|Prefacio

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Sarah miró a través de la ventana del auto el bosque, que parecía extenderse inmensamente más allá de su visión, parecía como si aquel pequeño pueblo de Virginia estuviera escondido entre el inmenso follaje boscoso para que no cualquiera pudiera e...

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Sarah miró a través de la ventana del auto el bosque, que parecía extenderse inmensamente más allá de su visión, parecía como si aquel pequeño pueblo de Virginia estuviera escondido entre el inmenso follaje boscoso para que no cualquiera pudiera encontrarlo, es más los rayos del sol no parecían tocar aquel lugar completamente lúgubre y faltó de calidez.

—¿Casi llegamos?— Preguntó Sarah a su padre, el cuál estaba a su lado en el asiento del piloto, con la mirada fija en la carretera delante suyo.

—En cinco minutos, no seas impaciente, cariño— Respondió el latino, distraídamente.

Tras recibir su respuesta Sarah volvió a suspirar con aburrimiento, llevaban ocho horas viajando desde Nuevo Mexico y si era honesta en ese punto del viaje ya le dolía el trasero de estar sentada. Tras unos minutos, que a ella le parecieron eternos pudo observar el letrero desgastadoz viejo y sucio a lado de la carretera que les daba la bienvenida a aquel pueblo de Virginia del Oeste: “Bienvenidos a Milford Hills”

Y tras aproximadamente cinco minutos su padre aparco finalmente el automóvil frente a una de las tantas casas de aquel vecindario, el cual cabía mencionar parecía vacío, cuando salió del auto y por fin pudo estirarse pudo percatarse de las miradas de algunos curiosos  asomándose a través de sus ventanas, observándolos.

—Llegamos finalmente— Comentó su padre detrás suyo con una caja de mudanza en manos.

—Si, finalmente— Sonrió ella, ya no tan irritada de estar en aquel auto.

—Las cosas deben de estar a dentro, la mudanza llego antes que nosotros— Dijo Ernesto con una sonrisa, una sonrisa que Sarah no había visto en mucho tiempo en el rostro del hombre.

Tras decir eso Ernesto fue el primero en entrar al que sería su nuevo hogar, abrió la puerta y entro con Sarah detrás de él. La morena miró la casa y honestamente no era tan chica como su anterior casa y eso le gustaba, su padre había recibido la oferta de trabajo, después de tantos meses en los que dejó su currículum, en aquel pueblo y no se pudo negar a trabajar para una de las corporaciones farmacéuticas más grandes de Virginia ubicada en ese pueblo.

—Pido la habitación más grande— Le anunció a su padre mientras subía las escaleras con prisa para poder elegir su habitación.

—¡Eso no es justo, cariño!— Se quejó su padre desde la planta baja.

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Su primer día de escuela, e ir en el autobús escolar era una pesadilla, más que nada por las miradas indiscretas y curiosas de los estudiantes, además parecía como si brillara como un faro en medio de toda esa gente o como si tuviera un jodido letrero en la espalda que decía: “Mírenme, soy un puto fenómeno” porque si, así era como la miraban, como si fuera un fenómeno.

Tras quince minutos el autobús finalmente se detuvo frentes a la escuela Meadville High, un nuevo año, una nueva vida escolar y Sarah estaba dispuesta a hacerlo bien.

Bajo del autobús para admirar lo que a partir de ese día sería su nuevo instituto y que debía aclarar no se comparaba para nada con el anterior. Como cualquier joven de su edad extrañaba su antigua escuela, su antigua ciudad y sus viejos amigos, pero jamás le arruinaría la mejor oportunidad a su padre desde hacía tiempo el había querido trabajar para farmacéuticas Russell y ya que se le había brindado la oportunidad después de varios intentos ella no se la iba a negar, no era quién para hacer eso, su padre era lo único que tenía, era la persona que más quería en el mundo y después de todo lo que había pasado se lo merecía.

Con un suspiro pesado y una mirada de determinación, Sarah entró a la preparatoria Meadville, lista para afrontar lo que fuera, aún si un mal presentimiento se instalaba en su pecho, con cada paso que daba, si supiera que lo que estaba por venir era algo para lo que nunca pudo haber estado preparada.

Con un suspiro pesado y una mirada de determinación, Sarah entró a la preparatoria Meadville, lista para afrontar lo que fuera, aún si un mal presentimiento se instalaba en su pecho, con cada paso que daba, si supiera que lo que estaba por venir e...

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A Strange Boy [Bill Skårsgard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora