿A qué te refieres?"

"Cuando Louis no regresó a Yarikke aquel día, le llamé a su hermana, porque él me pidió que lo hiciera en caso de que algo le pasara."

"¿A Charlie?" pregunta recordando el nombre de la más grande de las tres hermanas del ojiazul.

"Sí, a Charlie. Seguramente Louis te lo dijo pero él es un personaje... reconocido, en su ciudad. Mucha gente admira su trabajo y tiene reconocimiento por ello. Cuando le conté a Charlie que Louis estaba perdido, ella pidió ayuda en redes sociales. Un montón de gente se preocupó bastante, joder, hasta se hizo tendencia mundial ese día," se ríe al recordarlo, aunque a Harry parece no causarle gracia. "Como sea, uno de sus seguidores ofreció un par de Ski-Doo's para buscar a Louis. Las envío a Maqurev y de ahí yo las llevé a Yarikke para buscarlo en la taiga, aunque como te imaginarás, no fueron de gran ayuda con la tormenta."

"Lo sé. Estuvo fuerte."

"Sí. Así que no pudimos hacer mucho hasta que dejó de nevar. En fin, a lo que quiero llegar es a que, mucha, mucha gente se preocupó por Louis, y él usó la conmoción a su favor."

"¿Por qué? ¿Qué hizo?" pregunta con el corazón acelerándose.

"Bueno, en cuanto llegamos a Yarikke me pidió que lo llevara a Maqurev, le urgía hablar con Charlie, ya sabes, para que supiera que estaba bien, así que lo llevé allá. Después publicó en todas sus redes sociales que se encontraba a salvo y que había sido rescatado por ti."

"¿Qué?"

"Sí. Te llamó héroe y dijo que de no ser por ti habría muerto congelado en la taiga. Publicó una foto de los dos juntos y dijo que el resto de la historia saldría a la luz pronto. Créeme, todos querían saber más. Cientos, miles de personas."

"El resto de la... pero... ¿cuándo? ¿dijo cuándo?"

Niall niega. "No. No lo sé, pero..." abre su mochila y le entrega a Harry dos sobres. "Quizás ahí te lo dirá."

Harry toma las cartas. Una es de Gemma, como ya anticipaba. La otra en cambio, lo toma por sorpresa. Es de Louis.

Voltea a ver al rubio con sus ojos verdes bien abiertos, recibiendo una sonrisa a cambio.

"Voy a hacer té. Tú disfruta esa carta. No disimulas ni un poco," le dice burlonamente mientras se pone de pie para ir a la cocina.

Harry siente que sus mejillas se sonrojan por el comentario, pero ni siquiera se molesta en responder. En cambio abre el sobre con dedos ansiosos, tomándose un momento para apreciar la caligrafía de Louis. Es igual de delicada y bella que él.

Para cuando termina de leer, una sonrisa queda pintada en su rostro y concuerda con Niall; se merece una bufanda nueva, joder, un armario entero. 

La Taiga - LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora