Capítulo Trece

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- Tienes una razón de ser, ¿lo sabías?- comienza a decirme mi psicóloga en la reunión semanal.

Despejo mis pensamientos y la volteo a ver en la pantalla.

- Puede ser.- le digo.- Sí, puede ser ¿A qué viene esto?-

Ella toma nota de algo y espera un segundo antes de responderme.

- Esa es la razón que haz estado buscando estos días para todo lo que haces. Una razón. Eso quieres. Pero crees que la razón eres tú, tú pasado...¿qué crees que sea?-

Me paro a pensar un poco. La razón. Hay una razón y esa no debe de contar como una porque debe de haberse ido de este plano hace años.

- No lo sé. - respondo, sin más.

- Creo que sí lo sabes pero está bien que no me lo digas. Es importante que tú lo sepas y nadie más. -

Después de la reunión, decidí tomar un libro de mi repisa y leer un rato, esperando a acurrucarme y dormir después de semanas de exámenes. Pero no podía.

Hay algo inquietante en esta escuela. Es casi como si estuviera siendo observada casi todo el tiempo. Sentía una brisa en la nuca, como una respiración al salir de mi cuarto y mientras caminaba, sentía pasos detrás mío. Estaba delirando y tenía que parar.

Me levanté de la cama, no podía quedarme sentada o acostada, no con toda la seguridad de que ese niño podría ser él.

Bajé trotando las escaleras y toqué la puerta de Aria. Una. Dos veces y al cabo de 3 minutos, no abría la puerta. Vaya. Probablemente salió.

Cuando me iba a retirar escuché unas voces viniendo de su cuarto y esperé a que contestaran la puerta. Pero nada. A lo mejor tenía una visita importante.

Me dispuse a irme pero de repente su puerta se abrió solo un poco.

- Hola.- dijo Aria entre la apertura. - ¿Me necesitabas?- sonrió.

- No...ehh...- ¿por qué abría tan poco la puerta?- Sólo vine a consultarte algo...pero ya será después. -

Ella asiente.

- Es que tuve una emergencia con un familiar y me vino a visitar de imprevisto ¿Te parece si voy contigo en un rato más?-

Yo asiento y ella cierra la puerta rápidamente.

Ok. Que raro. Pero bueno, supongo debió haber sido un asunto muy personal.

Regreso a mi cuarto y veo una nota pegada en la puerta.

"¿Estás a punto de rendirte?" TC.

Me sorprende la nota y no tengo idea de cómo llego ahí. Volteo a ver a los lados y me planteo ir a rectoría para solicitar las cámaras de seguridad. Pero imagino que será mejor buscar a aquel que puso la nota. No debía estar muy lejos de aquí y generalmente de este lado, solo hay mujeres. Además de que no dejé mi habitación ni hace 5 minutos.

Me meto al tumulto de mujeres que vienen y van, unas tomando helado, otras riéndose a carcajadas...pero no hay rastro de...

A lo lejos, veo una sombra estática detrás de un árbol y capta mi atención por tener exactamente la misma posición que el día anterior. Me dirijo a ella lo más rápido posible, sintiendo su mirada en mi, pero la muchedumbre no deja de pasar y por un segundo pierdo mi rumbo. Al retomarlo, la sombra ya no está. Sin embargo, algo me dice que siga mi camino.

Al llegar al árbol, solo alcanzo a visibilizar que ya nadie se encuentra ahí. Excepto otra nota, atada a la pata de un grillo muerto.

¿Hola? ¿Cómo por qué está en un animal muerto?

Querido hermano...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora