Capítulo cinco

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Es lunes.

No han empezado las clases pero me dijeron que estarán haciendo unas cuantas actividades para hacer que convivamos entre todos los alumnos nuevos y los de último grado de preparatoria.

Me despierto a las 9:00 para arreglar un poco más de lo que tengo que acomodar en la recámara.

Las actividades empiezan a partir de las 12:00, así que tengo tiempo para hacer lo mío rápido y luego ir por un té o algún chocolate.

A eso de las 11:00 salgo, dirigiéndome a una de las cafeterías que me indicó mi guía express.

Al recorrer el campus me da mucha paz escuchar que no solo está el ruido estudiantil, sino que también se alcanza a escuchar el canto de los pájaros, una leve brisa levantando las hojas y el paso de los estudiantes aplastando las hojas secas a su vez.

Las lavandas se ven por todos lados y le dan un toque especial a toda la perspectiva de lo que es la escuela.

Llego a la cafetería "Le café" y suena la campanilla.

Por las bebidas que fuimos ayer mi papá y yo, se vendían en un estand al aire libre, pero esta cafetería es cerrada y tiene unas cuantas mesas dentro y algunas afuera.

Como hace frío decido quedarme dentro y pido un té chái, me recuerda a mi papá ese té. Siempre lo pedimos.

- ¿Sería todo?- me pregunta el ayudante de la barra.

- Sí, muchas gracias. - Pago y espero a que me entreguen mi bebida.

Escucho que un grupo de personas entra al establecimiento y volteo solo por curiosidad.

Son un grupo bastante extenso de niños y niñas como de mi edad, igual y están en mi mismo grado a juzgar por su aspecto.

Se acercan a la barra, a excepción de un niño, se queda viendo el menú y cruza los brazos, como tratando de medir sus posibilidades.

No mentiré, en menú es muy extenso, de hecho hay bebidas raras basadas en películas, como "Willie Wonka", "El Grich" e incluso tienen cerveza de vainilla, la verdad no tenía ganas de probar ninguno, por eso pedí algo muy normal.

Volteo a ver a la barista preparando órdenes sin cesar, al parecer el grupo le está dando mucha lucha con todos los pedidos.

Me entregan mi bebida y un sándwich que pedí para comer algo antes de ir a la acción del primer día.

Una mesa está desocupada al fondo de la cafetería.

Me dirijo a ella. 

No me doy cuenta y mientras voy pasando, el niño que estaba viendo el menú, se acerca a mí.

- Huele rico, ¿qué es? - me dice y me voltea a ver.

Levanto ambas cejas por la sorpresa.

- Hum...- dudo - es té chai.

Se queda pensando un segundo.

- Nunca lo he probado, ¿sabe bueno?

Me rio un poco.

- No sabría decirte, para mí es muy bueno pero no conozco tus gustos. Si te gustan las cosas dulces, pídelo, pero si te empalagas muy rápido con cualquier cosa, pide un capuchino normal.

Se lo piensa un rato.

- Bien, haré caso de tus buenos gustos.- pide lo mismo que yo.

Me iba a dirigir a la mesa cuando me llama de nuevo.

- Oye, la verdad sí está muy bueno.
Lo volteo a ver y tiene unos bigotes de té, me rio.

Tomo unas servilletas y se las doy.

- Toma, no querrás ir por ahí espantando a tus amigos.-

Me da una mirada divertida y se seca el bigote de té con la servilleta.

- Eres cómica tú, ¿no?- sonríe.

Levanto una ceja y volteo los ojos en forma de broma.

Él da un sorbo más a su té y luego me señala.

-¿Tienes amigos por aquí?

- Ehh...define amigos. Tengo a mi compañera de cuarto que nunca está en el cuarto y, al guía express que me enseñó la escuela ayer.- no sé porque le dije eso, simplemente pude haber dicho "no" y ya.

- Ah, sí, ya veo. Bueno, si no tienes alguien con quien sentarte, puedes venir con nosotros si gustas. - señala a su grupito.

Algo en mi quiere decir que no, pero luego me acuerdo de la conversación con Patrick.

Así que, acepto.

No puede ser tan malo ¿verdad?

Al estar lo suficientemente cerca de ellos, todos giran en mi dirección y solo algunos de los integrantes siguen en lo suyo.

- Hola chicos, perdón, no sabía qué pedir. Pero, mi amiga aquí se apiadó de mi y pensé en que sería buena recompensa invitarla a sentarse con nosotros.

Sonrío levemente y saludo a todos con mi mano.

- Claro, vente. 

Una chica se recorre un poco para hacerme espacio, mientras el chico que me pidió mi ayuda para elegir la bebida se sienta del otro lado del gabinete.

- Perdón, no escuché tu nombre. - me dice la chica.

- Es porque no lo mencioné aún.- mala respuesta, sacudo un poco la cabeza.- Me llamo Maree.

Sonríe levemente y se presenta. 

- Mi nombre es Aria, ellas son Alexia y Raquel-señala a las chicas a lado de ella- a él ya lo conoces...

- Sí, pero aún no le dije mi nombre.- dice el chico.- me llamo Nicolás, mis amigos son Pablo, Samuel y Daniel.

Todos inclinan un poco la cabeza al saludarme.

- Y dime Maree, ¿de qué escuela vienes?- me pregunta

- Realmente nunca he estado en una por un largo tiempo, así que vengo de muchas.

Pasamos un rato bastante divertido y debo admitir que ni por un segundo me sentí incómoda o afligida por lo que salía de mi boca.

Querido hermano...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora